sábado, 31 de mayo de 2008

A New Deal for Poor Farmers

Por: Jeffrey D. Sachs

Muchos países pobres que importan alimentos han caído en la desesperación en los últimos meses, a medida que se duplican los precios globales del arroz, el trigo y el maíz. Cientos de millones de pobres, que ya dedican gran parte de su presupuesto diario a comprar comida, están siendo empujados al límite, y los disturbios civiles relacionados con los alimentos van en aumento.

Sin embargo, muchos países pobres pueden cultivar más alimentos ellos mismos, ya que sus agricultores producen muy por debajo de lo que es posible en términos de tecnología. En algunos casos, con las medidas de gobierno adecuadas, podrían duplicar y hasta triplicar la producción de alimentos en apenas unos años.

La idea es básica y bien conocida. La agricultura tradicional utiliza pocos insumos y obtiene bajos rendimientos. Los campesinos pobres usan sus propias semillas de la estación anterior, carecen de fertilizantes, dependen de la lluvia en lugar de la irrigación, y disponen de poca mecanización , si es que no ninguna, excepto el azadón tradicional. Sus campos son pequeños, quizás de una hectárea (2,5 acres) o menos.

En condiciones agrícolas tradicionales, el rendimiento de los cereales –arroz, trigo, maíz, sorgo o mijo— suele ser de cerca de una tonelada por hectárea para una temporada de cultivo por año. Para una familia de campesinos de cinco o seis personas, esto significa extrema pobreza, y para su país equivale a depender de costosas importaciones de alimentos, incluida la ayuda alimentaria.

La solución es aumentar el rendimiento de los cultivos de cereales a por lo menos dos toneladas —y, en algunos lugares, a tres o más toneladas— por hectárea. Si se puede administrar el agua a través de la irrigación, esto se podría combinar con policultivos (varias cosechas al año) para producir un cultivo durante la estación seca. Cultivos más abundantes y frecuentes significan menos pobreza en las familias campesinas y precios más bajos para los alimentos en las ciudades.

La clave para aumentar el rendimiento de los cultivos es asegurarse de que hasta los campesinos más pobres tengan acceso a variedades de semillas mejoradas (por lo general, semillas "híbridas" creadas por la selección científica de variedades de semillas), fertilizantes químicos, material orgánico para reponer los nutrientes del suelo, métodos de irrigación de pequeña escala, como bombas para elevar agua desde pozos cercanos. No hay nada mágico en esta combinación de semillas de alto rendimiento, fertilizantes e irrigación a pequeña escala. Es la clave del aumento mundial de la producción alimentaria desde los años 60.

El problema es que estos insumos optimizados han pasado por alto a los agricultores y a los países más pobres. Cuando los campesinos carecen de una cuenta de ahorro y de bienes en garantía, son incapaces de pedir préstamos a los bancos para comprar semillas, fertilizante e irrigación. Como resultado, cultivan alimentos de la manera tradicional, a menudo ganando poco o nada con sus cosechas porque no son suficientes siquiera para mantener con vida a sus familias.

La historia ha demostrado que es necesario que los gobiernos emprendan acciones para ayudar a que los agricultores más pobres escapen de la trampa de la pobreza causada por los bajos rendimientos. Si se los puede ayudar a conseguir tecnologías sencillas, los ingresos pueden aumentar y podrán acumular saldos en sus cuentas bancarias y tener bienes que ofrecer como garantía. Con un poco de ayuda temporal, quizás de cerca de cinco años, los agricultores pueden acumular suficiente bienes e ingresos como para obtener insumos del mercado, ya sea a través de compras directas o a través de préstamos bancarios.

En todo el mundo, los bancos agrícolas estatales financiaban en el pasado no sólo insumos, sino que brindaban asesoría agrícola y difundían nuevas tecnologías de semillas. Por supuesto, había abusos, como la asignación de créditos públicos a los agricultores ricos en lugar de a aquellos que los necesitaban, o el prolongado subsidio de los insumos incluso después de que los agricultores lograban acceder al crédito. Y, en muchos casos, los bancos agrícolas estatales cayeron en bancarrota. Aún así, el financiamiento de insumos jugó un papel importante y positivo en ayudar a que los agricultores más pobres salieran de la pobreza y de la dependencia de la ayuda alimentaria.

Durante la crisis de la deuda de los años 80 y 90, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial obligaron a decenas de países pobres importadores de alimentos a desmantelar estos sistemas estatales. Se les dijo a los agricultores pobres que se las arreglaran solos, que dejaran que las "fuerzas del mercado" les proporcionaran los insumos. Fue un profundo error: no existían tales fuerzas del mercado.

Los agricultores pobres perdieron acceso a los fertilizantes y a las variedades de semillas mejoradas. Hay que decir, en todo caso, que el año pasado el Banco Mundial reconoció este error en una acerba evaluación interna acerca de las políticas agrícolas que había aplicado a lo largo del tiempo.

Ha llegado el momento de restablecer sistemas de financiamiento público que permitan que los pequeños agricultores de los países más pobres, particularmente aquellos que cultivan en dos hectáreas o menos, obtengan acceso a los insumos que necesitan, como semillas de alto rendimiento, fertilizantes e irrigación a pequeña escala. Malawi lo ha hecho en las tres últimas temporadas, y como resultado ha duplicado su producción de alimentos. Otros países de bajos ingresos deberían seguir su ejemplo.

Una noticia importante es que el Banco Mundial bajo su nuevo presidente, Robert Zoellick, está dando pasos para ayudar a financiar este nuevo enfoque. Si el banco otorga subvenciones a los países pobres para ayudar a que los pequeños agricultores obtengan acceso a mejores insumos, será posible que esos países aumenten su producción de alimentos en un corto periodo de tiempo.

Los gobiernos donantes, incluidos los países petroleros del Oriente Próximo, deberían ayudar a financiar estas nuevas iniciativas del Banco Mundial. El mundo debe fijarse como meta práctica duplicar el rendimiento de los cultivos de cereales en el África de bajos ingresos y regiones similares (como Haití) durante los próximos cinco años, lo que se puede lograr si el Banco Mundial, los países donantes y los países pobres dirigen su atención a las urgentes necesidades de los agricultores más pobres del mundo.


jueves, 29 de mayo de 2008

Aquí vamos otra vez

Por: Luis Fernando Trejos Rosero
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Con la muerte de Manuel Marulanda “Tirofijo”, se oyen nuevamente las campanas del ingenuo triunfalismo que rodea a la gran mayoría de los colombianos (85%) cada vez que el gobierno y los medios les hacen creer ciegamente que con la muerte de un comandante de las FARC-EP estas se encuentran ad portas de su inminente y reiterado final. Es infundado y alejado de la realidad creer que Alfonso Cano, nuevo comandante del Secretariado del Estado Mayor Central de esta organización guerrillera, por el hecho de ser “político”, negociará prontamente el desarme y desmovilización de una organización armada con más de 40 años de historia y que se sustenta en una fuerte disciplina militar, pero más que todo, su fortaleza se ha construido aprovechando la eterna pobreza rural causada por una profunda crisis agraria, la corrupción administrativa, la desigual distribución de la tierra y la riqueza, la exclusión política, entre muchas otras situaciones. El fin de la guerrilla debe ir de la mano con el fin de las causas que la alimentan y justifican.

En el caso colombiano se debe tener claro que se está frente a una guerra o conflicto de baja intensidad militar y larga duración, que gravita sobre dos ejes que son dinámicos: el político y el militar, lo que nos indica que no siempre los golpes militares determinan el curso de la guerra.

Con la muerte de Manuel Marulanda, el más beneficiado no fue el país (es absurdo creer esto), tampoco el presidente Uribe, el gran triunfador fue el Ministro de Defensa Juan Manuel Santos (primo del vicepresidente y miembro de la familia dueña del grupo editorial más grande de Colombia), quien se perfila como fuerte contendor de Uribe en la carrera por la presidencia en el año 2010. No es gratuito que el Ministro de Defensa se muestre tan amable ante medios de comunicación (Revista Semana y Noticias Uno) que el presidente ha calificado públicamente de apátridas y enemigos de la democracia.

Si el gobierno y los medios tienen la razón, el próximo artículo que escriba debe ser sobre la rendición incondicional de las FARC-EP (nadie se acuerda del ELN, guerrilla que controla gran parte de Arauca, el Catatumbo y el Sur del Departamento de Bolívar), pero como no será así, escribiré sobre propuestas alternativas de humanización de la guerra.

Una idea fundamental para clarificar el objetivo del desarrollo y ayudar a reformular las fallidas “reformas orientadas al mercado”

Comentario a los planteamientos de Stiglitz.
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Por: Daniel Bello.

