domingo, 10 de mayo de 2009

Procesar “lo nuevo” y reagrupar al progresismo

Por: Ernesto Águila Z.

Así como en otras oportunidades se ha repetido con insistencia que las elecciones se ganan en el “centro”, en esta ocasión se podría afirmar que esta elección se ganará en la “izquierda”, es decir, en la capacidad del progresismo de acoger y procesar las demandas y dinámicas que desde allí se están generando.

La política chilena se ha embarcado con una cierta euforia tras la búsqueda de "lo nuevo". Aparentemente tiene algunas buenas razones para hacerlo: una misma coalición ha gobernado durante 20 años el país. Lo curioso es que junto a la elite gobernante ha sufrido también los desgastes y rigores del paso del tiempo, simultáneamente, tanto la oposición de centro derecha como la izquierda comunista o extraparlamentaria.

Lo normal en democracias más consolidadas, luego de dos o tres derrotas electorales de envergadura, es que la oposición haga cambios suficientemente ostensibles y dramáticos para captar y representar lo nuevo y el recambio, o simplemente para intentar parecerse a la fuerza política que va ganando el mayor número de elecciones. En Chile, luego de cerca de 15 derrotas electorales consecutivas (considerando presidenciales, parlamentarias y municipales), la oposición, especialmente la de centroderecha, ha permanecido inmodificada tanto en sus liderazgos como en su programa.

En efecto, ni siquiera la debacle financiera internacional reciente y la crisis económica en marcha han movido un ápice la fe neoliberal ochentera de la derecha chilena, que hasta el día de hoy es incapaz de pronunciar la palabra "Estado" sin dejar de sufrir algún tipo de descompensación anímica. Aún no son capaces de nombrar al Estado en un sentido positivo ni darle un rol gravitante a éste en la crisis económica, social y laboral en curso, como ha sucedido en otras partes del mundo, incluidos los gobiernos y partidos de derecha.

Para mayor complejidad e interrogación de lo que está detrás de esta búsqueda un poco indefinida y tal vez modal de "lo nuevo", la ciudadanía respalda a la actual Presidenta y al Gobierno en porcentajes inéditos, por sobre el 65% en un caso y más del 50% en el otro. Es decir, sigue existiendo un amplio y mayoritario respaldo luego de casi 20 años para lo que hoy encarna, desde el gobierno, la Concertación como coalición de centro izquierda. O sea, pareciera que el hastío es más bien con ciertas prácticas, estilos, inconsecuencias o poca renovación de la Concertación, que con la idea de que sea una fuerza progresista de centroizquierda la que siga gobernando el país.

A lo anterior, se podría agregar que las respuestas con mayores bríos renovadores o que intentan captar de mejor forma "lo nuevo", no provienen de la oposición sino de la propia Concertación, particularmente del PS, que hasta ahora ha resultado sorprendentemente pródigo en candidaturas presidenciales alternativas, que reclaman "no más de lo mismo", siendo la más relevante y exitosa hasta ahora la del diputado Enríquez-Ominami.

Mirado positivamente el fenómeno en curso se puede decir que la discusión de "lo nuevo", del cambio y de la renovación programática, se ha trasladado desde la oposición de derecha a la izquierda de la Concertación. Así como en otras oportunidades se ha repetido con insistencia que las elecciones se ganan en el "centro", en esta ocasión se podría afirmar que esta elección se ganará en la "izquierda", es decir, en la capacidad del progresismo de acoger y procesar las demandas y dinámicas que desde allí se están generando.

En una primera mirada a las sensibilidades y propuestas que emergen desde las candidaturas alternativas de izquierda, se puede apreciar que existen convergencias importantes con la candidatura presidencial de la Concertación. No se observan diferencias insalvables, aunque tampoco se trata de minimizarlas o procesarlas bajo esa noción un poco cínica de que el "papel aguanta todo". Lo que corresponde es abrir una etapa seria de confrontación de ideas y de propuestas entre el mundo de la Concertación que apoya a Frei y estas nuevas opciones, y ver cuál es el campo para el acuerdo en lo programático.

No cabe duda que se ha abierto un nuevo escenario político, que no se debe enfrentar desde el temor o la permanente invocación a la disciplina, sino allanándose a soluciones nuevas y audaces. En este sentido, una fase de diálogo político debiera concluir en un acuerdo bien estructurado de apoyos mutuos en segunda vuelta, de programa y de una lista parlamentaria inteligente que permita una mayoría progresista y la inclusión del PC en el nuevo parlamento. La idea de una "segunda primaria" concertacionista resulta más complicada y difícil de implementar en términos prácticos, pero se debe estar abierto a nuevas opciones bajo el principio de que frente a situaciones excepcionales se deben buscar soluciones igualmente excepcionales. Lo importante es re-institucionalizar el diálogo y procesamiento de las diferencias al interior de la centroizquierda.

Finalmente, de lo que se trata es dar al país un nuevo gobierno progresista asumiendo que el progresismo chileno es amplio y plural y que lo principal de la elección de diciembre es impedir que el país entre en una involución neoliberal y conservadora.

Fuente: La Nación

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