viernes, 30 de enero de 2009

La feria de las vanidades de la globalización

Por: Loretta Napoleoni

En estos días se lleva a cabo la actividad más esperada de la era de la globalización: el Foro Económico Mundial de Davos. Una pasarela que no debe perderse cualquiera que sea alguien en la aldea global, desde los cantantes de rock como Bono hasta las estrellas de Hollywood, desde los creadores de los motores de búsqueda en Internet hasta los banqueros de renombre. Durante la guerra fría, en cambio, el Foro era una cosa muy distinta.

La primera vez que participé en Davos fue en 1981. Fui en coche con mi jefe, el director del Banco Nacional de Hungría. Salimos de Budapest bajo una tormenta de nieve en un Lada azul oscuro, uno de aquellos automóviles que los rusos sólo daban a los cargos del partido; atravesamos la frontera con Austria y los Alpes sin dejar de hablar de economía y mercado. Como es natural, viajábamos de incógnito, no formábamos parte de ninguna delegación, y nuestros nombres no figuraban en la lista de participantes. Nos habían invitado varios banqueros alemanes que habían sufragado el viaje y el alojamiento, porque nuestros salarios "comunistas" no nos habrían permitido jamás emprender aquella aventura. Sin embargo, todo el mundo sabía quiénes éramos. Por otra parte, los participantes eran muy pocos, así que, al cabo de 24 horas, nos conocíamos todos.

Fueron tres días de frío gélido y nevadas históricas, recuerdo que teníamos constantemente los zapatos mojados y la nariz helada, pero las condiciones climáticas no mermaban nuestro entusiasmo mientras dedicábamos horas y horas a debatir modelos econométricos, fórmulas y ecuaciones para convertir el florín húngaro a las monedas europeas. En los pequeños restaurantes de Davos comíamos asado por lo menos una vez al día y bebíamos cerveza sobre manteles a cuadros, nada de vino ni cócteles elaborados, y muchas veces nos quedábamos discutiendo hasta el amanecer, cuando nos íbamos por fin a dormir mientras digeríamos fórmulas y ecuaciones.

Nuestra misión era averiguar si el proyecto en el que estábamos trabajando desde hacía por lo menos un año era factible: si era posible convertir la moneda de un país comunista en el mercado monetario capitalista. Era una empresa a la que nadie se había atrevido hasta ese momento, pero estábamos convencidos de que merecía la pena intentarlo.

Volvimos a casa con una nueva carga de entusiasmo, montones de notas, tarjetas de visita y un larguísimo calendario de reuniones oficiales. Visto en retrospectiva, aquel viaje fue un paso importante en el proceso de aproximación de la economía comunista a la capitalista y sirvió para fraguar relaciones que en 1989, cuando cayó el muro de Berlín, desempeñaron un papel importante en la transición de Hungría hacia la economía de mercado.La segunda vez que fui a Davos fue en 2005, pero esta vez lo hice como esquiadora, no como economista, y confieso que me divertí muchísimo. Mientras grupos de manifestantes a favor y en contra de la globalización, con sus vestimentas de alta montaña a la última moda, paladeaban tazas de humeante chocolate entre insulto e insulto, y banqueros de mediana edad cortejaban a Sharon Stone tras los cristales de bares elegantísimos, yo estaba prácticamente sola en las pistas. Desde los remontes, no podía dejar de pensar que aquel Davos tan moderno parecía la feria de las vanidades de los rostros más famosos de la globalización. Para que a uno lo inviten a Davos no hace falta trabajar en el sector de la economía ni de la innovación tecnológica, sino ser famoso por algún motivo. En 2003, la prestigiosa revista allí editada pidió a Toni Negri, el ex líder de Autonomía, el grupo armado italiano que durante los años setenta aterrorizó a todo el país, que escribiera un artículo contra la globalización. Si alguien pudiera convencer a Bin Laden de intervenir en una videoconferencia, seguramente decidiría hacerlo durante el Foro de Davos.

Según dicen los organizadores, el espíritu de esta reunión no ha cambiado con los años. Fundado en 1971 por Klaus Schwab, un profesor alemán con sendos doctorados en ingeniería y economía, el Foro pretende ser un lugar de encuentro para el mundo de los negocios. En 1981, el frenético intercambio de fórmulas entre los banqueros alemanes y nosotros no era más que una manera de iniciar contactos que luego se prolongarían en los negocios. Y fueron unos contactos que resultaron muy útiles. Lo que ha cambiado desde entonces es el mundo en el que vivimos.

Hoy, los VIP llegan en helicóptero y se mueven por este pueblo de los Alpes escoltados por enjambres de guardaespaldas. La globalización ha hecho que el lugar de encuentro anual haya dejado de ser un puñado de mentes innovadoras que hablaban del futuro de la economía mundial, que se dedicaban a cotejar y comprobar ideas revolucionarias, para convertirse en el supermercado de los rostros famosos. Los antiglobalizadores que durante el día se manifiestan en la nieve delante de McDonald's se reencuentran, por la noche, en los cócteles patrocinados por los partidarios de la globalización, es decir, las industrias farmacéuticas o las grandes cadenas de alimentación. Y a quien diga que eso es una contradicción, los organizadores del Foro le responden que Davos quiere ser el espejo del mundo.

Entre las iniciativas que confirman esta visión tan ambiciosa está un concurso en YouTube, en el que se invita a los participantes a enviar un vídeo con las respuestas a cuatro preguntas clave, sobre el estado de la economía, la recuperación económica, las previsiones sobre el Gobierno de Obama y la ética en los negocios. Los mejores vídeos se proyectarán durante la asamblea de Davos y el vencedor recibirá una invitación para participar en el Foro.

En 1981 no existía Internet, pero el mundo sabía bien en qué dirección avanzar, pese a que la economía sufría todavía las calenturas del aumento de los precios del petróleo debido a la revolución iraní, y aunque la inflación galopante no acertaba a detenerse. El Foro y Occidente se proyectaban hacia el futuro, la guerra fría se encontraba en las últimas y las finanzas y la economía ya habían empezado a horadar el muro que separaba el Este del Oeste.

En los últimos 10 años, el mundo no ha hecho más que felicitarse porque no sabe muy bien hacia dónde ir y la globalización se ha mostrado incapaz de mirar hacia el futuro, ha resultado ser no un punto de partida, sino una meta. Y Davos ha degenerado en una feria de las vanidades. Como es natural, nadie se ha dado cuenta, porque todos somos víctimas de la misma embriaguez. Por suerte, el mundo está cambiando, aunque el motivo de esa revolución sea una crisis económica extraordinaria, que quizá no tenga nada que envidiar a la Gran Depresión.

Si el Foro Económico Mundial no es verdaderamente más que una instantánea de la aldea global, Davos, este año, no se convertirá en la última versión del Gran Hermano, en la que los súper ricos de la globalización se relacionan unos con otros en las salas iluminadas de un hotel de cinco estrellas, ante los ojos pasmados del mundo entero. George Soros y Jane Fonda no discutirán sobre la política exterior de Barack Obama, los chicos de Google no intercambiarán ideas sobre el futuro de la empresa con Angelina Jolie. En este año de profunda recesión y caos económico, que nadie había previsto durante las conferencias, las reuniones, las fiestas y los cócteles del Foro de hace 12 meses, Davos ofrecerá al mundo un tropel de ideas a menudo incoherentes entre sí, porque nadie, ni los gobiernos, ni los mercados, ni los economistas ni los políticos, sabe de verdad qué hacer. En los últimos años se han visto demasiado obligados a socializar con el mundo de los ricos y los famosos para poder prestar atención al futuro de la economía.

Pero el año que viene y el de después volverán a Davos las mentes del futuro, los supervivientes de la crisis crediticia, y los actores, cantantes, cocineros y peluqueros de moda se quedarán en casa preparándose para otra feria de las vanidades: la noche de los Oscar.

Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia

Fuente: El País (España)

Un año de aniversarios e incertidumbres

Por: Wenran Jiang

Cuando China entra en el “año del buey”, hay mucho que reflexionar sobre los doce meses pasados y más aún que conjeturar sobre el año que llega. El año 2008 comenzó con unas nevadas devastadoras que paralizaron la mayor parte del sistema central y meridional de transportes de China, interrumpieron la vida normal y causaron graves daños materiales. Después llegaron los disturbios en el Tíbet, que cogieron desprevenido al gobierno, seguidos de protestas desconcertantes por el relevo de la antorcha olímpica en varios países occidentales y asiáticos.

Después, cuando los chinos se preguntaban por qué había comenzado con tanta desgracia 2008, año de supuesta buena suerte al estar marcado por el afortunado número ocho, un mortífero terremoto azotó la provincia de Sechuan y mató a 80.000 personas y dejó a millones de ellas sin casa. El país, que salió más unido de esa tragedia, dio la bienvenida al mundo en las tan esperadas Olimpiadas, que resultaron extraordinariamente logradas, pero no tardaron en quedar substituidas por el escándalo de los productos lácteos contaminados, en el que muchos niños enfermaron y algunos murieron.

En contraste con el año pasado, cuando la afluencia de visitas familiares para la celebración del Año Nuevo lunar resultó entorpecida por tormentas inusitadas, este año millones de trabajadores migrantes ya han regresado a sus hogares rurales. Muchos se quedarán en ellos, porque la recesión económica mundial ha afectado duramente a China y les ha costado sus puestos de trabajo.

El año 2009, salpicado con un montón de aniversarios extraordinariamente delicados, podría resultar aún más dramático e imprevisible que 2008. Se acercan rápidamente no sólo el aniversario en marzo de los disturbios del año pasado en el Tíbet, sino también el quincuagésimo aniversario de los disturbios tibetanos en 1959, que provocaron el exilio del Dalai Lama y sus seguidores.

Desde los disturbios de la primavera pasada, el Gobierno de China ha tomado muchas medidas activas e incluso ha adoptado el “Día de la Liberación de los Siervos” para defender su ejecutoria en el Tíbet durante los cincuenta últimos años, al tiempo que ha seguido celebrando conversaciones con los representantes del Dalai Lama, pero también ha aplicado duros controles policiales y militares.

Después viene el vigésimo aniversario del durísimo asalto del 4 de junio contra los estudiantes que se manifestaban en la plaza de Tiananmen. Cuando el Presidente Hu Jintao y el Primer Ministro Wen Jiabao pasaron a ocupar el poder hace siete años, hubo llamamientos en pro de una reevaluación de la respuesta oficial, pero recientemente la presión se ha intensificado, sobre todo con la publicación de la “Carta 08”, manifiesto subscrito por centenares de intelectuales, periodistas, abogados y ciudadanos de a pie de China, en el que se condenaba la ejecutoria del gobierno en materia de derechos humanos y se pedía más reforma democrática, libertad de expresión, transparencia gubernamental y apertura social.

Aunque ni Hu ni Wen participaron directamente en la represión, no por ello deben dejar de actuar con cautela. Hacer todo lo posible para evitar una repetición de la situación de 1989 puede ser la máxima prioridad de los dirigentes del Partido Comunista en 2009 y, en vista de la recesión económica, del aumento de la disparidad de rentas y del desempleo y de un descontento popular en aumento por la corrupción, los dirigentes de China no van a dar abasto.

Naturalmente, la inspiración para casi todos los movimientos de reforma política en China es el Movimiento del 4 de Mayo de 1919, cuando estudiantes chinos protestaron contra un gobierno débil y corrupto y pidieron que China se fortaleciera adoptando dos ideales occidentales fundamentales: la democracia y la ciencia. Cuando se acerca el nonagésimo aniversario, China ha dado pasos de gigante en materia de ciencia, pero aún le queda mucho camino por recorrer en materia de democracia.