Una de las ideas centrales –quizá la medular, a pesar de ser un tanto abstracta y difusa- que se desprende de la conferencia magistral dictada por Joseph Stiglitz (2003)[1], en el marco de la Segunda Cátedra Raúl Prebisch[2], es –a mi juicio- aquella que identifica y relaciona el concepto de desarrollo con la noción de transformación de la sociedad, vinculación que, al posibilitar la complejización del concepto, da nuevas luces a las metas que deben ser alcanzadas en el transcurso del proceso.
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En este sentido, el profesor Stiglitz (2003) –deslizando una dura crítica a las posiciones simplistas derivadas del llamado Consenso de Washington- puntualiza que “… el desarrollo no consiste únicamente en acumular capital y asignar los recursos de manera más eficiente, aunque ambos aspectos son importantes. El desarrollo representa una transformación de la sociedad (…) (y) si el desarrollo es en efecto la transformación de la sociedad, debemos reflexionar cuidadosamente sobre lo que entraña esa transformación y pensar en el modo de promoverla más eficazmente” (p. 38).
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Podríamos complementar esta idea –inquietante en su potencialidad imprecisa- con la respuesta que da Raúl Prebisch (1971 citado en Lustig et al. 2002) a la pregunta ¿para qué desarrollo? Pregunta que propongo conmutar –parafraseando a Stiglitz- en ¿para qué transformar la sociedad? o más precisamente, ¿en qué sentido transformarla?: “El objetivo del desarrollo (dice Prebisch) es integrar socialmente a las grandes masas de la población que han sido dejadas atrás por el proceso de desarrollo económico” (p. 1).
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De esta manera, creo que sin cometer un error de fondo –o al menos no uno grueso- al forzar la convergencia de ambas visiones, es posible comprender el interés de Stiglitz por hacer una “cuidadosa reflexión” sobre las consecuencias del proceso de desarrollo –o seudo-desarrollo- impulsado por las “reformas orientadas al mercado”, consensuadas e impuestas –en gran parte de la región- por las instituciones gemelas de Bretton Woods y el gobierno de Estados Unidos, durante la década de 1980 (Bustelo 2003).
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Y es que, al ser sesgadas y claramente monocromáticas, rígidamente vinculadas a la idea de un crecimiento económico espurio, medido – ¿erróneamente o estratégicamente?- sólo en base a la expansión del Producto Interno Bruto (PIB), tales reformas -dejando de lado, por descuido o por excesivo dogmatismo infundado, múltiples factores que hoy aparecen como indispensables para alcanzar aquel desarrollo integral e integrador- propiciaron cambios en sentido contrario al señalado líneas arriba por Prebisch.
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Las “reformas orientadas al mercado”, inspiradas en elucubraciones abstractas de teóricos neoclásicos, propuestas-impuestas en un momento crítico en que los Estados latinoamericanos disponían de poca o nula capacidad de maniobra –debido al sobreendeudamiento y al repentino incremento de la tasa de interés en Estados Unidos (Stiglitz 2003)-, pusieron el acento en la estabilización, la liberalización y las privatizaciones, considerando estas medidas como herramientas que debían contribuir a alcanzar el objetivo de crecimiento del PIB, ¡a cualquier costo!
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Enfatizo “crecimiento a cualquier costo”, porque lo cierto es que el costo social de implementar las reformas fue muy alto, y el impacto, de largo alcance. En pos de la estabilización se recortó dramáticamente la inversión estatal en educación, salud, vivienda, etc. Producto de la liberalización y la apertura al comercio exterior, muchos pequeños agricultores –por citar un ejemplo esgrimido por el propio Stiglitz (2003)- enfrentaron infranqueables dificultades al competir con productos importados fuertemente subsidiados. Las vertiginosas y apresuradas privatizaciones permitieron extremar la concentración de la riqueza, etc.
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En consecuencia –sin querer profundizar en la multiplicidad de causalidades- Latinoamérica se transformó en la región más desigual del planeta. La distancia entre ricos y pobres es hoy abismal, y no sólo en términos económicos, también la distancia se refleja en la calidad de los servicios –educativos, de salud, etc.- a los que unos y otros pueden acceder, acrecentando así las divergencias sociales, y postergando la integración de las grandes masas de la población que aun son dejadas atrás por el proceso de (seudo) desarrollo económico –retomando lo planteado por Prebisch-.
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Vemos en lo expuesto hasta este punto, que centrar la mirada en el crecimiento del PIB y establecer este parámetro como fin último del proceso de desarrollo –sin considerar en esta apreciación lo engañosa que puede llegar a ser tal forma de medición (Stiglitz 2003)-, confiando ciegamente en las bondades del mercado, y disminuyendo sustancialmente el rol del Estado en la regulación de la economía y en la generación de mecanismos de nivelación social -haciendo caso omiso a la evidencia empírica entregada por las experiencias de desarrollo exitosas-, resultó y resulta una mala estrategia para “… la promoción del desarrollo democrático y equitativo” (Stiglitz 2004: 9).
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Por lo mismo, creo que el hecho de plantear el asunto del desarrollo como una problemática de transformación social, y no como una simple cuestión de “crecimiento a cualquier costo”, permite volver a poner el foco en objetivos amplios, trasladando la atención hacia las consecuencias sociales del proceso, lo que implica una revisión profunda de las herramientas introducidas por las “reformas orientadas al mercado”, cosa que Stiglitz (2003) hace en forma bastante pormenorizada, planteando “… algunos principios generales en los que debería inspirarse cualquier agenda de reforma –es decir, de reforma de las reformas” (Stiglitz 2003: 26).
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Tener los objetivos claros, y manejar una idea integral de lo que significa desarrollo, puede ayudar a que tales reformas vayan en la dirección indicada, permitiendo –ojalá- la integración añorada por Prebisch.
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Referencias:
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Bustelo, Pablo. 2003. “Desarrollo económico: del Consenso al Post-Consenso
de Washington y más allá” en Estudios en homenaje al profesor Francisco Bustelo. Madrid: Editorial Complutense.
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Lustig, Nora, Omar Arias y Jamele Rigolini. 2002. “Reducción de la pobreza y
crecimiento económico: la doble causalidad”. Presentado para el
Seminario “La teoría del desarrollo en los albores del siglo XXI”. CEPAL,
Agosto, Santiago.
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Stiglitz, Joseph. 2003. “El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda
para América Latina”. Revista de la CEPAL 80:7-40.
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------.2004. “El consenso post-Consenso de Washington”. Presentado en la
conferencia auspiciada por la Fundación CIDOB y Initiative for Policy
Dialogue, septiembre, Barcelona.
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[1] La cátedra magistral dictada por J. Stiglitz, fue recogida y publicada en la Revista de la CEPAL 80, en agosto del 2003.
[2] Segunda Cátedra Raúl Prebisch, dictada en la Comisión Económica para América y el Caribe. Santiago de Chile, agosto de 2002.

lunes, 26 de mayo de 2008

Reflexiones de Fidel: La política cínica del imperio

Por: Fidel Castro Ruz.

