miércoles, 20 de mayo de 2009

Frei, Ominami y Piñera: Falacias de renovación y necesidad de alternancia

Por: Gonzalo Bustamante Kuschel

Desde hace un tiempo a la fecha se escucha con fuerza dos proposiciones:
a. Se requiere una renovación en la política. b. La esencia de la Democracia es la alternancia.

Ambas proposiciones parecen razonables, aunque no necesariamente ciertas, habría que establecer ciertas precisiones.

Primero, no es lo mismo si nos referimos a un país que ha estado, por inoperancia, en una profunda crisis en años, a uno que no. Si vamos a nuestro caso, hay dos factores en los últimos 20 años:
Es uno de los períodos de mayor estabilidad política y desarrollo económico. Segundo, es el período de mayor participación política prolongada que se ha conocido. ¿Invalida esto necesariamente las dos proposiciones iniciales? No, pero invita a matizar.

Sobre la necesaria renovación, esta parte de dos premisas: la clase política ha fracasado y además poseerían una “moralidad” por debajo de la media nacional. Luego, se asume que una nueva generación, carecería de esos vicios, como si la “edad y frescura” fueran atributos de calidad moral o eficiencia profesional.

“Ser joven”, es un accidente de la edad biológica vinculado a aspectos generacionales determinados socialmente, por definición es transitoria, aunque algunos se esfuercen por tratar de mantenerla hasta llegar al ridículo. La juventud, como se tiene claro desde los griegos hasta la filosofía y psicología actual, no asegura, ni la posesión de ideas convenientes ni tampoco innovadoras. La renovación y calidad de la gestión, dependen de poseer las ideas apropiadas y las cualidades pertinentes. A modo de ejemplo, vale recordar que Hitler, con casi 44 años, es uno de los gobernantes más jóvenes de la Alemania moderna. Por el contrario, Deng Xiaping inicia la transformación de la China de Mao con cerca de 80.

Otra cosa es estimular algo muy necesario en toda sociedad: aumentar los esfuerzos para que a las nuevas generaciones no les pase lo que Maquiavelo alerta, que producto del ocio y la prosperidad, se vuelvan desinteresadas de la vida pública. En ese sentido, se necesita crear las condiciones para que los movimientos políticos y ciudadanos que tienden en esa línea puedan competir por ganarse un espacio, es parte de la vida republicana.

Sobre la segunda proposición, la necesidad democrática de alternancia, pasa algo similar. Sin duda, toda democracia debe estar abierta a la competencia, en igualdad de condiciones, por el poder político, a través del mecanismo que le es propio, las elecciones. De lo contrario ese sistema no merece el calificativo de democrático. Distinto es que una coalición o candidato crea que existe algo así como “ahora me toca a mí”, eso es ridículo. La democracia más consolidada del Asia, Japón, prácticamente no ha conocido la “alternancia desde la Segunda Guerra Mundial”. Suecia, desde los años 30 hasta ahora, en pocas ocasiones no ha estado gobernada por la Socialdemocracia (uno de esos casos es el actual) y Baviera, uno de los estados alemanes más prósperos, lleva 50 años gobernada por la CSU de centroderecha. Todos los casos anteriores, son ejemplos de estabilidad económica, política y diversidad social.

Frei, Piñera y Ominami deben demostrar quién de ellos posee las mejores ideas y los equipos más eficaces. “Alolarse”, hacer de la política un show o predicar la alternancia por “derecho propio” es simple faroleo y farandulización de la política, lo cual no es sano para un país.

FUente: La Tercera

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