Este año se cumple también el quincuagésimo aniversario del Gran Salto Adelante, cuando entre veinte y cuarenta millones de chinos murieron de hambre, además del décimo aniversario de la prohibición gubernamental de Falun gong, organización de autoproclamados practicantes religiosos y de meditación que ha puesto en tela de juicio la legitimidad del Partido Comunista. Ese movimiento militante, pese a estar en gran medida desacreditado dentro del país, sigue teniendo seguidores en todo el mundo y en cualquier momento puede haber más protestas y en formas imprevisibles.

Si bien algunos de los numerosos aniversarios que los dirigentes de China deben afrontar son potencialmente muy desestabilizadores, otros han redundado –y seguirán haciéndolo– a su favor: por ejemplo, el trigésimo aniversario del movimiento de reforma de China y del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y los Estados Uncidos ha sido un acontecimiento muy celebrado en este mes de enero.

Más importante es que en octubre se cumplirá el sexagésimo aniversario de la fundación de la República Popular de China, acontecimiento que el Partido conmemorará a lo grande. Al fin y al cabo, el Reino de Enmedio ha llegado a ser la tercera economía del mundo por su tamaño (después de substituir recientemente a Alemania), ha mandado astronautas al espacio, ha enviado destructores navales avanzados al Cuerno de África y ha llegado a ser el mayor titular de deuda exterior de los Estados Unidos. China deseará tensar sus músculos y proclamar ante el mundo que el Partido ha cumplido con lo prometido a su pueblo y ha vuelto fuerte y próspero el país.

Con la continuación de la peor recesión desde el decenio de 1930, la economía americana y la china están destinadas a sufrir más reveses. No hay garantía de que el sentimiento proteccionista y xenófobo en los Estados Unidos no vaya a afectar a las relaciones China-EE.UU. ni de que la recesión económica no provoque nuevos disturbios en China.

El mundo no debe equivocarse respecto de esos disturbios en China, como tampoco debe olvidar el feroz despliegue de nacionalismo por parte de China en respuesta a las protestas occidentales durante el relevo de la antorcha olímpica, el extraordinario patriotismo que recorrió el país en respuesta al terremoto de Sechuan y el orgullo nacional demostrado con los Juegos Olímpicos.

Pero en 2009 tampoco vendría mal a los dirigentes de China tomar nota de la necesidad de seguir garantizando al mundo su compromiso con un “ascenso pacífico” y hacerlo abordando con audacia algunos de los problemas no resueltos que los aniversarios de este año pondrán de relieve.

Fuente: http://www.project-syndicate.org/

martes, 27 de enero de 2009

La sorpresa de Obama

Por: Richard N. Haass

Las elevadas expectativas que rodean a la presidencia de Barack Obama, en general, son algo bueno, ya que nos recuerdan que gran parte del sentimiento antinorteamericano que hoy es tan evidente en todo el mundo no es ni necesita ser permanente.

Sin embargo, estas expectativas también son un problema para Obama, ya que será difícil -y, en algunos casos, imposible- que pueda satisfacerlas. No habrá ningún estado palestino esta primavera (boreal); tampoco habrá un pacto sobre cambio climático global ni un nuevo acuerdo comercial ni un fin a la pobreza o al genocidio o a la enfermedad en el futuro cercano.

Las razones van más allá de la realidad de que los grandes logros requieren de tiempo y esfuerzo. El futuro presidente enfrenta limitaciones extraordinarias -limitaciones que demandarán que otros países tengan un rol más activo si es que la estabilidad y la prosperidad han de ser la norma y no la excepción.

La limitación más obvia surge del estado de la economía norteamericana. Desaparecieron dos millones de empleos sólo en los últimos cuatro meses. El mercado inmobiliario sigue deteriorándose. El PBI de Estados Unidos se está contrayendo a un ritmo casi sin precedentes.

En consecuencia, Obama no tendrá otra alternativa que dedicar la mayor parte de su tiempo y atención a revivir la economía. Más que cualquier otra cosa, su éxito en este terreno determinará la percepción que se tenga de su administración. El mismo reconoce que esto le exigirá postergar el cumplimiento de otras varias promesas de campaña.

Una segunda limitación surge de todas las crisis que recibirán al nuevo presidente. Israelíes y palestinos están librando una guerra de bajo nivel. La situación en Irak está mejorando pero, en absoluto, está garantizada. Obama puede tener que elegir entre atacar las instalaciones nucleares de Irán y convivir con un Irán que tiene la capacidad de construir un arma nuclear en cuestión de semanas. El gobierno de Afganistán está perdiendo terreno en su lucha contra un talibán resucitado. Pakistán, que posee decenas de armas nucleares y es refugio de los terroristas más peligrosos del mundo, podría convertirse en un estado en bancarrota, al igual que la nuclearmente armada Corea del Norte. Muchos de estos desafíos no son tanto problemas que resolver como situaciones que manejar.

Una tercera limitación surge de las tendencias en el sistema internacional. La era de la unipolaridad norteamericana terminó. Obama heredará un mundo en el que el poder en todas sus formas -militar, económico, diplomático y cultural- está mucho más repartido que en cualquier otro momento antes. Esto implica que tendrá que lidiar con un número importante de amenazas, vulnerabilidades y actores independientes que quizá se resistan a inclinarse ante la voluntad de Estados Unidos.

Todo esto hará que a Estados Unidos le resulte más difícil lograr que se hagan cosas en el mundo -y que a Obama le cueste poder satisfacer las expectativas depositadas en él- sin la ayuda activa de los demás. Y dado que Obama querrá cumplir con algunas de esas expectativas, es mejor que otros países estén preparados para recibir pedidos -y presión- de parte de Estados Unidos para que actúen junto con él y no en su contra, o para que no se sienten de brazos cruzados.

China recibirá presiones para revaluar su moneda (que hoy se mantiene en niveles artificialmente bajos) de manera que las exportaciones chinas sean más costosas y las importaciones de otros países (inclusive Estados Unidos), más baratas. Y se esperará que China y otros países en desarrollo contribuyan a reducir las emisiones de carbono y desacelerar el ritmo del cambio climático global.

Los países europeos deberían estar preparados para que Estados Unidos los inste a ser más activos a la hora de hacer frente al creciente desafío de seguridad en Afganistán. Lo que está en juego es la relevancia de la OTAN en un mundo en el que los principales desafíos de seguridad a los que se enfrenta Europa se encuentran fuera de la zona del tratado de la OTAN.

Los países de todo tipo serán invitados a hacer su parte para superar los obstáculos a un nuevo acuerdo comercial global. Tendrán que derribarse las barreras arancelarias y no arancelarias. A los países ricos se les pedirá que reduzcan los subsidios; a los países pobres, que abran sus mercados.

A los líderes árabes que critican a Estados Unidos por lo que consideran deficiencias de sus políticas hacia Oriente Medio se les preguntará, a su vez, cuánto más están dispuestos a hacer para apuntalar al gobierno en Irak. Una vez que ceda el combate entre Israel y Hamas, seguramente surgirá el interrogante de qué harán los estados árabes para fortalecer a los moderados palestinos y hacer las paces con Israel.

Rusia y China deberían estar preparadas para recibir una enorme presión de parte de Obama para desalentar más activamente a Irán de continuar con el enriquecimiento de uranio. Esto incluirá reclamos de mayores sanciones políticas y económicas, y es de imaginar, incluso, un respaldo para un uso limitado de la fuerza militar para reforzar las sanciones.

Esta lista es extensa, pero fácilmente podría ser mucho más larga. El resto del mundo muchas veces se mostró disconforme con George W. Bush, tanto por el contenido como por el estilo de su política exterior. Ahora otros descubrirán que la alternativa a que Estados Unidos actúe por su cuenta o se retire de la escena global es un multilateralismo real, que exige su voluntad y su capacidad a la hora de comprometer recursos para hacer frente a los desafíos apremiantes. Obama probablemente sea más diplomático que su antecesor, pero quizá también sea más exigente.

Fuente: project-syndicate.org

La irrealidad del ciclo económico “real”

Por: Robert Skidelsky

Hace poco, al testificar ante un comité del Congreso de Estados Unidos, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, dijo que el reciente colapso financiero había destrozado su “estructura intelectual”. Me interesaría mucho entender qué quiso decir.

Puesto que no he tenido la oportunidad de hablar con él, tengo que recurrir a sus memorias, La era de las turbulencias , para encontrar indicios. Pero ese libro se publicó en 2007 –es de suponer, antes de que su estructura intelectual se viniera abajo.

En sus memorias, Greenspan reveló que su economista favorito era Joseph Schumpeter, el inventor del concepto de la “destrucción creativa”. En el resumen que Greenspan hace del pensamiento de Schumpeter, una “economía de mercado se revitalizará incesantemente desde dentro mediante la eliminación de las empresas viejas y en malas condiciones y la reasignación de los recursos a compañías nuevas y más productivas”. Greenspan había visto cómo “este patrón de progreso y obsolescencia se repite una y otra vez”.

Según Schumpeter, el capitalismo hacía avanzar la condición humana mediante una “tormenta perenne de destrucción creativa”, que él comparaba con un proceso darwiniano de selección natural para asegurar la “supervivencia del más fuerte”. En palabras de Greenspan, la legislación del New Deal de Franklin Roosevelt “limó las asperezas” de la destrucción creativa, pero tras la ola de desregulación de los años setenta, Estados Unidos recuperó gran parte de su espíritu empresarial de tomar riesgos. Como señala Greenspan, “la idea de destrucción creativa de Schumpeter finalmente obtuvo una amplia aceptación” con el auge de las empresas punto-com en los años noventa.

Este era el mismo Greenspan que en 1996 advirtió sobre la “exuberancia irracional” y posteriormente, como presidente de la Reserva Federal, no hizo nada para detenerla. Tanto la frase como su falta de acción tienen sentido a la luz de su (ahora destrozado) sistema intelectual.

Es imposible imaginar una tormenta continua de destrucción creativa fuera de un contexto de auge y crisis. En efecto, los primeros teóricos de los ciclos económicos así lo entendieron. (El propio Schumpeter escribió un libro enorme y en gran parte ilegible con ese título en 1939.)

En la teoría clásica del ciclo económico, un auge empieza con una serie de invenciones –el telar mecánico y la máquina de hilar en el siglo XVIII, los ferrocarriles en el siglo XIX, los automóviles en el siglo XX. Pero las presiones competitivas y el largo período de gestación de los gastos de capital fijo multiplican el optimismo y provocan que se invierta más de lo que en realidad es rentable. Ese exceso de inversión produce un colapso inevitable.

Los bancos multiplican el auge facilitando demasiado la obtención de créditos y exacerban las crisis al retirarlo de manera muy abrupta. Pero el legado es una mayor eficiencia de los bienes de capital acumulados.

Dennis Robertson, un teórico del ciclo económico “real” de principios del siglo XX escribió: “No creo que una política que, al buscar la estabilidad de los precios, la producción y el empleo, hubiera cortado de raíz el auge de los ferrocarriles ingleses en los años cuarenta, o el auge de los ferrocarriles de 1869-71 en Estados Unidos, o el auge de la electricidad en Alemania de los años noventa hubiera sido a final de cuentas benéfica para los pueblos afectados”. Al igual que su contemporáneo, Schumpeter, Robertson consideraba que estos ciclos de auge-crisis, que implicaban la creación de nuevo capital y la destrucción del viejo, eran inseparables del progreso.

La teoría contemporánea del ciclo económico “real” añade una montaña de matemáticas a estos primeros modelos, con el efecto principal de minimizar la “destructividad” de la “creación”. Logra combinar los ciclos de auge y recesión impulsados por la tecnología con mercados que siempre se ajustan (es decir, no hay desempleo).