No sería honesto de mi parte guardar silencio después del discurso de Obama la tarde del 23 de mayo ante la Fundación Cubano-Americana, creada por Ronald Reagan. Lo escuché, como hice con el de McCain y el de Bush. No guardo rencor hacia su persona, porque no ha sido responsable de los crímenes cometidos contra Cuba y la humanidad. Si lo defendiera, les haría un enorme favor a sus adversarios. No temo por ello criticarlo y expresar con franqueza mis puntos de vista sobre sus palabras.
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¿Qué afirmó?
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"A través de mi vida ha habido injusticia y represión en Cuba, y nunca durante mi vida el pueblo ha conocido la verdadera libertad, nunca en la vida de dos generaciones ha conocido el pueblo de Cuba una democracia no hemos visto elecciones durante 50 años. Nosotros no vamos a soportar estas injusticias, juntos vamos a buscar la libertad para Cuba," les expresa a los anexionistas y continúa: "Esa es mi palabra. Ese es mi compromiso. ¼ es hora de que el dinero estadounidense haga que el pueblo cubano sea menos dependiente del régimen de Castro. Voy a mantener el embargo".
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El contenido de las palabras de este fuerte candidato a la Presidencia de Estados Unidos, me exonera de la necesidad de explicar el porqué de esta reflexión.
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El propio José Hernández, uno de los directivos de la Fundación Cubano-Americana al que Obama elogia en su discurso, era el propietario del fusil automático de calibre 50, mirilla telescópica y rayos infrarrojos capturado por casualidad junto a otras mortíferas armas, durante su transportación por mar hacia Venezuela, donde la Fundación proyectó asesinar al que esto escribe en una reunión internacional que tuvo lugar en Margarita, estado venezolano de Nueva Esparta.
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El grupo de Pepe Hernández deseaba volver al pacto con Clinton, a quien el clan de Mas Canosa traicionó, ofreciéndole mediante fraude la victoria a Bush en el 2000 porque había prometido asesinar a Castro, algo que todos aceptaron gustosos. Son rejuegos políticos propios del sistema decadente y contradictorio de Estados Unidos.
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El discurso del candidato Obama se puede traducir en una fórmula de hambre para la nación, las remesas como limosnas, y las visitas a Cuba en propaganda para el consumismo y el modo de vida insostenible que lo sustenta.
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¿Cómo va a enfrentar el gravísimo problema de la crisis alimentaria? Los granos hay que distribuirlos entre los seres humanos, los animales domésticos y los peces, que de año en año son cada vez más pequeños y más escasos en los mares sobreexplotados por los grandes arrastreros a los que ningún organismo internacional fue capaz de frenar. No es fácil producir carne a partir del gas y el petróleo. El propio Obama sobreestima las posibilidades de la tecnología en la lucha contra el cambio climático, aunque está más consciente que Bush de los riesgos y del escaso tiempo disponible. Podría asesorarse con Gore, que es también demócrata y dejó de ser candidato, porque conoce bien el ritmo acelerado en que se incrementa el calentamiento. Su cercano rival político aunque no aspirante, Bill Clinton, experto en leyes extraterritoriales como la Helms-Burton y la Torricelli, puede asesorarlo en un tema como el bloqueo, que prometió erradicar y nunca cumplió.
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¿Cómo se expresó en su discurso de Miami el que sin duda es, desde el punto de vista social y humano, el más avanzado candidato a la postulación presidencial en Estados Unidos? "Durante 200 años" —dijo— "Estados Unidos ha dejado en claro que no vamos a soportar la intervención en nuestro hemisferio, sin embargo debemos ver que hay una intervención importante, el hambre, la enfermedad, la desesperación. Desde Haití hasta Perú podemos hacer algo mejor las cosas y debemos hacerlo, no podemos aceptar la globalización de los estómagos vacíos" ¡Magnífica definición de la globalización imperialista: la de los estómagos vacíos! Debemos agradecérselo; pero hace 200 años Bolívar luchó por la unidad de América Latina y hace más de 100 años Martí dio su vida combatiendo contra la anexión de Cuba a Estados Unidos. ¿Dónde están las diferencias entre lo que proclamó Monroe y lo que dos siglos después proclama y reivindica Obama en su discurso?
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"Tendremos un enviado especial de la Casa Blanca, como lo hizo Bill Clinton" —expresó casi al concluir— "vamos a ampliar el Cuerpo de Paz y les vamos a pedir a más jóvenes que hagan que nuestros vínculos con las gentes se hagan más fuertes y quizás más importantes. Podemos forjar el futuro, y no dejar que el futuro nos forje a nosotros." Es una bella frase, porque admite la idea, o al menos el temor, de que la historia hace a los personajes y no al revés.
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Los Estados Unidos de hoy no tienen nada que ver con la declaración de principios de Filadelfia formulada por las 13 colonias que se rebelaron contra el colonialismo inglés. Hoy constituyen un gigantesco imperio, que no pasaba en aquel momento por la mente de sus fundadores. Nada cambió sin embargo para los indios y los esclavos. Los primeros fueron exterminados a medida que la nación se extendía; los segundos continuaron siendo objeto de subastas en los mercados —hombres, mujeres y niños— durante casi un siglo, a pesar de que "todos los hombres nacen libres e iguales", como afirma la declaración. Las condiciones objetivas en el planeta favorecieron el desarrollo de ese sistema.
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Obama en su discurso atribuye a la Revolución Cubana un carácter antidemocrático y carente de respeto a la libertad y los derechos humanos. Es exactamente el argumento que, casi sin excepción, utilizaron las administraciones de Estados Unidos para justificar sus crímenes contra nuestra patria. El bloqueo mismo, por sí solo, es genocida. No deseo que los niños norteamericanos se eduquen en esa bochornosa ética.
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La revolución armada en nuestro país no habría sido tal vez necesaria sin la intervención militar, la Enmienda Platt y el coloniaje económico que esta trajo a la isla.
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La Revolución fue producto del dominio imperial. No se nos puede acusar de haberla impuesto. Los cambios verdaderos pudieron y debieron originarse en Estados Unidos. Sus propios obreros, hace más de un siglo, lanzaron la demanda de las ocho horas, hija de la productividad del trabajo.
Lo primero que los líderes de la Revolución Cubana aprendimos de Martí fue creer y actuar en nombre de una organización fundada para llevar a cabo una revolución. Siempre dispusimos de facultades previas y, una vez institucionalizada, fuimos elegidos con la participación de más del 90 por ciento de los electores, como es ya costumbre en Cuba, y no la ridícula participación que muchas veces, como en Estados Unidos, no llega al 50 por ciento de los electores. Ningún otro país pequeño y bloqueado como el nuestro habría sido capaz de resistir tanto tiempo, a base de ambición, vanidad, engaño o abusos de autoridad, un poder como el de su vecino. Afirmarlo constituye un insulto a la inteligencia de nuestro heroico pueblo.
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No cuestiono la aguda inteligencia de Obama, su capacidad polémica y su espíritu de trabajo. Domina las técnicas de comunicación y está por encima de sus rivales en la competencia electoral. Observo con simpatía a su esposa y sus niñas, que lo acompañan y animan todos los martes; es sin duda un cuadro humano agradable. No obstante, me veo obligado a varias delicadas preguntas, aunque no pretendo respuestas, únicamente consignarlas.
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1º ¿Es correcto que el Presidente de Estados Unidos ordene el asesinato de cualquier persona en el mundo, sea cual fuere el pretexto?
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2º ¿Es ético que el Presidente de Estados Unidos ordene torturar a otros seres humanos?
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3º ¿Es el terrorismo de estado un instrumento que debe utilizar un país tan poderoso como Estados Unidos para que exista la paz en el planeta?
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4º ¿Es buena y honorable una Ley de Ajuste que se aplica como castigo a un solo país, Cuba, para desestabilizarlo, aunque cueste la vida a niños y madres inocentes? Si es buena, ¿por qué no se aplica el derecho automático de residencia a los haitianos, dominicanos y demás países del Caribe, y se hace lo mismo con los mexicanos, centroamericanos y suramericanos, que mueren como moscas en el muro de la frontera mexicana o en aguas del Atlántico y el Pacífico?
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5º ¿Puede Estados Unidos prescindir de los inmigrantes, que cultivan vegetales, frutas, almendras y otras exquisiteces para los norteamericanos? ¿Quién barrería sus calles, prestaría servicios domésticos y realizarían los peores y menos remunerados trabajos?
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6º ¿Son justas las redadas de indocumentados que afectan incluso a niños nacidos en Estados Unidos?
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7º ¿Es moral y justificable el robo de cerebros y la continua extracción de las mejores inteligencias científicas e intelectuales de los países pobres?
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8º Usted afirma, como recordé al inicio de esta reflexión, que su país advirtió hace tiempo a las potencias europeas que no admitiría intervenciones en el hemisferio, y a la vez reitera la demanda de ese derecho, reclamando al mismo tiempo el de intervenir en cualquier parte del mundo con el apoyo de cientos de bases militares, fuerzas navales, aéreas y espaciales distribuidas en el planeta. Le pregunto, ¿es esa la forma en que Estados Unidos expresa su respeto por la libertad, la democracia y los derechos humanos?
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9º ¿Es justo atacar sorpresiva y preventivamente sesenta o más oscuros rincones del mundo, como los llama Bush, sea cual fuere el pretexto?
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10º ¿Es honorable y cuerdo invertir millones de millones de dólares en el complejo militar industrial para producir armas que pueden liquidar varias veces la vida en la Tierra?
Usted debiera conocer, antes de juzgar a nuestro país, que Cuba, con sus programas de educación, salud, deportes, cultura y ciencias, aplicados no sólo en su propio territorio sino también en otros países pobres del mundo, y la sangre derramada en solidaridad con otros pueblos, a pesar del bloqueo económico y financiero y las agresiones de su poderoso país, constituye una prueba de que puede hacerse mucho con muy poco. Ni a nuestra mejor aliada, la URSS, le fue permitido trazar nuestro destino.
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Para cooperar con otros países, Estados Unidos sólo puede enviar profesionales vinculados a la disciplina militar. No puede hacerlo de otra forma, porque carece de personal en número suficiente dispuesto a sacrificarse por otros y ofrecer apoyo significativo a un país con dificultades, aunque en Cuba hemos conocido y han cooperado con nosotros excelentes médicos norteamericanos. Ellos no tienen la culpa porque la sociedad no los educa masivamente en ese espíritu.
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La cooperación de nuestro país nunca la hemos subordinado a requisitos ideológicos. Se la ofrecimos a Estados Unidos cuando el Katrina golpeó duramente la ciudad de Nueva Orleans. Nuestra brigada médica internacionalista lleva el nombre glorioso de Henry Reeve, un joven nacido en ese país que luchó y murió por la soberanía de Cuba en la primera guerra por nuestra independencia.
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Nuestra Revolución puede convocar a decenas de miles de médicos y técnicos de la salud. Puede convocar de forma igualmente masiva a maestros y ciudadanos dispuestos a marchar a cualquier rincón del mundo, para cualquier noble propósito. No para usurpar derechos ni conquistar materias primas.
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En la buena voluntad y disposición de las personas hay infinitos recursos que no se guardan ni caben en las bóvedas de un banco. No emanan de la política cínica de un imperio.
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Fidel Castro Ruz
Mayo 25 de 2008

Inscripción automática, voto voluntario y binominal: “Una fórmula de alto riesgo”

Por: Carlos Salas Lind
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EN UNA DEMOCRACIA estable pero aún marcada por grandes problemas, es importante evaluar los canales de participación de la sociedad civil. Ignorar o menospreciar su rol se traduce en una marginalización de los segmentos más débiles o menos organizados de la comunidad del proceso de afianzamiento de la cohesión sociopolítica. Este proceso, en el que se forma (o debilita) la identificación de los ciudadanos con los valores políticos y sociales es fundamental para determinar la fortaleza que una nación desarrolla y proyecta.
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En Chile, la falta de voluntad por mejorar los canales de participación ciudadana se manifiesta en el desinterés por ejercer el derecho a sufragio. Esto no sólo se manifiesta entre quienes cumplen los requisitos legales para participar en el proceso, sino entre quienes ya están inscritos y por ende están obligados a sufragar. Ante esto es fundamental que los legisladores no olviden las eventuales consecuencias que las diferentes propuestas de modificación de la ley electoral podrían tener para el desarrollo del proceso político.
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Llama la atención que muchos actores políticos, incluso ex presidentes y actuales presidenciables, insistan en lo urgente de implementar la inscripción automática y el voto voluntario pese a que las discusiones sobre la reforma del binominal siguen entrampadas. Comparto la idea de inscripción automática y voto voluntario, pero su trámite debe acompañarse de una propuesta de modificación sustancial del sistema binominal. La experiencia electoral en el mundo muestra que los sistemas de elección mayoritario como el chileno (donde los grandes partidos o bloques tienen prácticamente asegurada su representación) crean menor interés y convocatoria frente a los sistemas proporcionales (donde las coaliciones o partidos menores tienen una mayor probabilidad de llegar al Congreso).
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Es ilustrativo observar que los países que han anulado la ley de voto obligatorio (en especial los que han utilizado sistemas de elección mayoritario) han experimentado una fuerte caída en el nivel de convocatoria a las parlamentarias posteriores. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias para el proceso chileno si se implementa un sistema de inscripción automática y voto voluntario pero sin modificar el sistema electoral binominal? Se puede vaticinar una caída en el nivel de participación ciudadana. De igual forma, un gasto de campaña electoral inaceptablemente grotesco, donde los grandes bloques concentrarían gran parte de sus recursos para que su electorado más proclive vaya en masa a los lugares de votación el día de las elecciones.
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Descrito de forma más directa, los procesos electorales en Chile podrían convertirse en un "acarreo", denostándose todo sustento moral de legitimidad a sus resultados. El fuerte desinterés por participar, junto a las mínimas posibilidades de triunfar para los que se atreven a marcar la diferencia bajo el binominal, podrían servir de caldo de cultivo para tensionar y debilitar el clima de convivencia social. Sin embargo, muchos actores se muestran desinteresados en evaluar las consecuencias que estos temas podrían tener a mediano y largo plazo.
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Son más bien los proyectos personales a corto plazo los que parecen concentrar todo el interés de quienes han sido elegidos para garantizar la participación efectiva. Prueba de ello ha sido la majadera reforma, reforma a la reforma y la reforma a esta última reforma que ha acortado alargado ., acortado el período presidencial en el mismo lapso de vigencia del binominal. Ante esta realidad, y al existir poca voluntad para introducir cambios al sistema vigente, se corre un riesgo menor manteniendo las cosas como están.
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Fuente: www.carlossalas.com

viernes, 23 de mayo de 2008

Una llamada a la acción

Por: Mijaíl Gorbachov

Parece como si la crisis mundial de alimentos hubiera pillado con la guardia baja a los dirigentes políticos e incluso a los especialistas en el tema. Lo que al principio se llamó “el tsunami silencioso” ya no respeta el silencio. Muchos países, incluyendo algunos que son críticamente importantes para una estabilidad regional y mundial, ya han sido testigos de tensiones e incluso disturbios por el tema de los alimentos.

