martes, 24 de enero de 2012

La Triple Frontera del Paraná: Condiciones endógenas institucionales e ilegalidad


PRÓLOGO

A través de la historia, las fronteras han servido tanto para delimitar territorios como separar grupos humanos. Por eso no extraña que en múltiples disciplinas encontremos un marcado interés en problematizar todo lo concerniente a dichas líneas imaginarias, que tantas veces han sido fuente de hostilidades y contenciosos de la más diversa índole. Y es que las disputas territoriales son tan antiguas como la humanidad misma.

En las últimas décadas, las nuevas tecnologías, especialmente aquellas satelitales, han impulsado a gobiernos a insistir ante sus vecinos en la necesidad de suscribir tratados que definan con precisión estas líneas perimetrales, e instalar hitos que diferencien meridianamente a unos de otros. Son muchos los Estados que, mediante tales esfuerzos, buscan disminuir las controversias y los conflictos, sean religiosos, étnicos, ideológicos o de cualquier otra índole. Pero las guerras y las revoluciones suelen impactar en las percepciones sobre la extensión de cada territorio nacional y, producto de ello, a lo largo de cada siglo, vemos cómo mutan las citadas líneas.

En consecuencia, las fronteras constituyen uno de los factores esenciales para la comprensión de los asuntos internacionales.

Ahora bien, en términos comparativos, los países sudamericanos, aunque presentan una buena cantidad de diferendos limítrofes, registran pocos conflictos armados en su joven historia. Salvo escaramuzas, y exceptuando la Guerra del Chaco así como la ocurrida entre Perú y Ecuador, a lo largo del siglo 20, los países sudamericanos no hicieron de sus fronteras casus belli.

Pese a esta optimista constatación, son pocos los Estados sudamericanos realmente capaces de un pleno y total ejercicio de su respectiva soberanía territorial. Por eso, casi todas las fronteras en esta zona del mundo muestran extensos tramos de porosidad. La razón principal es la inexistencia de autoridades in situ. Esto se traduce en un limitado control policial y aduanero. A ello debe añadirse que, casi por regla, la densidad poblacional en zonas cercanas a las fronteras es baja. Y más aún, contribuyen a la porosidad las particularidades geográficas tan bizarras. Frondosas boscosidades selváticas, fluvialidades extremas, aridez de los suelos, llanos interminables, quebradas intransitables y tantas otras, al punto de que podríamos afirmar que las fronteras interestatales en Sudamérica han sido preferentemente referencias. Zonas con un Leviatán ausente.

Lo descrito no significa que el ser humano no deambule por estas zonas en apariencias indomables, inhóspitas y casi inexpugnables. Muy por el contrario, los puntos porosos se han ido transformando en verdaderos polos de atracción para actividades ilícitas. Y si a eso le añadimos que en los últimos años los medios de comunicación han ido descubriendo una fascinación por desentrañar los vaivenes de la cotidianeidad transfronteriza, por describir los policromáticos estilos de vida que allí existen y por adentrarse en el real espíritu que anima a los habitantes de estos lugares, podemos concluir que varios puntos fronterizos en Sudamérica han asumido un peculiar dinamismo.

La Triple Frontera, esa en donde concurren Argentina, Paraguay y Brasil, orillando el Iguazú, es con toda seguridad la más dinámica, la más policromática y la más agitada de todas. Allí ha emergido un espacio transfronterizo extraordinariamente singular y vital; una especie de representación del submundo criminal. En esa Triple Frontera se ha ido fraguando en los últimos años un receptáculo de todos los males imaginables, lleno de gorgonas y grayas. El hecho de que las investigaciones sobre los autores del alevoso atentado contra la AMIA en Buenos Aires conduzcan a su paso por este punto, ha motivado a John Griffiths a denominarlo, acertadamente, escenario de riesgos estructurales.

Daniel Bello, autor de este libro, concibe una denominación aun más amplia y fundamentada. Nos dice que la Triple Frontera ha devenido en un epicentro continental de las llamadas «nuevas amenazas a la seguridad» o «amenazas no militares». Sostiene que sería un área de riesgo global. Y nos da ejemplos tan múltiples como concretos: Comando Vermelho, Primero Comando da Capital, la Yakuza, mafias procedentes de prácticamente todo el planeta, traficantes, terroristas, cultores de comercio ilegal y facinerosos que parecieran trasplantados de alguna cinta de Francis Ford Coppola o Alberto Lattuada. Todos reales; instalados, o de paso, en este punto transfronterizo. Bello describe sus ejemplos como factores de desestabilización y los contextualiza.

Es un libro interesante, que nace de una tesis de magíster no menos interesante. Elaborado con rigor y con el entusiasmo inconmensurable de los investigadores jóvenes. El resultado es una obra de consulta ineludible para quien desee introducirse en este, uno de los temas más actuales de la seguridad internacional.

Iván Witker


La Triple Frontera del Paraná: Condiciones endógenas institucionales e ilegalidad

ISBN: 978-956-284-860-2

Autor: Daniel Bello Arellano

RIL Editores

Santiago de Chile, enero de 2012