¿Cómo se logra este truco? Cuando un “choque” tecnológico positivo aumenta los salarios reales la gente trabajará más, lo que hará que la producción crezca. Ante un “choque” negativo, los trabajadores aumentarán su ocio, lo que provocará que la producción caiga.

Estas son respuestas eficientes a los cambios en los salarios reales. No se necesita ninguna intervención del gobierno. El rescatar a empresas automotrices ineficientes como General Motors desacelera el ritmo del progreso. De hecho, mientras que la mayoría de las escuelas de pensamiento económico sostienen que una de las principales responsabilidades del gobierno es mitigar el ciclo, la teoría del ciclo económico “real” sostiene que reducir la volatilidad reduce el bienestar.

Es difícil entender cómo este tipo de teorías explican la turbulencia económica actual o dan elementos sólidos para abordarla. En primer lugar, a diferencia del auge de las empresas punto-com, no es fácil identificar el “choque” tecnológico que desencadenó el auge. Por supuesto, la expansión se desató gracias a un crédito demasiado abundante. Pero esto no se utilizó para financiar nuevas invenciones: fue en sí la invención. Se le llamó hipotecas titulizadas. No dejó monumentos a la inventiva humana, sólo una pila de ruina financiera.

En segundo lugar, este tipo de modelo sugiere firmemente que los gobiernos no deben hacer nada ante dichos “choques”. En efecto, los economistas del ciclo económico “real” suelen afirmar que, si no hubiera sido por las políticas equivocadas del New Deal de Roosevelt, la recuperación de la Gran Depresión de 1929-1933 podría haber sido mucho más rápida de lo que fue.

En la actualidad un consejo equivalente sería que los gobiernos de todo el mundo están cometiendo errores al rescatar a los bancos con estructuras sobredimensionadas a nivel ejecutivo, subsidiar a las empresas ineficientes y poner obstáculos para que los trabajadores racionales pasen más tiempo con sus familias o acepten empleos con menores salarios. Me recuerda al entrevistador que fue a visitar a Robert Lucas, uno de los altos sacerdotes de la escuela del nuevo ciclo empresarial, en un momento en que el desempleo en Estados Unidos era alto en los años ochenta.

“Mi chofer es una persona desempleada que tiene un doctorado”, le dijo a Lucas. “Bueno, pues yo diría que si maneja un taxi es chofer de taxis”, contestó el ganador del Premio Nobel de 1995.

Si bien Schumpeter capturó brillantemente el dinamismo inherente al capitalismo impulsado por los empresarios, sus sucesores modernos “reales” ahogaron sus percepciones con su obsesión por el “equilibrio” y los “ajustes instantáneos”. Para Schumpeter, el espíritu del capitalismo tenía algo de nobleza y algo de tragedia. Pero esos sentimientos están muy lejos de las técnicas bonitas y corteses de su progenie matemática.

Fuente: /www.project-syndicate.org

lunes, 26 de enero de 2009

Gaza es Guernica

Por: Atilio Borón

Sería redundante pretender inventariar una vez más la interminable cantidad de atrocidades cometidas por Israel en Gaza, juicio este que es avalado inclusive por personas e instituciones que durante décadas le brindaron su más irrestricto respaldo. Este mismo periódico ha reproducido la opinión de gran cantidad de testimonios e ilustrado a sus lectores con brillantes análisis sobre esta verdadera tragedia para la humanidad, desatada con la complicidad de Estados Unidos y la tradicional hipocresía europea. La nota de Juan Gelman (“¡Mentira! ¡Mentira! ¡No tiene perdón!”, del 15 de enero) desbarata con una evidencia abrumadora el argumento según el cual la actual masacre de Gaza (y digo masacre, porque no se trata de una guerra sino de una carnicería) sería una respuesta defensiva ante los ataques, por cierto que también inadmisibles, de Hamas.

La barbarie perpetrada por el régimen de Tel Aviv reconoce pocos antecedentes en los últimos tiempos: el bombardeo estadounidense con napalm a las aldeas campesinas vietnamitas, la “limpieza étnica” de Milosevic y algunas pocas aberraciones más. Es difícil encontrar ejemplos parecidos. A lo que más se parece es a la infame y cobarde agresión que el régimen nazi y su aliado fascista en Italia descargaron sobre Guernica. Como en esa pequeña ciudad vasca, en Gaza se produce una matanza indiscriminada de mujeres y niños, bajo la falsa acusación de que eran todos terroristas, desmentida una y mil veces, para eterna condena de sus perpetradores, por las miles de fotografías que circulan por todo el mundo. Se nota que el régimen israelí aprendió muy bien de su patrón estadounidense las malas artes de las mentiras y los engaños. Esas fotografías demuestran los inauditos alcances del genocidio y la saña con que lo practican las fuerzas armadas israelíes. Se destruyen escuelas, universidades, hospitales y, apenas ayer, la propia oficina de las Naciones Unidas en Gaza. Se prohíbe el ingreso de periodistas practicándose una descarada censura de prensa y se sellan las puertas de esa ciudadela para impedir la llegada de toda ayuda humanitaria privando a la población de Gaza de alimentos y medicamentos esenciales.

Esta salvajada sólo podría ser vívidamente retratada por un genio como Pablo Picasso, cuya pintura del horror que padeció Guernica es un testimonio imperecedero que condena inapelablemente y hasta el fin de la historia a sus malditos agresores. Lamentablemente hoy no tenemos un Picasso, pero las imágenes que con valentía se han podido tomar y difundir tienen una conmovedora elocuencia que ya está sacudiendo el espíritu de millones en todo el mundo. Y en Israel mismo, son cada vez más los ciudadanos que aborrecen los crímenes que en su nombre comete un gobierno que junto con su protector, financista y proveedor de armamentos, Estados Unidos, se ha convertido en uno de los mayores terroristas del planeta y una amenaza para la humanidad y, sobre todo, para el pueblo judío. No es exagerado calificar a los indignos y malignos gobernantes de Israel como auténticos herederos de la barbarie nazi, que también asesinaban indiscriminadamente para aterrorizar a la población; que también buscaban asegurarse su “espacio vital” para garantizar la impunidad de sus acciones; que también masacraban con su superioridad militar a poblaciones indefensas, y que también mentían, como recomendaba Goering, porque de tanto hacerlo creían que esas mentiras se convertirían en verdades.

Es doloroso constatar la involución del Estado israelí, tan lejos hoy de los sueños de grandes pensadores judíos, como Martín Buber, que lo imaginaron como la realización de un original modelo socialista. Un Estado a cuya ilegitimidad de origen se le agrega ahora una ilegitimidad aún mayor, emanada de la carnicería practicada sobre una población civil indefensa que obliga a preguntarse cuán democrático puede ser un Estado que perpetra tales crímenes. Ilegitimidad de origen, decíamos, no porque el pueblo judío no tenga derecho a tener su Estado, pues ese derecho es indiscutible y Hamas debe reconocerlo sin más dilaciones. Pero ilegitimidad porque se erigió robando tierras a otro pueblo al que también le asiste el mismo derecho. El acuerdo entre el colonialismo británico y el imperialismo norteamericano que al final de la Segunda Guerra Mundial se tradujo en la creación del Estado de Israel fue posible porque, ante la debilidad del mundo árabe, pudo apropiarse para Israel de un territorio que no era sólo suyo sino que se compartía con los palestinos. Este despojo está en la base del interminable conflicto que desangra a la región y que sólo se agrava con el correr de los años. Si no ha habido paz durante más de medio siglo no ha sido por algún problema coyuntural o por la limitación de algún funcionario o gobernante de Israel o de Palestina. No hay paz, ni podrá haberla, mientras no se ponga fin a ese despojo territorial creando, junto al Estado de Israel, un Estado palestino dotado de un territorio propio, geográficamente contiguo y viable económicamente. La abrumadora superioridad militar de que hoy dispone Israel es una garantía muy frágil para su supervivencia cuando se la examina desde el prisma de la historia. Por eso, sus cobardes halcones, patéticos discípulos de Hitler, son los peores enemigos del pueblo judío. Pero ya hay algunos indicios de que un sector creciente de la ciudadanía israelí se está percatando de esta aberrante situación y comienza a protestar contra la agresión a Gaza y a exigir una política más sensata, y acorde con las mejores tradiciones del pueblo judío, para llegar a una solución definitiva de este sangriento conflicto.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/#

domingo, 25 de enero de 2009

Cómo se derrotó al golpismo Cívico-prefectural en Bolivia

Por: Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia

En el día de celebración del referéndum constitucional boliviano, nos ha parecido de interés reproducir este discurso del Vicepresidente de la República de Bolivia, pronunciado el pasado mes de octubre.

Permítanme hacer una reseña de la situación actual en la que se halla la lucha y el esfuerzo de nuestros pueblos por encontrar la emancipación. Cuando uno mira hacia atrás, encuentra no solamente décadas, sino siglos de esfuerzo, luchas, sacrificios y heroísmos de los pueblos y los trabajadores de Bolivia, la mayoría indígena, por lograr su proceso de emancipación.

Durante toda la colonia y luego la República, el pueblo boliviano tuvo que vivir no sólo en el olvido y la discriminación, sino en el abuso y la explotación. Frente a cada intento que hizo la inmensa mayoría del pueblo indígena y traba- jador, por buscar una convivencia pacífica en igualdad, la respuesta de las élites dominan- tes, coloniales, republicanas, fue el maltrato, la represión, la intimidación y la masacre.

Los acontecimientos de los recientes años en Bolivia son parte de un largo proceso de búsqueda y planteamiento de una relación de equilibrio, convivencia y reconocimiento mutuo entre todos los sectores sociales de nuestro país. Algunos hitos de este proceso son: los levantamientos de los artesanos, por 1840, a la cabeza de Manuel Isidoro Belzu; el levanta- miento de Andrés Ibáñez, acá en tierra cruceña, por los años 1860-1870, en lo que se llamó la Revolución Igualitaria; el levantamiento de Zárate Willka, un caudillo indígena aymara que planteó a las clases dominantes y a los mestizos una relación de convivencia equilibrada entre pueblos, culturas y naciones que conformaban la patria boliviana.

Luego vino la Revolución de 1952, que logró grandes avances en el tema de reconocimiento de los derechos: la igualdad ante el voto, la entrega de tierras, la recuperación de empresas. Pero aun en ese momento tan importante que significó una transformación revolucionaria del país, la demanda de igualdad, reconocimiento y equilibro de los pueblos indígenas fue dejada de lado y se buscó sepultar lo que era la máxima aspiración de un pueblo que reclamaba inclusión para sus miembros como ciudadanos de pleno derecho.

Resurgimiento del Indianismo



En la década del 70 del siglo XX, ante el fracaso de la Revolución de 1952, una generación de luchadores sociales del campo y de la ciudad comenzó nuevamente a replantear la temática de la igualdad entre los pueblos. Éste fue el momento del surgimiento de todavía pequeños núcleos de activistas indianistas y kataristas que reivindicaban el reconocimiento de la igualdad de los pueblos, una justa distribución de la riqueza y el derecho de todos a ser gobernados y gobernantes, sin tomar en cuenta el apellido, el color de piel, la vestimenta o el idioma que uno hablara. Fue larga y dolorosa esta construcción reciente del movimiento igualitario de los pueblos, comenzó con núcleos de activistas, de líderes sindica- les y campesinos, y de intelectuales indígenas que habían logrado, muy difícilmente, entrar a las universidades. Fue también muy duro el enfrentamiento contra una izquierda, igual- mente colonial, que no reconocía las diferencias de culturas y que no tomaba en cuenta, en sus reivindicaciones, el rechazo a la herencia colonial de la discriminación y abuso contra los pueblos mayoritarios de nuestro país: los pueblos indígenas.