Hay que destacar varias causas de esta crisis: el creciente consumo de alimentos en China y la India, países en rápido desarrollo; el aumento de la demanda de biocombustibles, como el etanol, fundamentalmente elaborados a base de cereales, y los cambios en las condiciones climatológicas causados por el calentamiento global y la escasez de agua.

La primera es una tendencia inevitable, y debemos alegrarnos de que centenares de millones de personas salgan de la pobreza y puedan comprar alimentos dignos. Nuestro planeta es perfectamente capaz de alimentarles: los expertos calculan que con las tecnologías agrícolas existentes, la producción mundial debería bastar para alimentar a 8.000 millones de personas.
Los motivos fundamentales de la repentina crisis son obra de la mano del hombre, fruto de la acción –o falta de acción– de los políticos.

¿Acaso no se les avisó del calentamiento global y de la necesidad de tomar medidas para hacerle frente y adaptarse? La producción de etanol nos la presentaron como una forma ecológicamente beneficiosa de reducir nuestra dependencia del petróleo. Pero no se calibró con tiento, y el resultado ha sido una auténtica ironía: los contribuyentes de un buen número de países subvencionan la conversión de cereales en etanol, reduciendo así los recursos alimenticios. Esto genera un círculo vicioso, que demuestra una vez más que no existen soluciones simples ni varitas mágicas.

EL DIRECTOR general de la FAO, organismo de las Naciones Unidas, Jacques Diouf, tenía razón cuando afirmó hace poco que la crisis se estaba gestando desde hacía décadas y que era el resultado de “políticas desacertadas durante los últimos 20 años”. Mientras, por un lado, entre 1990 y 2000, se reducían a la mitad las ayudas a la agricultura en los países en vías de desarrollo, el mundo industrializado mantenía los generosos subsidios a sus agricultores. Las cosas son así: que ellos perezcan o se pongan a nadar en el oleaje del mercado global, mientras los nuestros van obteniendo ayudas.

A medida que la situación evoluciona, ¿seguirán los países el principio de sálvese quien pueda o mostrarán finalmente la fuerza y capacidad de trabajar conjuntamente y actuar de forma eficaz? La respuesta no está muy clara. Algunos países productores de alimentos ya han impuesto sus límites a las exportaciones para mantener precios bajos y evitar enfados entre la gente. Es una reacción comprensible, pero a largo plazo no funcionará. Se necesitan soluciones a escala internacional.

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki—moon, convocó hace poco una reunión de los directores de 27 organizaciones internacionales para coordinar la respuesta de la comunidad mundial. Se creó una especie de task force, que sería un buen primer paso. Además, los países ricos han otorgado 500 millones de dólares para ayuda urgente para alimentos. No es mucho dinero, pero es un principio.La sociedad civil mundial también está interviniendo a través de la ayuda que ofrecen las organizaciones humanitarias no gubernamentales.

Eso está muy bien, pero yo aún me pregunto qué está haciendo el Consejo de Seguridad, que según la Carta de las Naciones Unidas “tiene una responsabilidad fundamental en mantener la paz y la seguridad internacionales”. ¿Acaso no se detecta ninguna amenaza para la paz y estabilidad desde el edificio de la ONU en East River?“Me sorprende”, declaró Diouf, “que no me hayan convocado al Consejo de Seguridad de la ONU” para informar urgentemente de la situación. Parece como si los diplomáticos estuvieran allí demasiado acostumbrados a trabajar como bomberos que responden ante unas crisis que ha degenerado en hostilidades. Este, evidentemente, es un trabajo necesario, pero el desarrollo de medidas de prevención es aún más importante. Cuando la situación estalle, con el aumento del número de inmigrantes hambrientos, mientras las naciones luchan por el agua, ya será demasiado tarde.

¿CÓMO PUEDE ser que mientras los parlamentos nacionales celebran sesiones sobre problemas urgentes, recurriendo a toda la experiencia disponible y buscando soluciones, no sucede lo mismo a escala internacional?

El Consejo de Seguridad aún no se ha convertido en un centro de gestación de políticas que pudiese concentrar la mente de los dirigentes mundiales en los problemas reales. En las auténticas prioridades, más que en las sesgadas que conocemos hoy.

Una vez más, todo se resume en unas prioridades distorsionadas. Es función del Consejo de Seguridad corregir el sistema de prioridades mundial y adaptarlo a los nuevos retos. Es imperativo empezar ahora, sin esperar a la reforma del consejo, que por supuesto es necesaria. Mientras que es cierto que la ausencia de países importantes como la India, Brasil, Japón, Alemania y Suráfrica del grupo de miembros permanentes está mal y debe corregirse, y que el ámbito del consejo debería incluir la seguridad económica y medioambiental, ¿por qué no se cambia la agenda y ya incluimos a estos países en la discusión? El problema es la inercia. Pero la crisis de los alimentos nos recuerda que la inercia mata.

jueves, 22 de mayo de 2008

"Las supersticiones más infantiles"

Las opiniones de Albert Einstein sobre el hecho religioso han sido objeto de polémica entre los expertos. Una carta inédita que remitió al filósofo Eric Gutkind en 1954 muestra ahora al genio más escéptico. Los siguientes son extractos de la misiva, publicada por The Guardian.

(...) "La palabra Dios, para mí, no es más que la expresión y el producto de las debilidades humanas, y la Biblia una colección de leyendas dignas pero primitivas que son bastante infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede cambiar eso (para mí). Tales interpretaciones sutiles son muy variadas en naturaleza, y no tienen prácticamente nada que ver con el texto original. Para mí, la religión judía, como todas las demás religiones, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que me alegro de pertenecer y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene ninguna cualidad diferente, para mí, a las de los demás pueblos. Según mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos, si bien están protegidos de los peores cánceres porque no poseen ningún poder. Aparte de eso, no puedo ver que tengan nada de escogidos.Me duele que usted reivindique una posición de privilegio y trate de defenderla con dos muros de orgullo, uno externo, como hombre, y otro interno, como judío. Como hombre reivindica, por así decir, estar exento de una causalidad que por lo demás acepta, y como judío, el privilegio del monoteísmo. Pero una causalidad limitada deja de ser causalidad, como nuestro maravilloso Spinoza reconoció de manera incisiva, seguramente antes que nadie. Y las interpretaciones animistas de las religiones de la naturaleza no están, en principio, anuladas por la monopolización. Con semejantes muros sólo podemos alcanzar a engañarnos (...) a nosotros mismos, pero nuestros esfuerzos morales no salen beneficiados. Al contrario (...)".
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Fuente: El País (España).

¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios?

Por: Mónica Salomone
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Científicos de Oxford investigan la estructura cerebral que aloja la creencia religiosa.
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Si usted cree en Dios o, en general, en alguna forma de ente místico, sepa que la inmensa mayoría de la humanidad está en su mismo bando. Si por el contrario no es creyente, es usted, en términos estadísticos, un raro. Si la demostración de la existencia de Dios se basara en el número de fieles, la cosa estaría clara. No es así, aunque en lo que respecta a este artículo eso es, en realidad, lo de menos. Creyentes y no creyentes están divididos por la misma pregunta: ¿Cómo pueden ellos no creer/creer (táchese lo que no corresponda)? Este texto pretende resumir las respuestas que la ciencia da a ambas preguntas.

Los físicos están pletóricos este año porque gracias al acelerador de partículas LHC, que pronto empezará a funcionar cerca de Ginebra, podrán por fin buscar una partícula fundamental que explica el origen de la masa, y a la que llaman la partícula de Dios. Los matemáticos, por su parte, tienen desde hace más de dos siglos una fórmula que relaciona cinco números esenciales en las matemáticas -entre ellos el famoso pi-, y a la que algunos, no todos, se refieren como la fórmula de Dios. Pero, apodos aparte, lo cierto es que la ciencia no se ocupa de Dios. O no de demostrar su existencia o inexistencia. Las opiniones de Einstein -expresadas en una carta recientemente subastada- valen en este terreno tanto como las de cualquiera. Sí que se pregunta la ciencia, en cambio, por qué existe la religión.

No es ni mucho menos un tema de investigación nuevo, pero ahora hay más herramientas y datos para abordarlo, y desde perspectivas más variadas. A sociólogos, antropólogos o filósofos, que tradicionalmente han estudiado el fenómeno de la religión o la religiosidad, se unen ahora biólogos, paleoantropólogos, psicólogos y neurocientíficos. Incluso hay quienes usan un nuevo término: neuroteología, o neurociencia de la espiritualidad. Prueba del auge del área es que un grupo de la Universidad de Oxford acaba de recibir 2,5 millones de euros de una fundación privada para investigar durante tres años "cómo las estructuras de la mente humana determinan la expresión religiosa", explica uno de los directores del proyecto, el psicólogo evolucionista Justin Barrett, del Centro para la Antropología y la Mente de la Universidad de Oxford.

Meter mano científicamente a la pregunta 'por qué somos religiosos los humanos' no es fácil. Una muestra: experimentos recientes identifican estructuras cerebrales relacionadas con la experiencia religiosa. ¿Significa eso que la evolución ha favorecido un cerebro pro-religión porque es un valor positivo? ¿O es más bien el subproducto de un cerebro inteligente? Sacar conclusiones es difícil, e imposible en lo que se refiere a si Dios es o no 'real'. Que la religión tenga sus circuitos neurales significa que Dios es un mero producto del cerebro, dicen unos. No: es que Dios ha preparado mi cerebro para poder comunicarse conmigo, responden otros. Por tanto, "no vamos a buscar pruebas de la existencia o inexistencia de Dios", dice Barrett.

