martes, 19 de mayo de 2009

La elección de Netanyahu

Por: Daoud Kuttab

A medida que se acerca la cumbre entre el presidente norteamericano, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, gran parte de la discusión se ha centrado en si el recientemente elegido líder israelí terminará o no diciendo que respalda una solución de dos estados. Es un enfoque erróneo. Los israelíes no deberían determinar la condición de la entidad palestina, ni los palestinos tendrían por qué opinar en lo que los israelíes llaman su propio estado.

La única pregunta que Obama debería formularle a Netanyahu es: ¿cuándo abandonará Israel los territorios palestinos ocupados? No se debería permitir que ningún intento de ofuscación -ya sea hablando de una "paz económica" o insistiendo en que los árabes reconozcan el carácter judío del estado de Israel- haga fracasar el objetivo de poner fin a la ocupación inadmisible.

Durante el primer encuentro de Obama con un líder de Oriente Medio, se bosquejó un plan árabe simple y valiente. En calidad de apoderado de los líderes árabes, el rey Abdullah II de Jordania oficialmente presentó el plan de paz diseñado por la Liga Árabe y la Organización de Estados Islámicos. A pesar de las guerras israelíes en el Líbano y Gaza, los árabes ofrecieron relaciones normales con Israel una vez que se retire de las tierras que ocupó en 1967.

El plan también insta a una resolución "justa" y "acordada" del problema de los refugiados palestinos. El hecho de que israelíes y palestinos tengan que ponerse de acuerdo sobre una solución de la cuestión de los refugiados neutraliza los temores infundados de Israel sobre la amenaza demográfica planteada por el derecho de retorno de los palestinos. El pasado verano (boreal), cuando le mostraron un afiche con 57 banderas que representan a los países árabes e islámicos que normalizarán relaciones con Israel, el entonces candidato Obama le dijo al presidente palestino, Mahmoud Abbas, que los israelíes estarían "locos" si rechazaran ese plan.

Las impresionantes señales de Obama desde que asumió la presidencia -telefonear a los líderes árabes antes que a los aliados europeos, designar al enviado especial George Mitchell y hablar sobre Al-Arabiyeh en su primera entrevista- reflejan una estrategia diferente del pasado formal y falto de imaginación.

Estados Unidos se opuso en repetidas oportunidades a la ocupación israelí de los territorios palestinos en 1967 y abogó por su fin. Regularmente manifestó su desaprobación de las actividades de asentamiento. Los líderes de ambos partidos principales de Estados Unidos han articulado una política que insta a un estado palestino viable y contiguo en las tierras ocupadas en 1967. Estados Unidos también se opuso a la anexión unilateral israelí de Jerusalén Este y -junto con todos los países del planeta- se negó a reconocer la aplicación de la ley israelí a los residentes de Jerusalén Este.

Sin embargo, las acciones de Israel en el terreno se enfrentaron a las posiciones norteamericana e internacional. El gobierno israelí que acaba de asumir se niega incluso a rendir homenaje verbal a los requerimientos internacionalmente aceptados a favor de la paz. Por otra parte, los líderes palestinos elegidos libremente enfrentan un boicot internacional hasta que acepten una solución que el gobierno de Netanyahu rechaza.

Entre las demandas que le ha hecho a Israel la comunidad internacional figura un congelamiento total de la actividad de asentamientos, inclusive la expansión y el crecimiento natural. El congelamiento de los asentamientos seguramente será un foco central de la robusta diplomacia de Mitchell y su equipo. Mitchell, que estuvo profundamente involucrado en la redacción del lenguaje referido a los asentamientos del Informe Mitchell de 2001, entiende la capacidad que tienen los asentamientos de destruir la perspectiva de una solución de dos estados.

Jerusalén es otra cuestión palpable que será un criterio de rechazo para la administración Obama. La demolición de casas palestinas y las provocaciones israelíes en Jerusalén Este resaltan la necesidad de confrontar esta cuestión sin demoras. El foco de la visita del Papa Benedicto XVI a Oriente Medio era la importancia de Jerusalén para cristianos, musulmanes y judíos, de modo que los intentos por judaizar la Ciudad Santa deben detenerse de inmediato.

Un tercer imperativo para los palestinos es reunificar la Franja de Gaza y Cisjordania. Más allá del resultado del diálogo palestino interno que se está desarrollando en El Cairo, existe la necesidad de reconectar a los palestinos. No hay excusa para que a los palestinos que viven en cada pedacito sobrante de Palestina Mandatoria se les prohíba viajar a otra parte de los territorios palestinos ocupados.

Los argumentos de las autoridades israelíes de que la prohibición del movimiento de personas y mercancías es necesaria por razones de seguridad no tolera el escrutinio. Bajo el liderazgo del general estadounidense Keith Dayton (adjunto de seguridad de Mitchell), se pueden hacer los controles de seguridad más enérgicos de manera de permitir ese tipo de viajes.

Con la reanudación de las conversaciones de paz, deben resaltarse los resultados de un proceso inacabado. La última promesa fallida del presidente George W. Bush se produjo en Annapolis a fines de 2007, cuando prometió que se crearía un estado palestino independiente, viable y contiguo antes de que terminara su mandato.

Más de cuatro décadas después de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la ocupación de tierras por la fuerza, la construcción ilegal de asentamientos judíos exclusivos y las restricciones al movimiento siguen constantes. El tiempo ya no está del lado de quienes están a favor de dos estados.

La administración Obama debe tomar la iniciativa e insistir en que Netanyahu respalde inequívocamente el retiro israelí de los Territorios Ocupados -la condición sine qua non para una solución de dos estados-. De lo contrario, se vislumbra una tensión en la relación israelí-norteamericana y los llamados para un estado con derechos iguales para todos empezarán a acallar las viejas visiones ideológicas, ya que la actividad de asentamientos echa por tierra la perspectiva de dos estados.

Fuente: www.project-syndicate.org

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