En los años 80 del siglo pasado, cuando se implementó el modelo neoliberal Bolivia vivió un proceso de desmantelamiento de sus estructuras organizativas populares. Por ejemplo, la Central Obrera Boliviana (COB) se vio afectada con los procesos de cierre de empresas, la relocalización y la flexibilización laboral que rompieron la organización nacional de resistencia de las políticas de los gobernantes. A partir de ello, les tocó, como una especie de posta histórica, a los pueblos indígenas, al movimiento campesino, asumir la construcción del liderazgo de un movimiento igualitario, de renovación de la patria y de convivencia entre los pueblos.

En tiempos en que predominaba el neoliberalismo en el país -las décadas de los años 80 y 90, los veinte años perdidos-, el movimiento indígena campesino se atrincheró y desplegó una resistencia heroica en defensa de la hoja de coca, de los recursos naturales, de la dignidad y de la patria. En tiempos de desmoralización general del país, de abuso y prepotencia neoliberal, las Seis Federaciones de Productores de Coca del Trópico de Cochabamba (en el Cha- pare), el norte de Potosí, la ciudad de El Alto, el departamento de Santa Cruz en sus sectores empobrecidos, las federaciones campesinas del norte de La Paz, convertidos en núcleos históricos de resistencia, comenzaron un lento proceso de rearticulación y de reorganización social en busca de la emancipación.

Debilitada la clase obrera tradicional que dependía de la gran empresa, fragmentada la nueva clase trabajadora obrera en pequeños talleres, en pequeñas fábricas, las organizaciones territoriales campesinas indígenas tuvieron que resistir al neoliberalismo en defensa de los recursos naturales que estaban siendo objeto de privatizaciones y venta a empresas extranjeras. Mientras el neoliberalismo avanzaba en todos los terrenos privatizando empresas públicas, cambiando la mentalidad de los jóvenes, introduciendo el discurso y el pensamiento individualista, socavando y fragmentando a las organizaciones sociales urbanas, la resistencia y la lucha por la dignidad del país se concentró en aquellas organizaciones territoriales campesinas indígenas que defendían lo último y lo primero que tiene el ser humano para preservar la vida: la naturaleza.

El aprendizaje fue rápido. De marchas y movilizaciones inicialmente aisladas, comenzaron a expandirse las redes de solidaridad y hermandad del pueblo, del Chapare a Santa Cruz, del Chapare a Cochabamba, del Chapare a Tarija, del Chapare al altiplano. Una silenciosa red de estructuras comunitarias territoriales, indígenas y campesinas, comenzó a preparar el gran escenario de lo que en Bolivia hemos denominado: el gran Pachakuti 1.

Recogiendo lo mejor de la herencia obrera de los años 40, 50 y 60 de la lucha social boliviana y lo mejor de la herencia organizativa urbana de la lucha popular frente a las dictaduras, el movimiento indígena y campesino no solamente se planteó la necesidad de resistir ante las políticas neoliberales impuestas por los gobiernos excluyentes y racistas, sino también le tocó proyectar la toma y construcción del poder, para cambiar la estructura del Esta- do, para cambiar las relaciones de convivencia entre los boliviano. El movimiento originario campesino decidió fundar, en 1995, el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), lo que ahora es el Movimiento al Socialismo, el MAS-IPSP.

Esta decisión marcó el destino del país, por- que hasta entonces los obreros, campesinos e indígenas, solamente habían sido convocados para resistir, para aguantar y defender, pero nunca se habían planteado, en la larga historia de 180 años de vida republicana, la posibilidad de que fuera el movimiento indígena campe- sino y popular quien asumiera las riendas del destino de Bolivia. De la resistencia a la toma del poder, de la acción defensiva y meramente reivindicativa, el movimiento indígena se planteó a sí mismo la necesidad de construir, transformar y asumir el control del poder del Estado.

A partir de esa decisión trascendental de 1995, la historia de los pueblos indígenas bolivianos y latinoamericanos fue otra. Los pueblos no solamente estaban para resistir y aguantar el abuso, no solamente estaban para defender los recursos, estaban también para replantearse ellos la conducción del destino de sus países.

Triunfo del Instrumento Político de Liberación



El crecimiento del instrumento político de los pueblos indígenas y de los sectores populares fue gradual desde 1995 hasta el año 2005. En el transcurso de diez años la marcha fue imparable; se empezó con un municipio, pero en la siguiente elección se llegó a cuatro; luego, de cuatro municipios se pasó a 80, y en la elección municipal de 2004, el MAS llegó a tener 120 alcaldías. Ése fue el proceso gradual de conquista territorial, de funciones de mando y de decisión al interior de nuestro país. Y en el ámbito parlamentario, de tener inicialmente una bancada de cuatro parlamentarios se pasó a tener 28 congresistas, luego en la elección de 2005, se logró obtener 84 parlamentarios, del total de 157 congresistas de nuestro país.

Este proceso de cerco gradual, representativo y democrático de la estructura del Estado racista, no fue fácil. La decisión de avanzar a la construcción y toma del poder tuvo innumerables batallas: marchas, resistencias, masacres, gigantescas sublevaciones que en el año 2000 obligaron a una empresa extranjera a abandonar el país, porque estaba lucrando con los recursos colectivos y comunitarios de los pueblos.

A partir de esa victoria, el segundo paso fue enfrentar el poder gubernamental dominado por partidos políticos corruptos, por especuladores, por terratenientes y gente subordina- da a empresas extranjeras, para obligarlos a retroceder gradualmente en sus medidas de gobierno en contra del país. Ante la movilización, los bloqueos, los paros, en el ejercicio legítimo de las reivindicaciones del pueblo, la respuesta de los gobiernos neoliberales insensibles era la masacre. En octubre de 2003, Sánchez de Lozada, antes de renunciar obligado por la sublevación popular, dejó tendidos en el país unos 60 muertos, 600 heridos y decenas de mutilados, por la ambición de defender intereses particulares, frente a una demanda popular generalizada de igualdad, justicia, reconocimiento y recuperación de recursos naturales. Fueron las sublevaciones populares las que carcomieron externamente la estructura de un Estado señorial, racista, oligárquico y terrateniente que había predominado en la vida política del país en las últimas décadas.

En las elecciones generales de diciembre de 2005 un luchador, un dirigente sindical, un dirigente campesino, un indígena, por primera vez en 182 años de vida republicana, asumía democrática y constitucionalmente el gobierno de nuestra patria. En un país donde los pueblos indígenas son el 65 por ciento de la población, nunca antes un indígena había pisado el Palacio de Gobierno como primera autoridad; en un país donde la inmensa mayoría es gente pobre, humilde y trabajadora, nunca un trabajador, una persona humilde, había alcanzado la primera magistratura. En 2005 se acabó esa historia, el pueblo reconoció en el Presidente Evo Morales al indígena que cada uno es, al trabajador que cada uno es, al obrero o al vecino que cada uno es, se miró en el Presidente Evo a sí mismo y decidió votar por sí mismo. En 2005, el pueblo dejó de votar por patrones y por empresarios, y como nunca había sucedido en nuestra historia, el pueblo comenzó a verse a sí mismo y se veía a sí mismo como gobernante y como gobernado, como dirigente y como dirigido, como tiene que ser en cualquier sociedad democrática.

A partir de 2005, la historia de nuestro país dio un giro, a la cabeza de Evo Morales, el primer Presidente indígena de América Latina, de nuestra historia, de nuestra República, las cosas en Bolivia y en el Continente comenzaron a cambiar. Las primeras medidas que se tomó, como dijo el Presidente Evo, fue convertir al gobierno de esclavizador del pueblo, en esclavo del pueblo, porque a partir de ese momento fueron las organizaciones, los sindicatos, las comunidades, las asambleas las que empezaron a tomar las grandes decisiones, los grandes planteamientos de transformación de nuestro país, que por medio del Presidente Morales, se convertían en leyes y en decretos.

La que antes era mayoría olvidada, desprecia- da, explotada y silenciada, ahora se convertía en mayoría gobernante, deliberante, que toma decisiones para beneficiar absolutamente a todos. Pero desde el año 2006, este liderazgo indígena popular y campesino que emergió desde abajo no gobernó solamente para los indígenas, para los campesinos y los humildes, comenzó a gobernar para todos los bolivianos: campesinos, obreros, estudiantes, comerciantes, profesionales, empresarios; porque en este hecho comenzó a consolidarse lo que era un liderazgo local, regional o sectorial, en un liderazgo de carácter nacional.

Las medidas de nuestro gobierno fueron muy concretas: recuperar los recursos naturales y las empresas que privatizaron los neoliberales y que se encontraban en manos extranjeras. Para tomar esas decisiones, no importaron amenazas ni chantajes, el gobierno del primer Presidente indígena de Bolivia y del continente, tomó la heroica decisión de nacionalizar los recursos naturales, el gas y el petróleo, que hoy nuevamente son de todos los bolivianos y nuevamente los dineros de esos recursos benefician a todos los bolivianos.

La segunda medida fue construir la igualdad no solamente como discurso, sino como vida material. Y comenzamos a realizar este objetivo a través de medidas sociales, una de las prime- ras fue el Bono Juancito Pinto, que es un incentivo monetario de permanencia escolar, al que cada niño accede en beneficio de su familia una vez que haya completado la educación anual en colegio del primer al octavo grado. Otra medida social es la Renta Dignidad para los abuelos, hoy en Bolivia, y lo decimos con orgullo al mundo, a toda persona mayor de 60 años, esté jubilada o no, sea del campo o de la ciudad, el Estado boliviano la protege mensualmente con una renta, para que pueda vivir con dignidad y tranquilidad el resto de sus días.

Se empezó a utilizar los recursos del Estado para resolver el tema de la igualdad material. Antes, el dinero del Estado servía para prestar a dos o tres familias que no usaban el dinero en el país sino que lo llevaban al extranjero, se iban de vacaciones a Miami o a París y no in- vertían en Bolivia. En el gobierno de Evo Morales, se dejó de usar ese dinero para fomentar vacaciones de empresarios quebrados y se lo utilizó para apoyar y fomentar al pequeño productor campesino, pequeño gremial y pequeño artesano que hoy tienen, de manos del Estado, el acceso a crédito para producir y generar riqueza, en algunos casos en el campo, con cero por ciento de interés, siempre y cuan- do el alimento que genere sirva para beneficiar a las familias bolivianas.

En todo el aparato estatal, los indígenas que hasta entonces solamente eran los encargados de servir el café o preparar el alimento, hoy, desde la Presidencia, pasando por la Vicepresidencia, los ministerios y las prefecturas, los indígenas, junto con los mestizos, "el poncho y la corbata"2 caminan juntos en igualdad de condiciones. Un Presidente indígena un Vicepresidente mestizo, un Canciller indígena un ministro de Gobierno mestizo, en igualdad de condiciones en función de su cumplimiento de los intereses del país. A partir de entonces, el Estado abandonó su estructura racista y comenzó a seleccionar funcionarios de gobierno ya no por su apellido, su idioma, o su color de piel, como había sido antes; por primera vez, el Estado comenzó a incorporar, junto a mes- tizos, aymaras, quechuas, guaraníes, mojeños, trinitarios, sirionós, chapacos, todo el país comenzó a ser reconocido e integrado en cada una de las funciones del gobierno. En poco más de dos años y medio, la herencia colonial comenzó a ser desmontada y la injusta distribución de la riqueza comenzó a ser desmantelada para generar mecanismos de distribución que llegaran a todos.

Los gobernantes -anteriormente vistos como ladrones, flojos y vagos- comenzaron a ser vistos como trabajadores, como el Presidente Evo que se acuesta a las dos de la madrugada y se levanta a las cinco de la mañana a trabajar en beneficio del país. Gobernantes, ministros y diputados que ganaban 20 mil, 15 mil y 10 mil dólares al mes, hoy, ninguno de ellos puede ganar más de 15 mil bolivianos, que sería exageradamente 1.400 dólares, lo que gana el Presidente. Atrás quedaron esos altísimos salarios que simplemente servían para generar estructuras burocráticas ociosas que no beneficiaban al pueblo.