¿Desde cuándo es el hombre religioso? Eudald Carbonell, de la Universidad Rovira i Virgili y co-director de la excavación de Atapuerca, recuerda que "las creencias no fosilizan", pero sí pueden hacerlo los ritos de los enterramientos, por ejemplo. Así, se cree que hace unos 200.000 años Homo heidelbergensis, antepasado de los neandertales y que ya mostraba "atisbos de un cierto concepto tribal", ya habría tratado a sus muertos de forma distinta. De lo que no hay duda es de que desde la aparición de Homo sapiens el fenómeno religioso es un continuo. "La religión forma parte de la cultura de los seres humanos. Es un universal, está en todas las culturas conocidas", afirma Eloy Gómez Pellón, antropólogo de la Universidad de Cantabria y profesor del Instituto de Ciencia de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid.
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¿Por qué esto es así? Para Carbonell hay un hecho claro: "La religión, lo mismo que la cultura y la biología, es producto de la selección natural". Lo que significa que la religión -o la capacidad para desarrollarla-, lo mismo que el habla, por ejemplo, sería un carácter que da una ventaja a la especie humana, y por eso ha sido favorecido por la evolución. ¿Qué ventaja? "Eso ya es filosofía pura", responde Carbonell. Está dicho, las creencias no fosilizan.

Así que hagamos filosofía. O expongamos hipótesis: "Un aspecto importante aquí es la sociabilidad", dice Carbonell. "Cuando un homínido aumenta su sociabilidad interacciona de forma distinta con el medio, y empieza a preguntarse por qué es diferente de otros animales, qué pasa después de la muerte... Y no tiene respuestas empíricas. La religión vendría a tapar ese hueco".

Esa visión cuadra con la antropológica. La religión, según Gómez Pellón, da los valores que contribuyen a estructurar una comunidad en torno a principios comunes. Por cierto, ¿y si fueran esos valores, y no la religión en sí, lo que ha sido seleccionado? Curiosamente, señala Gómez Pellón, "los valores básicos coinciden en todas las religiones: solidaridad, templanza, humildad...". Tal vez no sea mensurable el valor biológico de la humildad, pero sí hay muchos modelos que estudian el altruismo y sus posibles ventajas evolutivas en diversas especies, incluida la humana.

También coinciden Carbonell y Gómez Pellón al señalar el papel "calmante" de la religión. "La religión ayuda a controlar la ansiedad de no saber", dice el antropólogo. "Cuanto más se sabe, más se sabe que no se sabe. Y eso genera ansiedad. Además, el ser humano vive poco. ¿Qué pasa después? Esa pregunta está en todas las culturas, y la religión ayuda a convivir con ella, nos da seguridad". Lo constatan quienes tratan a diario con personas próximas a situaciones extremas. "Es verdad que en la aceptación del proceso de morir las creencias pueden ayudar", señala Xavier Gómez-Batiste, cirujano oncólogo y Jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario de Bellvitge.

Por si fueran pocas ventajas, otros estudios sugieren que las personas religiosas se deprimen menos, tienen más autoestima e incluso "viven más", dice Barrett. "El compromiso religioso favorece el bienestar psicológico, emocional y físico. Hay evidencias de que la religión ayuda a confiar en los demás y a mantener comunidades más duraderas". La religión parece útil. Eso explica que el ser humano "sea naturalmente receptivo ante las creencias y actividades religiosas", prosigue.

Naturalmente receptivos. ¿Significa eso que estamos orgánicamente predispuestos a ser religiosos? ¿Lo está nuestro cerebro? En los últimos años varios grupos han recurrido a técnicas de imagen para estudiar el cerebro en vivo en "actitud religiosa", por así decir. "Son experimentos difíciles de diseñar porque la experiencia religiosa es muy variada", advierte Javier Cudeiro, jefe del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidad de Coruña. Los resultados no suelen considerarse concluyentes. Pero sí se acepta que hay áreas implicadas en la experiencia religiosa.

En uno de los trabajos se pedía a voluntarios -un grupo de creyentes y otro de no creyentes- que recitaran textos mientras se les sometía a un escáner cerebral. Al recitar un determinado salmo, en los cerebros de creyentes y no creyentes se activaban estructuras distintas. No es sorprendente. "Se da por hecho", explica Cudeiro; lo mismo que hay áreas implicadas en el cálculo o en el habla.

La pregunta es si esas estructuras fueron seleccionadas a lo largo de la evolución expresamente para la religión. Cudeiro no lo cree. "La experiencia religiosa se relaciona con cambios en la estructura del cerebro, y neuroquímicos, que llevan a la aparición de la autoconciencia, el lenguaje... cambios que permiten procesos cognitivos complejos; no son para una función específica". O sea que la religión bien podría ser, como dice Carbonell, un efecto secundario de la inteligencia.

Otros estudios de neuroteología han estudiado el cerebro de monjas mientras evocaban la sensación de unión con Dios, y de monjes meditando. Uno de los autores de estos trabajos, Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, aspira incluso a poder generar en no creyentes la misma sensación mística de los creyentes, a la que se atribuyen tantos efectos beneficiosos: "Si supiéramos cómo alterar [con fármacos o estimulación eléctrica] estas funciones del cerebro, podríamos ayudar a la gente a alcanzar los estados espirituales usando un dispositivo que estimule el cerebro ", ha declarado Beauregard a la revista Scientific American.

Lo expuesto en este texto sugiere que la cuestión no es tanto por qué existe la religión, sino por qué existe el ateísmo. Con todas las ventajas de la religión, ¿por qué hay gente atea? "El ateísmo actual es un fenómeno nuevo y queremos investigarlo, sí", dice Barrett por teléfono. ¿Tiene que ver con el avance de la ciencia, capaz de dar al menos algunas de esas tan buscadas respuestas? Varios estudios indican que, en efecto, los científicos son menos religiosos que la media. Pero hay excepciones; los matemáticos y los físicos, en especial los que se dedican al estudio del origen del universo -¡precisamente!-, tienden a ser más religiosos. No hay consenso sobre si un mayor grado de educación, o de cociente intelectual, hace ser menos religioso. "El ser religioso o no seguramente depende de muchos factores que aún no conocemos", dice Barrett.
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Fuente: El País (España).

¿El Dios del sufrimiento?

Por: Peter Singer
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¿Vivimos en un mundo creado por un dios todopoderoso, omnisciente y absolutamente bueno? Los cristianos así lo creen. No obstante, todos los días nos enfrentamos a un motivo poderoso para dudarlo: en el mundo hay mucho dolor y sufrimiento. Si Dios es omnisciente, sabe cuánto sufrimiento hay. Si es todopoderoso, podría haber creado un mundo sin tanto dolor –y lo habría hecho si fuera absolutamente bueno.

Los cristianos generalmente responden que Dios nos concedió el don del libre albedrío, y por lo tanto no es responsable del mal que hacemos. Pero esta respuesta no toma en cuenta el sufrimiento de quienes se ahogan en inundaciones, se queman vivos en incendios forestales provocados por un rayo o mueren de hambre o sed durante una sequía.

Los cristianos tratan de explicar este sufrimiento diciendo que todos los seres humanos son pecadores y merecen su suerte, por espantosa que sea. Pero los bebés y niños pequeños tienen las mismas probabilidades que los adultos de sufrir y morir en desastres naturales y parece imposible que lo merezcan.
Una vez más, algunos cristianos sostienen que todos hemos heredado el pecado original cometido pro Eva, que desafió el decreto de Dios de no comer del árbol del conocimiento. Esta es una idea repelente por partida triple, ya que implica que el conocimiento es malo, que desobedecer la voluntad de Dios es el mayor de todos los pecados y que los niños heredan los pecados de sus antepasados y pueden ser justamente castigados por ellos.

Aun si aceptáramos todo esto, el problema sigue sin solución. Los animales también sufren a causa de las inundaciones, incendios y sequías y, puesto que no descienden de Adán y Eva, no pueden haber heredado el pecado original.

En tiempos pasados, cuando el pecado se tomaba más en serio que hoy en día, el sufrimiento de los animales planteaba un problema particularmente difícil a los pensadores cristianos. El filósofo francés del siglo XVII, René Descartes, lo resolvió mediante el drástico recurso de negar que los animales puedan sufrir. Sostenía que los animales eran simplemente mecanismos ingeniosos y que no se debían tomar sus chillidos y contorsiones como señal de dolor de la misma manera que no se toma el ruido de un reloj despertador como señal de que tiene conciencia. Es poco probable que las personas que tienen un gato o un perro encuentren convincente ese argumento.

El mes pasado, en la Universidad de Biola, una escuela cristiana en el sur de California, debatí la existencia de Dios con el comentarista conservador Dinesh D’Souza. En los últimos meses, D’Souza ha insistido en debatir con ateos prominentes, pero a él también le costó trabajo encontrar una respuesta convincente al problema que he descrito.

Primero dijo que puesto que los seres humanos pueden vivir eternamente en el cielo, el sufrimiento de este mundo es menos importante que si nuestra vida en este mundo fuera la única que tuviéramos. Eso sigue sin explicar por qué un dios todopoderoso y absolutamente bueno lo permitiría. Por insignificante que sea este sufrimiento desde la perspectiva de la eternidad, el mundo estaría mejor sin él, o al menos sin la mayor parte de él. (Algunas personas afirman que necesitamos algo de sufrimiento para apreciar lo que es ser feliz. Tal vez, pero ciertamente no necesitamos tanto.)

A continuación, D’Souza adujo que como Dios nos dio la vida, no estamos en condiciones de quejarnos si no es perfecta. Utilizó el ejemplo de un niño nacido sin una pierna. Dijo que si la vida en sí misma es un don, no se nos hace un daño si recibimos menos de lo que podríamos desear. En respuesta señalé que nosotros condenamos a las madres que dañan a sus bebés mediante el uso de alcoholo o cocaína durante el embarazo. No obstante, ya que le dan la vida a sus hijos, parece que según la opinión de D’Souza lo que hacen no tiene nada de malo.

Por último, D’Souza recurrió, como lo hacen muchos cristianos cuando se les presiona, a la afirmación de que no podemos esperar entender los motivos de Dios para crear el mundo tal como es. Es como si una hormiga tratara de entender nuestras decisiones, por lo insignificante que es nuestra inteligencia en comparación con la infinita sabiduría de Dios. (Esta es la respuesta que se da de forma más poética en el Libro de Job .) Pero una vez que abdicamos así de nuestra capacidad de raciocinio, bien podemos creer lo que sea.

Además, la afirmación de que nuestra inteligencia es insignificante en comparación con la de Dios presupone exactamente el punto que se está debatiendo –que existe un dios omnisciente, omnipotente y absolutamente bueno. Las evidencias que tenemos ante nuestros propios ojos indican que es más razonable creer que el mundo no fue creado por dios alguno. Si de cualquier forma insistimos en creer en la creación divina, nos vemos obligados a admitir que el dios que creó el mundo no puede ser todopoderoso y absolutamente bueno. O es malvado o no es muy hábil.
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La revolución que nunca fue

Por: Michel Rocard
PARÍS – Mayo de 1968. El mundo, atónito, se encuentra con que Francia ha enloquecido. Una huelga general, que afecta a todo menos la electricidad y la prensa, detiene las actividades del país.

Ningún país desarrollado ha pasado jamás por una situación similar. Sin embargo, no es una revolución. Hay poca violencia y no hay ataques contra los edificios públicos. Algunos miles de automóviles son quemados, pero tres años después, la policía –que quería debilitar el apoyo casi unánime del pueblo al movimiento—admitirá que fue ella la responsable de la mayoría de esos incendios. Un mes después, todo vuelve a la normalidad. ¿Qué pasó?

Hace 23 años que terminó la Segunda Guerra Mundial. La gente recuerda que la Gran Depresión de 1929, que en seis meses dejó en el desempleo a 20 millones de personas, llevó a Hitler al poder. El capitalismo tiene la culpa de la guerra.
Puesto que es vital evitar que esa situación se repita, se ha establecido un acuerdo para regular el capitalismo: la estabilización social mediante la generalización del Estado de bienestar, la estabilización financiera mediante políticas keynesianas y la estabilización económica mediante políticas de salarios altos en todo Occidente.

Y funciona. En esta primavera de 1968, Francia, al igual que todos los países desarrollados, ha tenido 23 años de crecimiento económico acelerado y regular del 4.5-5% al año. Protegida de cualquier crisis económica –porque el capitalismo sensato ha eliminado las crisis financieras—Francia tiene pleno empleo. Es un período increíble. La disuasión nuclear asegura la paz mundial. El crecimiento económico nunca ha sido tan acelerado durante un período tan largo. El pleno empleo nunca se ha mantenido durante tanto tiempo.

Charles de Gaulle ha gobernado Francia durante 10 años. El partido más grande del país, los comunistas, domina la oposición. El Partido Socialista está paralizado, osificado y no tiene poder. La oposición no puede ganar. Nada cambia y parece que nada cambiará en este país tranquilo donde impera el dinero.

El capitalismo regulado triunfa en todas partes. Las economías parecen seguir una ruta estable, ascendente. El éxito se mide por los salarios. Los filósofos, Herbert Marcuse en particular, denuncian la venalidad de esta forma de vida. La gente está aburrida; piensan que es inmoral que el dinero se convierta en el referente principal del mundo. Los estudiantes protestan, a veces junto con los sindicatos, contra la sociedad de consumo.

Esos debates animan muchas universidades estadounidenses y francesas. A principios de mayo, hay incidentes en la Universidad de Nanterre. Los estudiantes de La Sorbona ocupan su antigua universidad en apoyo a los de Nanterre.

Hay protestas en las universidades estadounidenses. En junio, los estudiantes ocuparán la Universidad de Estocolmo. En otoño también habrá incidentes en universidades alemanas e italianas. El 68 se está globalizando, alimentado por las dudas entre la juventud universitaria sobre el mundo que se está construyendo.

En París, un rector universitario cansado y torpe pide a la policía que expulse a los estudiantes de la Sorbona. Cuando el rey de Francia creó La Sorbona en el siglo XIII, se le concedieron privilegios especiales, uno de los cuales era el mantenimiento del orden por sus propios medios; la policía no tenía permiso de ingresar a la universidad. Sólo la Gestapo, durante la ocupación nazi, había violado esta regla.

Las consecuencias de la decisión del rector son enormes. Todos los estudiantes, en París y la provincia –hay más de un millón en ese entonces—se sienten ofendidos. Se encarcela a algunos de los líderes de la Universidad de Nanterre. Todas las universidades de Francia se ponen en huelga para defenderlos. La gente no entiende cómo el gobierno pudo haber cometido este error.

En el “barrio latino”, el distrito estudiantil de París, hay muchas protestas. Hay peleas con la policía. Pero nada puede detener la propagación del movimiento. Una enorme marcha muestra el apoyo de los sindicatos al movimiento estudiantil.

El 15 de mayo, sin ninguna instrucción de los sindicatos, algunos trabajadores deciden espontáneamente ponerse en huelga y ocupar sus fábricas en una planta aeronáutica en Bouguenais y una fábrica de Renault en Cléon. Los comités de huelga, compuestos por trabajadores jóvenes –y frecuentemente no sindicalizados—cuestionan la jerarquía, exigen respeto y quieren el “derecho a la libertad de expresión”, pero nunca mencionan los sueldos y ni siquiera solicitan negociaciones.

Los sindicatos no saben qué hacer. La CGT, cercana al Partido Comunista, lucha vigorosamente contra el movimiento. La CFDT, que solía ser cristiana pero se secularizó en 1964, entiende mejor el movimiento y adopta sus ideas. La huelga se propaga.

Sigue sin haber violencia. Al principio, el movimiento sorprende al público francés, que simpatiza con él. La gente se ayuda mutuamente. Es una celebración de la libertad de expresión. Algunos ministros renuncian, pero no hay ataques contra las instituciones. Francia sueña y se divierte.

El 27 de mayo el gobierno organiza una reunión con líderes sindicales que tienen poco que ver con las huelgas y con organizaciones empresariales, que no tienen nada que ver con ellas. Se decide conceder un importante aumento salarial aunque nunca se pidió. Poco a poco la gente vuelve al trabajo.

El Primer Ministro, Georges Pompidou, convence a de Gaulle –cuyo primer discurso, pronunciado el 24 de mayo, no había tenido ningún efecto—de que disuelva el parlamento el 31 de mayo. Una campaña electoral mantendrá ocupados a los franceses. Las elecciones, celebradas a fines de junio, dan un gran triunfo a los partidos de derecha.

No obstante, las consecuencias sociales de mayo de 1968 son enormes. Es el inicio del movimiento feminista. Por todas partes fuera de París crecen las exigencias de descentralización y el regionalismo. Finalmente se reconoce oficialmente a los sindicatos en las empresas, al igual que el derecho de los trabajadores a expresarse sobre sus condiciones de trabajo.

Los franceses han dedicado un mes de crisis –más lúdica y poética que social o política—a expresar su rechazo a un mundo donde el dinero tiene demasiada influencia. Gran parte de una generación completa en Occidente siente lo mismo.

Alain Touraine: retrato de sociólogo en sujeto

Por: Alfredo Vanini
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"Casi nunca río", suele confesar Alain Touraine. Y es cierto. Tanto en los eventos oficiales a los asistí como funcionario de la Biblioteca Nacional, como en las reuniones más bien íntimas a las que fui invitado como periodista independiente, la imagen que proyecta este francés es idéntica: austero, enérgico en sus dichos -breves y precisos-, cortés sin ser cortesano. Amable pero no zalamero. Un germano, casi un luterano de los primeros días.
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En el discurso de orden pronunciado al investir a Touraine doctor Honoris Causa en la PUC, el profesor Denis Sulmont dijo “Es un poco difícil imaginarlo con un casco y overol”, en alusión a su experiencia juvenil junto a los mineros. Pero basta acercarse un poco a este hombre de 83 años para constatar más bien lo contrario. Tenía veinte años cuando acabó la guerra y no eran tiempos divertidos para una Francia desmembrada por la barbarie nazi. Ponerse del lado de los mineros del norte francés era lo más natural para quien quería conocer el mundo no desde arriba sino desde dentro.
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La vocación de Alain Touraine se definió en Valenciennes, gracias al choque que le produjo la lectura de Problemas humanos del maquinismo industrial, del sociólogo Georges Friedmann, teórico de la así llamada sociología del trabajo. La senda que recorrería Touraine estaba allí definida en una fórmula: Friedmann se preguntaba si la sociedad de masas no aplasta al individuo creador.
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Y fue Friedmann quien hizo ingresar al joven Touraine en el prestigioso CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica), Olimpo del conocimiento. Fue un mentor decisivo. Pero hay dos. El otro fue Fernand Braudel, el historiador de la Escuela de los anales, quien lo nombró director de estudios en la Ecole pratique des haute études, cuando Touraine apenas tenía 35 años. “Aparte de ellos dos, no recibí nada de nadie. Eso me hizo gozar de entera libertad, sirviéndome de ella para decir lo que quería. Jamás me sentí parte del sistema universitario. Intelectualmente, nunca me adherí a ninguna corriente dominante”.
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Es en 1952 que su pensamiento empieza a estructurarse gracias a la confrontación con la corriente en boga en la sociología de ese momento: el funcionalismo, personificado en la figura del norteamericano Talcott Parsons y en la idea de sistema. A ello, Touraine, quien toma la inteligente decisión de ir a los EEUU y tomar clases con el mismo Parsons, opone la sociología de la acción.
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Profesor en Nanterre, maestro de Cohn-Bendit, con quien mantiene hasta hoy viejos lazos de amistad, las revueltas de Mayo del 68 significaron para Touraine una ruptura. Y se enorgullece de haber previsto el estallido universitario, escribiendo en Le Monde, en enero y febrero de ese mismo año.
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"Nadie me tomó en serio en ese momento- me dijo en el almuerzo que compartí con él- Pero luego tuvieron que aceptar que tenía razón".
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El análisis sociológico de Touraine siempre ha ido a contracorriente en el mundo académico francés. No se dejó seducir por el marxismo althusseriano (aunque fue amigo de Althusser) ni por el gauchisme. Resistió toda su vida a todas las modas intelectuales y a los ataques ideológicos. Su concepción del movimiento social afirmado en la figura del sujeto, tuvo más eco en el mundo universitario de América Latina. En Chile vivió y trabajó durante años. Fue testigo de la barbarie pinochetista el 11 de septiembre del 73, y cuyo testimonio está en Vida y muerte del Chile popular, publicado ese mismo año. Y allí encontró el más grande de sus afectos: Adriana, bella estudiante chilena, compañera y madre sus hijos, cuya muerte en 1990 significó para Touraine el
momento más duro de su vida.
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Ha sido profesor de tres presidentes latinoamericanos, Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, Ricardo Lagos, de Chile y Alan García, del Perú. Pero además maestro de brillantes sociólogos e intelectuales sudamericanos: Tomás Moulian en Chile, el padre Gustavo Gutierrez y Hugo Neira en el Perú, entre muchos otros.
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Creador de una vasta obra que se inicia con Sociología de la acción (1965), sus últimos cuatro libros son fundamentales para comprender el complejo mundo de hoy: ¿Podremos vivir juntos?. Iguales y diferentes (1997), ¿Cómo salir del liberalismo? (1999), Un nuevo paradigma (2005) y El mundo de las mujeres (2006).
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Pero La palabra y la sangre (1988), su gran libro sobre América Latina, debería ser de lectura obligatoria en todas nuestras universidades. Y no solo en las facultades de sociología. Entre tantas frases, tomo solo una, tan justa como devastadora: “América Latina es un continente lleno de situaciones revolucionarias pero que ha conocido muy pocas revoluciones propiamente dichas: la revolución mexicana, la revolución boliviana de 1952, la revolución sandinista. El castrismo fue más bien una guerrilla victoriosa. Hay mucho desorden, demasiados golpes de Estado militares y corrupción. ¿Por qué tan pocos movimientos sociales?”
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Camino al aeropuerto, antes de partir, me diría: “Mis mejores amigos están en América Latina”. La lectura y aplicación de sus ideas a la vida social y cultural, sería sin duda lo mejor que el Perú pudiera brindarle, en retribución a esta sincera amistad.
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Fuente: La República (Perú).