Silenciosamente y con la ayuda de líderes solidarios de Cuba y Venezuela, logramos la gran ilusión de todo pueblo: acabar con el analfabetismo, es posible que hasta fin de año, Bolivia pueda derrotar definitivamente al analfabetismo y tengamos cero por ciento de analfabetos en nuestro país. Actualmente existen casi 700 mil personas alfabetizadas en comunidades, sindicatos, barrios y ciudades.

Nuestro gobierno, entonces, comenzó con medidas estructurales para devolver el control de la riqueza y la economía al Estado. Distribuyó equitativamente la riqueza, saneó la vida del Estado, y todo esto teníamos y tenemos que convertirlo en norma constitucional para que sea la forma de convivencia de los pueblos para las siguientes décadas.

Punto de Bifurcación



Pero estas medidas transformadoras encontraron una dura resistencia en el bloque conservador que hasta entonces había estado administrando el Estado y que se había organizado en los comités cívicos regionales. Y esa resistencia ahondó la crisis estatal que vivíamos, amenazando incluso la viabilidad del proyecto revolucionario que estamos viviendo. Eso, hasta cierto punto es natural, todo momento revolucionario enfrenta su propia contrarrevolución. Por eso nosotros afirmábamos que viviamos un empate catastrófico por un buen tiempo, pero que todo ese tensionamiento se encaminaba hacia un punto de bifurcación para lograr la estabilización estratégica de un nuevo sistema estatal.

Ese punto de bifurcación fue anunciándose a través de las sucesivas crisis políticas y creo que el gobierno mismo puso en marcha una serie de medidas políticas estratégicas, que a modo de defensa del proceso, aceleraron el momento de la bifurcación.

Primero, decidimos que fuera el pueblo quien considerara y valorara con su voto si el Presidente Evo Morales y su Vicepresidente debe- rían continuar o no.

Pusimos estas acciones que ha tomado el gobierno desde el 2006 a consideración del pueblo para que las valorara con su voto y dijera: "Presidente Evo y Vicepresidente, se han equivocado" o "Sigan adelante". El 10 de agosto de este año, los bolivianos fuimos, como no había sucedido antes en el país, a un referéndum revocatorio o ratificatorio del Presidente y del Vicepresidente, y el pueblo, sabio, no solamente nos dio el 54 por ciento, como en 2005, el pueblo nos dio el 67 por ciento, más de dos tercios de los votos para decirle al Presidente Evo:

"Avance compañero, continúe su trabajo". Pero eso no gustó a algunos políticos, esta ratificación democrática, mayoritaria, en la que tres de cada cuatro bolivianos le dijeron sí al Presiden- te Evo, no gustó a los antiguos privilegiados, a las personas que antes vivían de engañar y robar al Estado, a algunas autoridades que han usado los cargos públicos para malversar y enriquecer a pequeñas roscas de amigos en beneficios personales. Apenas el pueblo puso el 67 por ciento del voto en las urnas ratificando al Presidente Evo para que continúe su trabajo, ese mismo día, comenzaron los preparativos de una terrible conspiración contra la vida del Presidente, contra el gobierno, la democracia y el pueblo.

Una vez ratificado Evo Morales como Presidente constitucional con el apoyo de más de dos tercios de los bolivianos, quedó visibiliza- da una nueva mayoría política en el país, quedó muy claro que el Presidente no solamente tenía el apoyo de los indígenas, campesinos y clases populares, sino de clases medias, estudiantes, jóvenes, profesionales. Evo Morales no solamente obtuvo el apoyo en el occidente, sino también en el oriente, en el sur y en el norte; no solamente ganó en el campo, donde la base campesina indígena apoyó a su Presiden- te con una votación del 80 y 90 por ciento, sino que también tuvo apoyo en las ciudades que le dieron, por ejemplo, el 40 por ciento aquí en Santa Cruz, el 80 por ciento en La Paz, el 84 por ciento en Potosí, el 50 por ciento en Tarija, el 54 por ciento en Pando. Nunca antes un Presidente había tenido tanto apoyo en tantas regiones, en todos los departamentos, en todas las provincias: 95 de 112 provincias votaron mayoritariamente por el Presidente Morales en agosto del 2008. Eso es algo que no so- portaban y no quisieron reconocer pequeños núcleos de fuerzas fascistas, reaccionarias y racistas de nuestro país. El 10 de agosto ganó la democracia, ganó el país y se ratificó el liderazgo y el proyecto nacional del gobierno a la cabeza del Presidente Evo Morales.

Al día siguiente, el 14 de agosto, una reunión de prefectos opositores, duramente golpeados por los resultados de las elecciones, decidió impedir que las autoridades legales y constitucionales del país lleguen a los distintos aeropuertos de algunas ciudades. Estos prefectos promovieron grupos de choque, junto con sectores cívicos y fuerzas fascistas políticas, para agredir e impedir el traslado de los gobernantes legítimos a cuatro departamentos: Pando en el norte, Beni en el noreste, Santa Cruz en el oriente y Tarija en el sur.

A tres días del referéndum revocatorio, estas mismas autoridades regionales derrotadas el 10 de agosto como proyecto nacional, decidieron sobreponerse al Congreso de la República y a la Constitución Política del Estado, y convocaron a elecciones de consejeros en los departamentos. Esta atribución presidencial y del Congreso fue arrebatada por estas autoridades regionales, con lo que, en ese mismo instante, pusieron en marcha un golpe de Estado, pero ya no militar, ya no con la participación de las Fuerzas Armadas -hoy fieles al Presidente, a la democracia y a la Constitución Política del Estado-, sino un golpe de Estado con núcleos fascistas, grupos de choque que comenzaron a desconocer, mediante las autoridades departamentales, el legítimo y constitucional gobierno de la República.

El 16 de agosto, acá, en nuestra querida Santa Cruz, como parte del golpe de Estado que se puso en marcha, se atacó el Comando Departamental dela Policía, se intentó tomar la Policía departamental, seguramente para que a partir de su control, se armen grupos de choque fascistas para salir a atemorizar al resto del pueblo cruceño.

El 17 de agosto, los prefectos de los cuatro departamentos, junto con los Comités Cívicos -núcleos de poder regionales donde se unifican los sectores empresariales terratenientes y conservadores-, convocaron a un paro cívico para paralizar la totalidad de la actividad eco- nómica y social el 19 de agosto.

El 22 de agosto, los cívicos, con apoyo de algunos prefectos, convocaron a un bloqueo de caminos y carreteras en los ingresos de los cuatro departamentos, con esta convocatoria, anunciaron un desabastecimiento general de alimentos para el propio pueblo cruceño y, fundamentalmente, para el resto de los pueblos de los otros cinco departamentos. Pasaron así, de la presión política a la guerra económica, impidiendo que la gente se alimente y abastezca de manera normal.

El 23 de agosto, un líder cívico del departamento del Beni advirtió y convocó a una sublevación armada en contra del gobierno constitucional legalmente establecido. A su vez, el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Branco Marinkovic, planteó que ya no era suficiente la autonomía sino que hay que pasar al federalismo, como una forma de impedir que el gobierno nacional pueda ejercer su legítimo y constitucional control sobre las funciones del Estado en el departamento de Santa Cruz.

El 28 de agosto, se reunieron los prefectos de Tarija, Pando, Santa Cruz y Beni, junto con los presidentes de sus Comités Cívicos y ese día se decidió acciones de fuerza de manera escalonada, en algunos casos de carácter terrorista y delincuencial, en los cuatro departamentos, en contra del Estado boliviano, del gobierno y las instituciones. Se armaron grupos de acción en núcleos especiales para iniciar acciones delincuenciales y se repartió dinero para que funcionen esos grupos.

El 31 de agosto, comenzó el bloqueo de caminos en Santa Cruz, Tarija y Beni, y un paro indefinido en los cuatro departamentos, se bloqueó el acceso de gasolina y diesel para asfixiar económicamente a las ciudades.

El 1 de septiembre, los prefectos anunciaron el desconocimiento de la convocatoria presidencial a un Referéndum Constitucional para aprobar la nueva Constitución Política del Estado y, por presión y decisión de los prefectos de los cuatro departamentos, las Cortes Electorales Departamentales se vieron obligadas a desconocer la autoridad y la decisión legal del Presidente de la República. Estaba en marcha un golpe de Estado, no solamente con la dimensión del ámbito del desconocimiento de la autoridad legal, sino en el ámbito del ejercicio de una guerra económica y de un control territorial por parte de las fuerzas golpistas.

El 2 de septiembre, los Comités Cívicos del Chaco decidieron bloquear y amenazaron con hacer explotar las instalaciones de gas y petróleo que se encuentran fundamentalmente en esta zona.

El 3 de septiembre, las Federaciones de Ganaderos de Santa Cruz y Beni, bajo el control de la derecha reaccionaria, anunciaron que no se llevaría carne a los departamentos del occidente, con el objetivo de iniciar una especulación de precios en los alimentos fundamentales de la canasta familiar.

El lunes 8 de septiembre, se bloqueó el acceso a las instalaciones petroleras en los cuatro departamentos.

El martes 9, se inició el ataque generalizado a instituciones del Estado boliviano. En Santa Cruz, se atacó el Canal 7 y la Red Patria Nueva (radio), ambos estatales, y los quema- ron. Atacaron el centro de telecomunicaciones del Estado, se lo quemó, saqueó y destruyó. Se destruyó y quemó también el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), institución encargada del saneamiento y distribución de tierras. En todo el departamento, se atacó cerca de 45 instituciones que quedaron destruidas, saqueadas, robadas y paralizadas por esta decisión cívica prefectural del golpe de Estado en marcha.

En el resto del país, una totalidad de 75 instituciones del Estado que tienen que ver con comunicación, tierra, recursos naturales, in- formación y administración del Estado, fue- ron destruidas, tomadas, saqueadas y paralizadas.

El mismo martes 9, estas fuerzas reaccionarias decidieron tomar el control de los aeropuertos para impedir que cualquier persona, pero fundamentalmente que el gobierno y las autoridades encargadas de restablecer el orden, puedan aterrizar. En otras palabras: para el 9 de septiembre, ya estaba tomado el control territorial de instituciones, centros de información y comunicación, y de los aeropuertos de estos cuatro departamentos del país.

También el martes 9, coronando esta decisión de controlar territorialmente parte del país para desconocer al gobierno del Presidente Evo Morales, se atacó resguardos policiales y militares, se desarmó efectivos y se les quitó material antidisturbios y armas de fuego. El golpe de Esta- do estaba en su momento cumbre.

El miércoles 10 de septiembre, continuó el ataque a resguardos policiales y militares, se atacó y ocupó instalaciones petroleras y gasíferas controladas por las Fuerzas Armadas, se desarmó a militares a quienes se les había instruido no usar sus armas de fuego frente a población civil en el marco del respeto a la vida humana, se cerró válvulas de gas y petróleo que alimentan al resto del país y se hizo explotar una válvula de gas que abastecía el mercado de Argentina y Brasil. En más de 30 años de exportación de gas bolivianos a países hermanos, aún con golpes de Estado milita- res, nunca en nuestra historia se habían cerrado las válvulas de gas. Estos golpistas civiles de hoy se atrevieron a destruir válvulas, dinamitaron gaseoductos, y lo peor: mandaron grupos de choque a cerrar las válvulas de gas y petróleo para que Santa Cruz, Cochabamba, La Paz, Oruro y Potosí no tengan gas.