lunes, 19 de mayo de 2008

V Cumbre ALC-UE: un final feliz

La V Cumbre ALC-UE concluyó en Lima sin mayores sorpresas: con un llamado a acelerar la integración birregional e impulsar la democracia para combatir la pobreza, la crisis alimentaria y el cambio climático.

Como elementos indispensables para mejorar la calidad de vida en América Latina y el Caribe, la región de más desigual distribución de la riqueza en el mundo, fueron definidos: un crecimiento económico sostenido y sostenible que llegue a toda la población, valores democráticos y reglas jurídicas confiables.


"Creemos que es a través de la democracia y la libertad como debemos andar nuestro camino", declaró consecuentemente el anfitrión del encuentro, Alan García, ante los líderes y representantes de los 60 países que asistieron a la cita.


Un sobreentendido, si no fuera por las sangrientas dictaduras de los años 70, los populismos autoritarios de diverso pelo, el comunismo en una sola isla y el anacronismo guerrillero que han sacudido y sacuden a la región, lo mismo que la pobreza y una increíble desigualdad en la distribución de los ingresos y el patrimonio.


Los sobreentendidos abundaron también en la otra parte. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, llamó a reforzar la cooperación entre ambas regiones, porque "los retos globales con que nos topamos hoy exigen respuestas globales. Son retos que ningún país de manera aislada puede resolver".

El presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, fue más explícito al abogar "por los principios y los valores de la democracia plural, la libertad de opinión y la libertad de información", antes de manifestar el rechazo a "toda forma de gobierno dictatorial o autoritaria", en una no muy velada referencia a Cuba y Venezuela.


En la última sesión tomaron la palabra los líderes de Perú, República Checa, Argentina, Chile, México, Austria, Guatemala, Jamaica y Países Bajos, en calidad de presidentes de las mesas de trabajo en que se dividió la reunión.


Retos, llamados e impulsos


La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, instó a transformar el modelo exportador de materia prima latinoamericano en una economía generadora de valor agregado y puestos de trabajo que permitan salir de la pobreza. "La energía y los alimentos van a ser las claves del siglo XXI", señaló. Instar solo seguramente no va a bastar, pero si a ello siguen pasos concretos, seguramente una nada mala idea.


A su turno, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, citó como prioridades "reducir el hambre y la pobreza, renovar la concertación, consolidar la democracia y avanzar hacia un desarrollo más sustentable para enfrentar además el cambio climático". Los retos, como tantas veces, parecen estar claros entre los gobernantes latinoamericanos.


El presidente de México, Felipe Calderón, señaló que el crecimiento económico no resuelve automáticamente el problema de la pobreza, pero es indispensable tenerlo para mejorar los indicadores sociales.


La Cumbre de Lima estuvo centrada además en el impulso a las negociaciones para sellar en 2009 los acuerdos de asociación de la Unión Europea (UE) con la Comunidad Andina (CAN) y Centroamérica, además de la reanudación de las conversaciones con el Mercosur.


Los europeos hicieron especial hincapié en reconocer las asimetrías tanto entre como dentro de los bloques como punto de partida para negociar acuerdos que promuevan el desarrollo, como así también en la necesidad de un esfuerzo conjunto para poder concluir exitosamente y a la mayor brevedad la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).


La Declaración de Lima expresa en tanto la "profunda preocupación por el impacto que genera el alza de los precios de los alimentos" y su efecto en los países más vulnerables. Propone acciones coordinadas e inmediatas y además el aumento de las capacidades agrícolas y el desarrollo para satisfacer la demanda de alimentos.


Las políticas sociales tendientes a sociedades más inclusivas, una mejor distribución de la riqueza, la cooperación energética y el manejo sostenible de recursos hacen también parte de la Declaración de Lima.


Gasto social, inmigrantes y una reconciliación


El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció que la lucha contra la pobreza ha mejorado en América Latina en los últimos años gracias al crecimiento económico y políticas económicas "serias" que dan estabilidad y seguridad jurídica a las inversiones.


"Pero no es suficiente", dijo. "Tiene que haber una política de distribución del ingreso más justa de la que hay en Latinoamérica y una política social de cooperación al desarrollo que aborde problemas básicos estructurales", instó. "El gasto social es también un gasto productivo, la inversión social genera riqueza", manifestó.


En cuanto a los derechos del inmigrante, la Declaración de Lima propone un enfoque que comprenda el reconocimiento de su aporte a las sociedades receptoras y que combata el tráfico ilícito de personas, la xenofobia y el racismo, en el marco de un principio de responsabilidad compartida, tal como propuso España.


En el marco de la cumbre se logró en tanto superar el impasse entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y la canciller federal de Alemania, Angela Merkel. Chávez le pidió disculpas por sus polémicas declaraciones y dejaron atrás el conflicto que logró reavivar las expectativas en torno al evento en Lima.


En Lima volvió a quedar sin embargo en evidencia que la crisis regional entre Ecuador, Venezuela y Colombia todavía está lejos de una solución, aunque las diferencias entre sus mandatarios quedaran relegadas a declaraciones hechas al margen de la cumbre.

Angela Merkel: diálogo se ha desarrollado positivamente


La canciller federal de Alemania, Angela Merkel, consideró que tras la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea hay avances en la relación de ambos continentes.


La reunión de 60 jefes de Estado y gobierno fue «útil y prolífica», afirmó Merkel. Agregó que ambas partes acordaron centrar su colaboración en el combate a la pobreza y la lucha contra el cambio climático. Dijo también que los países participantes declararon su apoyo a convertir en un éxito la conferencia de protección de especies que se realizará en Bonn a fines de mayo.


Merkel agregó que hubo una discusión sobre los biocombustibles. Destacó que se expresó la preocupación de que pueda haber una contradicción entre la producción de biocombustibles y la de alimentos. Sin embargo, en general Europa saludó la producción de biocombustibles, según Merkel.


Según la canciller, la discusión entre ambos continentes se ha desarrollado positivamente desde el encuentro en Viena hace dos años. «La cooperación con América latina debería tener gran significado en el trabajo diario de la Unión Europea y sus países miembros», subrayó.


Según Merkel, la Unión Europea (UE) quiere seguir firmando acuerdos de asociación con grupos individuales de países latinoamericanos, que incluyan por ejemplo una zona de libre comercio.


Agregó que la prioridad la tienen Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Para avanzar es posible que los países opten por distintos grados de vinculación con Europa, con el fin de preservar sus intereses nacionales, afirmó Merkel. «Cada país tiene ideas distintas».


Fuente: Deutsche Welle (Alemania)

domingo, 18 de mayo de 2008

El progreso económico, en entredicho

Por: Francisco Bustelo

La humanidad constituye una especie harto singular. Su racionalidad es bastante imperfecta, pero permite progresar. Ocurre, sin embargo, que esa imperfección de la razón hace que el progreso sea lento, resulte injusto para muchos y avance a trompicones. Ahora lo estamos viendo con una desaceleración económica que puede convertirse en una crisis honda y duradera.

¿Qué ha sucedido? De repente y casi sin previo aviso se han suscitado dos serios problemas. El primero se debe a la llamada financiarización. En todas partes existe una producción y consumo de bienes, es decir, una economía real. Junto a ella hay otra economía, la financiera, muy pujante en los países avanzados. En ellos, las transacciones financieras son en su cuantía enormemente superiores a las transacciones reales. Resulta así que el sistema financiero, fundamental como es, se ha hipertrofiado. Tal cosa se debe a que bancos, cajas y demás funcionan con un mecanismo tan sencillo como rentable. Captan fondos, por los que pagan un precio, y luego esos fondos, multiplicados, los prestan, cobrando por ello un precio más alto. Cuanto más presten más ganarán, salvo, claro es, si no se devuelven los préstamos. ¿Cómo se evita esto último? Exigiendo garantías suficientes a los prestatarios. Y eso es lo que no han hecho muchas entidades estadounidenses con las famosas subprimes, unos créditos hipotecarios otorgados alegre e imprudentemente.