El jueves 11 de septiembre, dentro de esas acciones coordinadas a nivel nacional, el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, mandó a masacrar a más de 15 campesinos que se dirigían a una reunión para tomar decisiones en defensa de la democracia. Muchos de estos campesinos humildes fueron baleados cuando estaban cruzando el río Tahuamanu; primero se los cercó y hostigó, ellos escaparon cruzan- do el río y desde un puente, de una manera inmisericorde y bestial, funcionarios de la prefectura hicieron tiro al blanco con los cuerpos de hombres y mujeres campesinos que trataban de huir nadando. Como si eso fuera poco, recibimos la información de que estas acciones no se trataban meramente de una venganza, de un descuido, sino que se decidió matar a campesinos indígenas y así dar un castigo ejemplarizador para que nunca más se atrevan a desconocer a sus patrones.

Hay información que se está investigando de que cosas parecidas tenían que suceder en Beni, Santa Cruz y Tarija. Es decir, los golpistas cívicos prefecturales estaban dispuestos a todo, a masacrar y segar la vida de quien sea con tal de preservar sus privilegios y acciones antidemocráticas frente al gobierno.

El mismo día en que Bolivia lloraba a sus muertos y no salía del asombro por los informes e imágenes que se transmitían desde Pando, el prefecto de este departamento intentó nombrar autoridades en ese departamento, sustituyendo las que había nombrado el gobierno en instituciones del Estado.

Las personas que somos mayores recordamos cómo eran los golpes de Estado en los años 70 y 80. Un golpe de Estado, en tiempos de dicta- dura, comenzaba con la toma de instituciones por parte de militares, el control de los centros de comunicación e información del país, el control territorial a través de la presencia militar en aeropuertos y puentes, después se daba la represión selectiva contra dirigentes y luego, la represión masiva contra el pueblo.

Cuando pensábamos que se había cerrado la etapa de los golpistas en nuestro país, en pleno siglo XXI, nuevamente renació, pero no de las instituciones del Estado, policías y militares fieles al mando constitucional, sino de autoridades cívicas y de algunas autoridades electas que quisieron crear, en el oriente, un territorio donde se desconocía al Presidente Evo Mora- les, al gobierno constitucional y, seguramente, si llegaba el momento, hubieran pedido luego algún tipo de intervención extranjera para que Bolivia quedara partida en dos. Incluso hubo un dirigente cívico en el Beni que pidió convertir Beni y Santa Cruz en un protectorado de alguna potencia extranjera, tremenda barbaridad colonial. ¡Protectorado en tiempos en que ya no hay colonialismo! Un protectorado significaba simplemente el quiebre, la partición de la unidad territorial de la patria.

Derrota del Golpismo Cívico-Prefectural



Eso es lo que Bolivia ha enfrentado en agosto y septiembre: autoridades, cívicos y empresarios que estuvieron dispuestos a desconocer la Constitución Política del Estado, que estuvieron dispuestos a matar la democracia, a asesinar a campesinos e indígenas, a dividir la patria, con el único objetivo de que el Presidente Evo Morales no continuara su mandato, que no continuáramos la marcha hacia la igualdad, a la distribución de la riqueza y al reconocimiento. Estas son las amenazas que nuestro gobierno ha tenido que superar hace un mes atrás. La resistencia, la defensa de la democracia y de la unidad de la patria contó con un gobierno que no dudó un solo instan- te en hacer todos los esfuerzos para defender la patria, la Constitución, la democracia y al pueblo.

Cuatro factores impidieron que esta intentona golpista cívica prefectural continuara. El primero fue la decisión de un gobierno firme que aguantó humillaciones, insultos, persecución, insolencias, soberbias y agresiones, pero que llegado el momento, tomó una decisión histórica y patriótica: expulsar al embajador de EEUU, PhilipGoldberg, el 9 de septiembre, justo en el momento en que el plan golpista estaba en su apogeo y luego, dos días después, declarar estado de sitio para preservar la vida, la Constitución y la democracia.

La expulsión del embajador Goldberg -quien tenía un largo historial como impulsor de procesos separatistas, pues fue jefe de la Oficina del Departamento de Estado para Bosnia, durante la Guerra de los Balcanes- marcó un punto de inflexión en la resistencia de nuestro gobierno contra el golpismo porque envió una señal clara de que no íbamos a seguir toleran- do las continuas provocaciones de este diplomático que claramente incentivaba la violencia en coordinación con los Comités Cívicos. Goldberg tuvo reuniones clandestinas con los prefectos opositores antes del referéndum revocatorio y después, cuando se implementa el plan golpista. Incluso los canales de televisión captaron imágenes de estas reuniones con los líderes del golpismo, quienes pretendían incendiar al país porque se sentían apoyados por el representante de una potencia extranjera contraria al proceso de cambio. Con la expulsión de Goldberg, los golpistas prácticamente fueron descabezados, se quedaron huérfanos y sin liderazgo.

El segundo factor fue la declaración de esta- do de sitio en Pando, para frenar la masacre de campesinos, el 12 de septiembre. Y como nunca antes había sucedido, el pueblo boliviano aplaudió esta decisión, porque antes los estados de sitio eran para detener dirigentes, reprimir a los trabajadores y abusar de los derechos democráticos. Cuando declaramos estado de sitio, hasta las propias organizaciones defensoras de derechos humanos aplaudieron al Presidente Evo Morales, porque ahora el estado de sitio sirvió para defender la vida, la democracia y sancionar a los golpistas.

Inmediatamente después de esta decisión firme del gobierno de la República, el Presiden- te, como Capitán General de las Fuerzas Armadas, instruyó retomar el control de Pando, entonces se mandó tropas para tal efecto. Aún en estado de sitio, la tropa militar fue recibida a balazos por los golpistas, armas de fuego de toda clase, metralletas, FAL, SIG, recibieron a las Fuerzas Armadas en un intento desesperado para evitar que se retomara el control y la pacificación de la región. Las Fuerzas Armadas cumplieron a cabalidad el mandato presidencial y, en 24 horas, se restableció la tranquilidad, algunos miembros de esos grupos de criminales y asesinos, fueron encerrados y la mayor parte escapó a otras regiones, se los está buscando para llevarlos a la justicia, porque no puede haber muertes impunes en el país.

El tercer elemento estratégico que permitió defender la democracia, la unidad de la patria y la Constitución fue la movilización social que se activó, se fortaleció, después de la expulsión de PhilipGoldberg y de la declaración del estado de sitio. Aquí mismo, en esta Santa Cruz heroica, al momento en que se iba desplegando el ataque a instituciones, la quema de oficinas, la destrucción de canales de televisión

y de radio, de los expedientes de tierra que favorecían a los campesinos, ese mismo momento, el pueblo cruceño, sus organizaciones campesinas y urbanas, tomaron la decisión de movilizarse para defender la Constitución y la democracia. Durante cuatro o cinco días, en el Plan 3000, resistieron heroicamente el ataque de bandas fascistas y criminales. Y no sola- mente fue el Plan 3000, fueron también el resto de los distritos, el distrito 8, el 12, también jóvenes de la universidad que dijeron: "Estamos aquí para defender la democracia, la Constitución y el proceso de cambio".

Pero la fuerza fundamental de la resistencia, como siempre, la desplegaron los indígenas y campesinos de Santa Cruz que desde distintas comunidades se levantaron y comenzaron a marchar para recuperar el control constitucional y democrático de la ciudad. Los campesinos habían aguantado tanta humillación cuando fueron agredidos y escupidos, cuando mujeres fueron pateadas en el piso, hasta que la gente dijo: "Basta", y defendieron la dignidad con una gran marcha por la democracia y por la patria. Cerca de 30 mil campesinos marcharon desde distintas regiones para llegar a la ciudad de Santa Cruz, y dentro de ella, jóvenes, profesionales, comerciantes, gremiales, vecinos, comenzaron a prepararse para recibir a los compañeros del campo que venían a defender al gobierno, al cambio, a la democracia y a la Constitución.

El cuarto pilar de la defensa de la democracia fue, sin duda, la solidaridad de la comunidad internacional. Nuestro Presidente Evo Mora- les asistió a una reunión de emergencia de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), de todos los países de Latinoamérica y ahí en Santiago de Chile, se declaró contundentemente la defensa unánime de la democracia, del gobierno constitucional legalmente establecido y el repudio al golpe cívico prefectural que habían puesto en marcha.

La defensa internacional de la democracia, la movilización social y la firmeza constitucional del Presidente Morales y de su gobierno fueron las herramientas con las que logramos derrotar a los golpistas, obligarlos a adecuarse al régimen constitucional y frenar este golpe que estaba llevando por delante con instituciones, leyes y vidas de bolivianos.

Hoy podemos decir que hemos derrotado con las armas de la democracia a los golpistas, que el pueblo los ha derrocado y ha defendido su Constitución y su gobierno legalmente establecido. Pero también les decimos con franqueza: la derecha fascista y golpista no ha sido derrotada definitivamente, hay todavía residuos de ella que no acepta que un indio sea Presidente, que un campesino pueda gobernar mejor que sus padres y sus abuelos que han destruido la patria en más de 180 años; hay todavía, lamentablemente, una derecha fascista, racista, discriminadora que no acepta la igualdad, que no acepta que un indígena marche junto a un mestizo y que la riqueza sea para todos y no sólo para unos cuantos. Y ellos, derrotados en una batalla un mes atrás, todavía siguen en pie y seguramente buscarán, de un modo u otro, volver con sus fechorías y atentar contra la democracia, la igualdad, la justicia y el gobierno del Presidente Evo Morales.

Por eso, a todos ustedes que han venido de lugares tan alejados, no sólo de nuestro país sino del mundo, les pedimos vigilancia permanente, movilización, la derecha ha sido derrota- da en una batalla pero aún no ha perdido la guerra y más pronto que tarde, seguramente, buscará otro mecanismo para atentar contra la igualdad en nuestro país. Y entonces, como ha sucedido recientemente, les pedimos que así como nos han acompañado hace un mes atrás, no nos abandonen, acompáñennos, aquí habrá un gobierno, un Presidente, un pueblo digno que defenderá con la vida la democracia y la unidad del país. Y si contamos con el apoyo de ustedes, esa derecha fascista no va a pasar y la derrotaremos.

Hermanos y hermanas, compañeros todos, el gobierno del Presidente Evo Morales así como tuvo la firmeza y la osadía para resistir el golpismo, mira el porvenir con tranquilidad y optimismo. Estamos trabajando para todos, no estamos gobernando para satisfacer a una familia o una persona, no estamos garantizando el porvenir de nuestras propias familias, estamos trabajando para que los hijos y nietos de todos, a futuro, puedan vivir en tranquilidad y prosperidad. Estamos gobernando para todos, para el indígena, el campesino, el profesional, el comerciante, el empresario, el vecino, incluso también para los golpistas, porque también son bolivianos, estamos gobernando también para ellos, porque no somos vengativos.

Los indígenas están mostrando lo que es un gobierno que no es de casta ni de rosca ni de clase, es un gobierno de y para todos los bolivianos. Y en esa fuerza moral, se pone a prueba el poderío del movimiento indígena campesino, no se viene a cobrar venganza de 500 años, se viene a construir la alegría de 500 años, para todos: indígenas, mestizos, trabaja- dores, citadinos y campesinos.

Estamos contentos de tenerlos aquí, agradecidos de que nos acompañen en este proceso, les pedimos que nos sigan acompañando en esta utopía histórica de reivindicación igualitaria de los pueblos, de construcción igualitaria de justicia, igualdad y hermandad. Lo estamos logrando, lo que era un sueño hoy es realidad en nuestra patria, lo estamos construyendo gradualmente y tengan toda la seguridad que dejaremos para un futuro, para Bolivia, América y el mundo, un ejemplo de gobierno indígena que supo gobernar, distribuir la riqueza para todos, sin discriminar colores, razas, idiomas ni apellidos, porque todos somos bolivianos, humanos y tenemos los mismos derechos.