Como los Estados Unidos son potentes y grandes, que dijo el poeta, sus alifafes financieros amenazan con contagiarse al resto del mundo. Y lo mismo que el progreso se alimenta a sí mismo y empuja hacia adelante, todo retroceso, por pequeño que parezca al principio, puede convertirse en una espiral descendente que afecte a todos, a los prudentes y a los imprudentes. Una economía financiera que vaya a menos frenará a la economía real y la desaceleración de ésta afectará a su vez a aquélla, y así se irá de mal en peor hasta que se toque fondo y se produzca un rebote.

El segundo problema es la subida de los precios de la energía y de los alimentos. Cuando hay progreso aumentará la demanda de casi todo y si la oferta no lo hace en igual medida, los precios subirán. Aunque sea absurdo, esa mayor demanda no se había previsto y el alza de los precios ha causado sorpresa general, fomentado la especulación y, lo que es más grave, incrementado el número de pobres. Además, cosechas que podrían haberse traducido en más alimentos se han desviado hacia los biocombustibles.

¿Qué solución hay? Una es resignarse y leer la Biblia, donde se dice que a siete años de vacas gordas sucederán otros siete de vacas flacas. Pero también cabe emplear la razón y supervisar más y mejor al sistema financiero para que no vuelva a haber subprimes. Sobre el papel es cosa bastante hacedera, aunque habrá que vencer las fuertes reticencias de los fans del libre mercado, que piensan que éste no falla nunca y no debe, por tanto, intervenirse.

En cuanto a los precios del petróleo, poco se puede hacer salvo convencer a los ciudadanos de que sean menos “energéticos” y dispendiosos, cosa difícil habida cuenta de que nuestra civilización se basa en el consumismo. Los precios de los alimentos, en cambio, podrían dejar de subir simplemente produciendo más, lo cual es relativamente sencillo con los conocimientos agronómicos actuales, aunque no lo es tanto que los países ricos faciliten la labor con más ayuda, menos proteccionismo agrícola y mayores transferencias tecnológicas.

En España tenemos un problema añadido. Hemos vivido los años de vacas gordas gracias en parte al artificio de construir más viviendas de las que podían finalmente venderse a los desorbitados precios de mercado. Al final, como suele ocurrir en esos casos, ha habido que dar un brusco frenazo y poner, nunca mejor dicho, orden en la casa. Con ello ha aumentado el número de parados y se ha gripado uno de los motores, por artificioso que fuese, del crecimiento, del que estábamos demasiado orgullosos.

¿Qué va a pasar en España y en el mundo en los próximos tiempos? A decir verdad, nadie lo sabe, pues la economía es todo menos una ciencia exacta. Además, hay mucho en ella de psicología y se desconoce cómo van a reaccionar los ciudadanos ante los negros nubarrones. ¿Con el optimismo que intentan infundir los gobernantes o con pesimismo? Incluso en el segundo caso, no habrá en España ni en los demás países avanzados situaciones trágicas para la mayoría de sus habitantes, aunque como acostumbra a suceder en este perro mundo, los menesterosos sufrirán más. Véase, como muestra de la poca vulnerabilidad de los pudientes, el caso de Japón, que ha estado 15 años en una crisis que todavía colea y sigue siendo uno de los países más ricos del globo. Pero sí habrá penurias en muchas otras partes, aumentarán las hambrunas y nos alejaremos del final de la extrema pobreza, lo que demostraría que más que poco racionales somos, en realidad, bastante brutos.

Fuente: El País (España).

viernes, 16 de mayo de 2008

Un crimen de derechos humanos en Gaza

Por: Jimmy Carter

El mundo es testigo de un terrible crimen de derechos humanos en Gaza, donde un millón y medio de seres humanos están siendo encarcelados prácticamente sin acceso al mundo exterior por mar, aire o tierra. Toda una población está siendo castigada brutalmente.

Este maltrato burdo de los palestinos en Gaza fue incrementado drásticamente por parte de Israel, con el respaldo de Estados Unidos, después de que los candidatos políticos que representaban a Hamas ganaron una mayoría de escaños en el parlamento de la Autoridad Palestina en 2006. Todos los observadores internacionales unánimemente calificaron la elección de honesta y justa.

Israel y Estados Unidos se negaron a aceptar el derecho de los palestinos a formar un gobierno de unidad con Hamas y Fatah y hoy, después de una lucha interna, sólo Hamas controla Gaza. Cuarenta y uno de los 43 candidatos victoriosos de Hamas que vivían en Cisjordania han sido encarcelados por Israel, además de otros diez que asumieron cargos en el gabinete de coalición de corta vida.

Más allá de las elecciones personales en la lucha partidaria entre Fatah y Hamas dentro de la Palestina ocupada, debemos recordar que las sanciones económicas y las restricciones en el suministro de agua, alimentos, electricidad y combustible están causando penurias extremas entre la gente inocente de Gaza, entre la que hay alrededor de 1 millón de refugiados.

Bombas y misiles israelíes atacan periódicamente la zona encapsulada, causando muchas bajas tanto entre militantes como entre mujeres y niños inocentes. Antes del asesinato altamente publicitado de una mujer y sus cuatro hijos pequeños la semana pasada, este patrón había quedado reflejado en un informe previo de B'Tselem, la principal organización de derechos humanos israelí: 106 palestinos fueron asesinados entre el 27 de febrero y el 3 de marzo. Cincuenta y cuatro de ellos eran civiles que no participaban en el combate y 25 tenían menos de 18 años.

En un viaje reciente por Oriente Medio, intenté llegar a comprender mejor la crisis. Una de mis visitas fue a Sderot, una comunidad de unas 20.000 personas en el sur de Israel que es frecuentemente atacada por cohetes rudimentarios disparados desde la cercana Gaza. Condené estos ataques como abominables y como un acto de terrorismo, ya que la mayoría de las trece víctimas durante los últimos siete años han sido no combatientes.

Posteriormente, me reuní con líderes de Hamas, tanto una delegación de Gaza como los altos funcionarios en Damasco, Siria. También les formulé la misma condena a ellos y los insté a que declararan un alto el fuego unilateral u orquestaran con Israel un acuerdo mutuo para poner fin a toda acción militar en y alrededor de Gaza durante un período prolongado.

La respuesta que recibí es que este tipo de acción previa por parte de ellos no había sido recíproca, y me recordaron que Hamas había insistido anteriormente en un alto el fuego en toda Palestina incluyendo Gaza y Cisjordania, que había sido rechazado por Israel. Hamas luego hizo una propuesta pública de un alto el fuego mutuo restringido a Gaza, que los israelíes consideraron y también rechazaron.

Se escuchan argumentos fervientes en ambas partes respecto de quién tiene la culpa de que no reine la paz en la Tierra Santa. Israel ocupó y colonizó la Cisjordania palestina, que tiene aproximadamente la cuarta parte (28,5%) del tamaño de la nación de Israel tal como fue reconocida por la comunidad internacional. Algunas facciones religiosas israelíes reclaman el derecho a la tierra a ambos lados del río Jordán, y otros aseguran que sus 205 asentamientos con unas 500.000 personas son necesarios para la "seguridad".

Todas las naciones árabes aceptaron el pleno reconocimiento de Israel si éste cumple con las resoluciones clave de las Naciones Unidas. Hamas acordó aceptar cualquier acuerdo de paz negociado entre el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, siempre que fuera aprobado en un referendo entre el pueblo palestino.

Esto alberga la promesa de progreso, pero a pesar de la breve fanfarria y las declaraciones positivas en la conferencia de paz el pasado noviembre en Annapolis, Maryland, se produjo un retroceso en el proceso. Se anunciaron nueve mil nuevos asentamientos de viviendas israelíes en Palestina, aumentó la cantidad de barricadas dentro de Cisjordania y el cerco en Gaza se volvió más férreo.

Una cosa es que otros líderes recurran a Estados Unidos en las negociaciones de paz cruciales, pero el mundo no debe quedarse de brazos cruzados mientras gente inocente recibe un trato cruel. Es hora de que voces enérgicas en Europa, Estados Unidos, Israel y otras partes expresen y condenen esta tragedia de derechos humanos entre el pueblo palestino.

Fuente: www.project-syndicate.org

miércoles, 14 de mayo de 2008

Nunca habrá una solución militar

Daniel Barenboim, la música de la esperanza en el estruendo del conflicto. El creador de la Orquesta West-Eastern Divan, en la que participan jóvenes músicos judíos y palestinos, describe su relación con Israel, desde su llegada de niño a un Estado recién nacido hasta el progresivo distanciamiento.

Por: Daniel Barenboim.

En la actualidad, muchos israelíes no tienen ni idea de lo que sienten los palestinos, de cómo es la vida en una ciudad como Nablus, una prisión con 180.000 reclusos en la que no hay ni restaurantes, ni cafés ni cines. ¿Qué ha ocurrido con la famosa inteligencia judía? Ni siquiera estoy hablando de justicia o de amor. ¿Por qué se continúa alimentando el odio en la franja de Gaza? Nunca podrá haber una solución militar, porque dos pueblos luchan por una sola tierra. Por fuerte que sea Israel, siempre sufrirá inseguridad y miedo. El conflicto se devora a sí mismo y al alma judía, y siempre se le ha permitido que lo haga. Quisimos hacernos con tierras que nunca pertenecieron a los judíos y construir en ellas asentamientos. En ese hecho, los palestinos ven, y con razón, una provocación imperialista. Su resistencia, su no, es absolutamente comprensible, pero no los medios que utilizan para llevarla a cabo, ni tampoco la violencia o la inhumanidad indiscriminada.

Para ver el artículo completo siga este vínculo:
http://www.elpais.com/articulo/internacional/habra/solucion/militar/elppgl/20080514elpepiint_5/Tes

Fuente: El País (España).