Fuente: vicepresidencia.gob.bo, octubre 2008 (http://www.sinpermiso.info)

jueves, 22 de enero de 2009

Tiempo de experimentar

Por: Dani Rodrik

La economía mundial inicia el 2009 con más incertidumbre (e inquietud) que nunca en tiempos recientes. Aunque parece que la crisis ya se contuvo en Estados Unidos y Europa, sus repercusiones plenas no resultarán claras durante algún tiempo. A los países avanzados les espera la peor contracción económica desde la Gran Depresión. Pero, ¿cuánto durará y qué tan profunda será esta recesión, y con qué severidad afectará a los países emergentes y en desarrollo?

No tenemos respuestas a esas preguntas en parte porque las consecuencias dependerán de las medidas que adopten los encargados del diseño de políticas. Las respuestas adecuadas asegurarán que la economía mundial se pueda empezar a recuperar a finales de 2009. Por otra parte, si se toman malas decisiones de política, en el mejor de los casos se retrasará la recuperación y en el peor, habrá daños permanentes. La siguiente es una lista de asuntos a los que habrá que prestar atención.

¿Será la respuesta estadounidense lo suficientemente “audaz”? Barack Obama ha prometido que así será, recogiendo, al menos en parte, el famoso llamado que hizo Franklin D. Roosevelt en 1932, durante los peores momentos de la Gran Depresión, para llevar a cabo una “experimentación audaz y persistente”. Obama tiene a su lado a un grupo de economistas de primera, lo que asegura que no hará alguna tontería. Pero las circunstancias de Estados Unidos son tan excepcionales que necesitará asesores que estén dispuestos a intentar ideas nuevas y que no se hayan puesto a prueba –en otras palabras, a experimentar al estilo de Roosevelt.

En particular, tendrá que ir más allá de las políticas keynesianas de estímulos fiscales para sanar las heridas a la confianza en la economía que son la raíz de la crisis actual. Hasta ahora, las medidas de creación de confianza se han limitado a los mercados financieros, mediante garantías públicas, apoyo a la liquidez e inyecciones de capital.

Pero es probable que los trabajadores, a quienes les preocupa perder sus empleos, no gasten, independientemente de cuánto dinero llegue a sus bolsillos mediante los estímulos fiscales. De la misma forma en que los bancos están acumulando efectivo, los hogares intentarán preservar su riqueza aumentando el ahorro. Por lo tanto, los incentivos dirigidos directamente a conservar el empleo tendrán que ser parte de la solución.

¿Logrará Europa poner orden? Este pudo haber sido el momento de Europa. Después de todo, la crisis se originó en Estados Unidos y la política de ese país se concentró en sus problemas internos, lo que abrió espacios para que otros asumieran el liderazgo global. En cambio, la crisis puso de manifiesto las profundas divisiones en Europa –en todos los temas, desde la reglamentación financiera hasta las respuestas de política necesarias.

Alemania ha estado demorando los estímulos fiscales, obstaculizando lo que debía haber sido la segunda etapa de un plan coordinado de acción fiscal a nivel global. Si Europa quiere ejercer su influencia en la escena mundial, tendrá que actuar con mayor unidad de propósitos y cargar con una mayor parte de la responsabilidad. Desafortunadamente, lo más que puede esperarse en este momento es que Europa no socave los estímulos fiscales globales que incluso el Fondo Monetario Internacional, el guardián de la ortodoxia fiscal, considera como absolutamente indispensables.

¿Resistirá China? Si bien una respuesta débil de los Estados Unidos es el mayo riesgo por el lado económico, lo que suceda en China bien podría tener consecuencias más profundas y duraderas en el contexto histórico más amplio. Ello se debe a que China es un país de enormes tensiones y divisiones ocultas, que pueden estallar en conflictos abiertos en épocas de dificultades económicas.

Los expertos sobre China difieren en cuanto a la tasa de crecimiento económico que se necesita a fin de crear empleos para los millones de chinos que llegan a las ciudades del país cada año, pero es casi seguro que China no alcanzará este umbral en 2009. Esto explica el flujo casi continuo de medidas que emana de Beijing actualmente: aumento del gasto público, flexibilización monetaria, presión sobre las empresas del Estado para ampliar actividades, subsidios a los exportadores, convertibilidad parcial del renminbi para fomentar el comercio con los países vecinos y así sucesivamente. ¿Pero será eso suficiente para detener la desaceleración de una economía que en los últimos años se ha vuelto dependiente de la demanda externa?

Si las tensiones sociales aumentan, es probable que el gobierno chino responda con una mayor represión, lo que no presagiaría nada bueno para sus relaciones con Occidente y su estabilidad política a mediano plazo. La experiencia demuestra que las democracias llevan ventaja a los regímenes autoritarios cuando se trata de manejar las consecuencias de las crisis. Las economías de la India democrática (en 1991) y Corea del Sur (en 1997-1998) se recuperaron rápidamente, mientras que las del Chile de Pinochet (en 1983) y la Indonesia de Suharto (en 1997-1998) se hundieron más.

Los regímenes autoritarios carecen de las instituciones de manejo de conflictos que ofrecen las democracias. Por ello las tensiones se desbordan a las calles y adoptan la forma de disturbios y protestas. Cualquiera que sea la respuesta de los líderes chinos, las generaciones futuras podrían recordar el 2009 más por la transformación trascendental de China que por la crisis económica y financiera mundial.

¿Habrá la suficiente cooperación económica global? Cuando las necesidades internas son lo más importante, la cooperación económica global se ve afectada. Pero los costos del proteccionismo en el comercio y las finanzas son particularmente elevados en momentos como éste. Las barreras comerciales que impusieron los países para proteger el empleo interno agravaron la Gran Depresión. Eso será también una tentación esta vez. Además, los bancos –ya sea que se nacionalicen explícitamente o no—sufrirán presiones para dar prioridad a los prestatarios nacionales.

Hasta ahora, el FMI ha reaccionado con un vigor renovado y ha establecido un servicio de préstamos a corto plazo muy necesario, que bien podría tenerse que ampliar si los mercados emergentes sufren más presiones. Mientras tanto, la Organización Mundial del Comercio ha perdido un tiempo valioso en la irrelevante Ronda de Doha. Debía haber concentrado sus esfuerzos en vigilar y aplicar el compromiso del G-20 de no aumentar las barreras comerciales.

Los encargados del diseño de políticas tienen que deshacerse de los conocimientos recibidos y olvidarse de dicotomías inútiles como “mercados contra gobiernos” o “Estado-nación contra globalización”. Deben aceptar la realidad de que la reglamentación nacional y los mercados internacionales están inextricablemente vinculados—y se necesitan mutuamente. Mientras con mayor pragmatismo y creatividad actúen, más rápido se recuperará la economía mundial.

Fuente: Project Syndicate

Una crisis y un solo mundo

Por: Kemal Derviş y Juan Somavia

Cuando la recesión se extiende por todo el mundo, las redes de producción mundial que surgieron con la mundialización de la economía planetaria han pasado a ser fuentes de reducciones de personal y pérdidas de puestos de trabajo. El aplazamiento de las compras de nuevos abrigos para el invierno en los Estados Unidos provoca pérdidas de empleos en Polonia o China. Después esas pérdidas se plasman en una menor demanda para las máquinas-herramienta estadounidenses o alemanas.

Después el desempleo y la reducción de las ventas provocan, a su vez, nuevas pérdidas en las carteras de préstamos de los bancos, con lo que debilitan aún más el castigado sector financiero. A consecuencia de ello, la ansiedad, la desesperanza y la ira se están extendiendo, a medida que lo que era una crisis financiera pasa a ser una crisis económica y humana. Si se descontrolara, podría llegar a ser una crisis de seguridad.

Intentar rescatar el sector financiero sin apoyar una recuperación desde el punto de vista de las empresas, los puestos de trabajo y el poder adquisitivo de las familias no dará resultado. Lo que hace falta es un gran estímulo fiscal a escala mundial para contrarrestar el descenso de la demanda privada.

La capacidad para actuar de los diferentes países depende de su endeudamiento, sus reservas de divisas y sus déficits por cuenta corriente. Alemania y China pueden hacer algo más que los demás. Los EE.UU. pueden hacer mucho, en parte por la condición del dólar como principal divisa internacional de reserva. Unos tipos de interés bajos permiten que las cargas suplementarias de las deudas que creará el endeudamiento público sigan siendo soportables.

Además, si el estímulo da resultado y propicia una pronta recuperación, los ingresos suplementarios obtenidos pueden compensar de sobra el aumento de la deuda. En vista del desplome de los precios de las materias primas y de las capacidades de producción en exceso, no hay un peligro a corto plazo de inflación, aun cuando una parte de la financiación del estímulo corra directamente a cargo de los bancos centrales.

El argumento en pro de un fuerte estímulo fiscal es abrumador. Varios países ya han anunciado medidas, pero es necesario evaluar a cuánto ascienden en realidad. Por ejemplo, algunas constituyen dinero “nuevo”, mientras que otras representan compromisos existentes y pasados a cuenta nueva. También debemos evaluar la calidad de esos planes.

El argumento en pro del estímulo mediante mejores gastos estatales, en lugar de recurrir a –pongamos por caso– reducciones de impuestos, porque los consumidores presa del pánico podrían ahorrar el dinero, en lugar de gastarlo, es sólido. La deuda y la inflación reaparecerán como problemas a medio plazo, por lo que reviste importancia decisiva que los instrumentos fiscales utilizados contribuyan a largo plazo a la productividad, al crecimiento y a la sostenibilidad.

Naturalmente, estímulo fiscal no significa simplemente arrojar dinero al problema. Tiene que haber una estrategia, se deben sopesar las prioridades y analizar los datos empíricos. También debemos recordar que el crecimiento que haya en la economía mundial en el período 2009-2010 procederá en su gran mayoría de las economías en desarrollo. Unas políticas que apoyen su crecimiento revisten importancia decisiva también en las economías avanzadas.

Cada uno de los países puede abrigar la esperanza de que los otros estimulen su demanda, mientras preserva su libertad de acción fiscal, por lo que contará con las exportaciones como motor de la recuperación. Cada uno de los países puede también sentir la tentación de adoptar medidas proteccionistas, al intentar preservar los puestos de trabajo nacionales a expensas de las importaciones. En el decenio de 1930 esas políticas encaminadas a arruinar a los rivales agravaron e hicieron más profunda la Gran Depresión.

La industria automovilística es un gran ejemplo. Las medidas encaminadas a mantenerla a flote en un país parecen competencia desleal para los demás, pero la reacción adecuada no es la de permitir que un desplome de la industria automovilística mundial alimente una recesión más profunda. La reacción apropiada es la de coordinar un plan mundial de recuperación, que brinde la oportunidad de orientar la recuperación hacia la creación de una nueva generación de vehículos eficientes en materia de gasto de combustible, menores emisiones de dióxido de carbono y empleos ecológicos.

Los países soberanos tendrán la última palabra sobre los planes de recuperación, pero la coordinación mundial aumentará la eficacia de las medidas adoptadas por todos. Además, las consideraciones relativas a la justicia y la seguridad exigen que los más vulnerables, quienes nada tuvieron que ver con la aparición de esta crisis, reciban apoyo.

La ampliación de las redes de segundad social ayuda a los más vulnerables y es probable que tenga grandes efectos multiplicadores, pues la necesidad más urgente de gastar se da en el caso de las personas más pobres. Se deben aumentar en gran medida los programas de capacitación, incluidos los encaminados a crear empleos ecológicos. Se debe centrar el gasto público en programas con un importante componente de empleo –como, por ejemplo, en proyectos de infraestructuras en pequeña y mediana escala– y apoyar a las administraciones locales.

Se deben mantener abiertas las líneas de crédito para las empresas pequeñas, que son las que emplean a la mayoría de los trabajadores del mundo, pero tienen el menor acceso al crédito. Se debe recurrir más al diálogo social para afrontar la crisis, porque hay que volver a crear confianza. Los donantes deben mantener los niveles prometidos (y muy modestos) de ayuda para el desarrollo destinada a los países más pobres y se debe renovar el impulso con vistas a la consecución de los objetivos de desarrollo del Milenio. Se debe mejorar la disponibilidad y la asequibilidad de la financiación del comercio.

A las instituciones de Bretton Woods les corresponde un papel decisivo. El Fondo Monetario Internacional y los bancos centrales deben aumentar de modo coordinado la liquidez en forma de crédito a corto plazo para las economías con mercados en ascenso que padecen reducciones de sus entradas de capital e ingresos por exportación. El Banco Mundial debe aumentar los préstamos para contribuir a la financiación de gastos encaminados a fortalecer el crecimiento en los países en desarrollo. Se necesitan avances tangibles en las negociaciones comerciales mundiales para indicar que la economía mundial seguirá abierta.

Mientras se adoptan esas medidas de recuperación, el mundo debe crear también las instituciones para la economía del siglo XXI. El “programa de trabajo decente” de la Organización Internacional del Trabajo en materia de empleo y empresa, protección social, relaciones laborales correctas y derechos fundamentales en el trabajo crea una plataforma sólida para una mundialización justa.

Todas las crisis son también una oportunidad. Esta crisis ha demostrado que los destinos de los países de todo el mundo están unidos. La coordinación de las políticas y una estrategia mundial que dé confianza e infunda esperanza ofrecerá una recooperación más fuerte y rápida a todos nosotros.

Fuente: Project Syndicate

lunes, 19 de enero de 2009

El fin de la Doctrina Monroe

Por: Juan Gabriel Tokatlian

La Doctrina Monroe -que en 1823 proclamó que toda América latina era una zona de exclusivo interés norteamericano- se está marchitando. La globalización y los cambios dinámicos de las economías y la política de sus muchos países le están brindando a América latina la oportunidad de reducir el nivel de dependencia de Estados Unidos y, en consecuencia, de renegociar, en mejores términos, sus relaciones hasta ahora asimétricas con su gran vecino del norte.

La creciente integración de América Latina con el mundo es el factor clave aquí. China, la potencia en ascenso del mundo, está empeñada en fortalecer su comercio, inversión, ayuda y cooperación con la región. Y Rusia, profundamente insatisfecha con lo que percibe con un trato de segunda clase por parte de Estados Unidos, está regresando a la región tanto con negocios como con ventas de armas.

Rusia puede no estar persiguiendo abiertamente una nueva Guerra Fría, pero, al mejorar su posición en América latina, se ve a sí misma poniendo fin a años de implosión y humillación. Las gigantescas ventas de armas del Kremlin a Venezuela, y los ejercicios militares bilaterales realizados allí, así como el restablecimiento de vínculos de seguridad con Cuba, demuestran que Rusia está dispuesta, una vez más, a desafiar la hegemonía norteamericana en el Caribe.

Irán, también, se sumó a la partida. Está haciendo un esfuerzo para fortalecer los vínculos con América latina y central, tanto diplomáticamente como a través de políticas energéticas. Ahora tal vez incluya un componente militar en sus acuerdos con Ecuador. Y la India y Sudáfrica están forjando vínculos comerciales y políticos embrionarios y productivos, especialmente con Brasil.

Mientras tanto, Europa se ha convertido en la principal fuente de armas para Brasil y Chile, y algunos países de la UE -principalmente Francia- están manifestando un creciente interés en el acuerdo nuclear argentino-brasileño de febrero de 2008 y en profundizar los contactos militares. En 2005, se llevó a cabo la primera cumbre árabe-sudamericana en Brasilia, Brasil, mientras que, en 2006, se realizó la primera cumbre africano-sudamericana en Abuja, Nigeria. Hasta Japón está dedicándole más atención a la región.

Por consiguiente, el paisaje tanto político como diplomático en toda América latina ha estado cambiando rápidamente, lo que colocó a Estados Unidos a la defensiva. No se trata solamente de que varios países vieran llegar al poder a partidos de centroizquierda y radicales; con frecuencia se cuestiona, y hasta se desafía, a los líderes y los intereses norteamericanos, no sólo por parte de la Cuba comunista y la Venezuela "bolivariana", sino en casi todas partes en la región.

Por caso, Ecuador, a pesar de su economía "dolarizada" y la dependencia de las exportaciones de petróleo a Estados Unidos, hoy está restringiendo el uso por parte del ejército norteamericano de su Base de Manta. Nicaragua fue el primer país en el hemisferio occidental en reconocer la independencia de Abjazia y Osetia del Sur tras la invasión rusa de Georgia el verano (boreal) pasado. Y el presidente Manuel Zelaya de Honduras reclamó la legalización del consumo de drogas como una medida para poner fin a la violencia relacionada con su producción y comercialización.

Hasta los amigos de larga data se dedicaron a fisgonear al Tío Sam. El presidente Fernando Lugo de Paraguay (el primer jefe de Estado no perteneciente al Partido Colorado en seis décadas) nombró a Alejandro Hamed Franco como ministro de Relaciones Exteriores. De origen sirio, Hamed Franco es un activo defensor de Palestina que ha sido escudriñado por las agencias de seguridad norteamericanas por sus supuestos vínculos con grupos islamistas.

Toda América Latina y el Caribe están reclamando el fin del embargo norteamericano a Cuba y son entusiastas respecto del regreso de ese país a la Organización de Estados Americanos.

Un motivo específico de resentimiento hoy en día es la decisión unilateral de Estados Unidos de reactivar la Quinta Flota de la Marina norteamericana, dedicada a América latina, que había sido desafectada en 1950. Las autoridades civiles en América latina nunca recibieron una explicación apropiada de esta decisión, hoy ampliamente percibida como un acto de agresión. No sorprende que sólo haya servido para generar miedo y un creciente antinorteamericanismo, acelerando una propuesta brasileña de crear una Junta de Defensa sudamericana sin participación estadounidense.

Dada esta creciente hostilidad regional, y en vista de la agitación causada por una crisis financiera que nació en Estados Unidos, los gobiernos de toda la región están ansiosos por buscar nuevos socios y mercados como alternativas para Estados Unidos. La paradoja es que un Estados Unidos en crisis hoy necesita a América latina más que nunca.

América Latina debería aprovechar este momento de fortaleza diplomática para iniciar un nuevo diálogo con Estados Unidos que apunte a renegociar los términos de la relación. El primer paso debe ser el reconocimiento de que la Doctrina Monroe está muerta y no puede revivirse. Aceptar esto será la señal más alentadora que la nueva administración del presidente Barack Obama le puede dar a la región.

Fuente: Project Syndicate

Un veto presidencial

Por: Julio María Sanguinetti

A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", hemos repetido todos al unísono, en Occidente, desde hace 20 siglos, como si la benemérita sentencia nos resolviera algo. Bien sabemos que no está terminado el debate que abrieron las revoluciones liberales cuando desde hace dos siglos emprendieron la secularización del Estado. Naturalmente, el centro de las discusiones va cambiando con los tiempos y, hoy por hoy, se ha reducido a la educación y los temas de bioética.

España no está lejos de estas preocupaciones y mi país, el Uruguay, donde hace casi un siglo que la Iglesia, separada del Estado, no vive mayores conflictos con el poder laico, estas últimas semanas ha vivido una curiosa situación a propósito de una ley que despenalizaba el aborto.

La bancada parlamentaria del Frente Amplio, coalición de izquierdas hoy gobernante, presentó un proyecto de ley ampliando las causas de exoneración criminal, que fue votado por ellos y unos pocos legisladores de la oposición, entre los que me encontré. El presidente de la República, en cambio, y tal cual se preveía, vetó la ley. El Parlamento intentó levantar el veto, hubo mayoría simple pero no la suficiente, porque en esos casos se requiere el concurso de los 3/5 de los votos parlamentarios. El presidente, sin embargo, se ha declarado ofendido con sus diputados y senadores correligionarios, al punto que acaba de renunciar a su afiliación al Partido Socialista al que pertenece.

La historia es muy curiosa, en un país con la fuerte tradición laica del Uruguay. Pensemos, simplemente, que en 1861 se secularizaron los cementerios, en 1877 la ley organizó la enseñanza pública "laica, gratuita y obligatoria" y en 1879 el Registro de Estado Civil alejó de esa actividad a la tradicional que oficiaba la Iglesia. En 1855 el matrimonio civil pasó a ser el único válido, en 1906 se retiraron los crucifijos de los hospitales públicos y en 1907 se dictó la primera ley de divorcio, que se complementa seis años después con la posibilidad de disolución del vínculo matrimonial por la sola voluntad de la mujer, sin expresión de causa ni necesidad de juicio. En 1917, la Constitución estableció la definitiva separación de Iglesia y Estado y, a partir de entonces, la convivencia religiosa generó un amplio clima de tolerancia y pluralismo. Todo este proceso fue impulsado en su tiempo por el Partido Colorado, una vieja colectividad liberal, que construyó a principios del siglo pasado la primera social-democracia, real y efectiva, de nuestra América. Naturalmente, el proceso fue siempre apoyado por socialistas y anarquistas, entonces minoría de minorías, pero hoy gobierno en el país. Y de ahí, entonces, la paradoja de que el presidente socialista se enfrenta a su partido, con el apoyo de la Iglesia Católica.

El arzobispo de Montevideo amenazó con la excomunión a los legisladores católicos que votaron la despenalización, agrediendo el principio del sistema representativo que ha querido proteger la máxima independencia de juicio de quienes ejercen un mandato popular. Y ahora felicita al presidente, pues todo ha quedado, por el momento, en la nada.

Más allá de la extraña situación política, el tema no saldrá de escena. Quienes sostenemos que un feto de 12 semanas es una expresión de vida pero no una persona titular de derechos y obligaciones, nos enfrentamos a quienes defienden la tesis de que la protección legal arranca con la concepción misma. Lo que lleva el debate a los procedimientos -legítimos y legitimados- de la fecundación in vitro que -en la tesis católica, por estos días reiterada- darían carácter de persona a un óvulo fecundado dentro de un tubo de ensayo y condenarían por genocida a quien destruya varios de ellos, por obligadas razones científicas. Y así sucesivamente.

Mientras tanto, los abortos siguen y aunque la ley uruguaya despenaliza numerosas situaciones (incluso la causada por "angustia económica"), en los hechos no hay mujer que siga un lento y publicitado proceso legal, exponiéndose así a los riesgos de las prácticas clandestinas. Éstas, por otra parte, generan una fuerte discriminación social, pues notoriamente las mujeres más pobres son aquellas con menores posibilidades de conseguir mínimas garantías sanitarias.

Nadie podría discutir que el aborto es una derrota, algo no deseable. Hoy en día, incluso -con los métodos anticonceptivos disponibles- es una expresión de ignorancia que debería superar el debate. Pero el hecho social está, y la pregunta, entonces, es si a esa mujer que, llevada por la desesperación, interrumpe su embarazo, hay que declararla homicida y condenarla. Desde hace tiempo batallamos porque no sea así. Y habrá que seguir, en muchos países, procurando civilizar hábitos y seguir emancipando a la mujer de las consecuencias no queridas de su sexualidad. Porque la vida, después de todo, no puede ser fruto de la causalidad o la resignación, sino de la voluntad y el amor. La fatalidad de los hechos no debería nunca imponerse a las opciones de la libertad.

Fuente: El País (España)