martes, 19 de mayo de 2009

Construir Palestina desde la base

Por: Shlomo Avineri

Como pudo apreciar el enviado especial del Presidente Barack Obama para el Oriente Próximo, el ex Senador estadounidense George Mitchell, durante su visita a la región, los esfuerzos de Estados Unidos por lograr la paz entre israelíes y palestinos se enfrentan a tres obstáculos principales que, sin duda, quedarán en evidencia en los próximos encuentros de Obama con los líderes de la región.

El primer obstáculo (de hecho, el problema que está en el primer plano hoy) es la actual guerra civil palestina, en que Hamas controla la Franja de Gaza en desafío a la Autoridad Palestina, encabezada por Abu Mazen. El fracaso básico de los palestinos en construir su propia nación hace casi imposible por el momento cualquier conversación de paz con Israel, por no hablar de un acuerdo. Si los palestinos no pueden llegar a un consenso nacional mínimo, ¿cómo puede establecerse la paz entre ellos e Israel?

En segundo lugar, con Benjamin Netanyahu del Likud como Primer Ministro, Israel tiene ahora un gobierno mucho menos dispuesto –o capaz- de hacer concesiones importantes y evacuar cientos de miles de colonos israelíes de Cisjordania.

Tercero, y lo que es más significativo, los acuerdos de 1993 entre la OLP e Israel hasta ahora no han podido lograr su objetivo. Los intentos de revivir el proceso de paz de Oslo –la “Hoja de Ruta” y el proceso de Anápolis- también no han logrado más que declaraciones vacías y fotografías para la prensa. Habría que ponderar las causas de estos 15 años de fracaso, para que así la misión de Mitchell no se convierta en otro esfuerzo muerto antes de nacer.

Se puede culpar fácilmente, y con razón, tanto a los palestinos como a Israel por el fracaso del proceso de Oslo. Sin embargo, hay en juego una causa más fundamental que no se debe pasar por alto.

El proceso de Oslo intentó crear un estado palestino desde arriba hacia abajo: crear una autoridad nacional palestina, entregarle territorio, darle cada vez mayor poder, armarla y financiarla, realizar elecciones y, como resultado, lograr un estado palestino. En lugar de ello, la consecuencia fue una Autoridad Palestina corrupta y militarizada, con servicios de seguridad que compiten entre sí y han demostrado ser incapaces de dar seguridad. Tampoco pudo sostener negociaciones fiables con Israel ni entregar los servicios que necesitan los palestinos de la calle.

Dos razones de este fracaso destacan sobre el resto: la debilidad institucional de la sociedad civil palestina, que carece de la infraestructura necesaria para la construcción de su nación, y la imposibilidad de avanzar hacia la paz y construir una nación simultáneamente. En ningún lugar del mundo hay precedentes de que un proceso de dos niveles como ése haya tenido éxito.

Se precisa un cambio fundamental de paradigma: los esfuerzos deberían centrarse en crear un estado palestino desde abajo, incluso en medio del fracaso del proceso actual.

En los últimos dos años, el ex Primer Ministro británico Tony Blair y el General estadounidense Keith Dayton han tenido éxito en la creación de instituciones eficaces en tres distritos de Cisjordania (Jenin, Belén y Hebrón), convirtiéndolas en las áreas más pacíficas de esa zona, con un mínimo de presencia militar israelí. Se proporcionó asesoría y financiación adecuadas a las autoridades locales; las cámaras de comercio independientes se convirtieron en la columna vertebral de una clase media comercial local, a la que le interesa que la región se mantenga en paz incluso si no se logra un acuerdo general; la policía local recibió entrenamiento en Jordania y hoy funciona con eficacia como fuerza policial, no milicia armada; y las relaciones de negocios con las regiones israelíes adyacentes se han visto renovadas.

Esta facultación de un liderazgo local eficaz se hizo con mucha persistencia y poca fanfarria, y estos proyectos básicos crearon por vez primera los componentes esenciales para una efectiva creación de la nación palestina.

No hay dudas de que el proceso exigirá tiempo y paciencia, pero hasta ahora ha sido el único enfoque que ha demostrado funcionar, cuando todo el resto ha fracasado. Como lo expresara recientemente Blair, un proceso así, que parte desde abajo, puede incluso ir de la mano con el objetivo de Netanyahu de lograr una "paz económica", aunque finalmente debería ir más allá de eso. Está de más decir que un enfoque así tendría que incluir una paralización completa de las actividades de reasentamiento israelíes. Si se diseña cuidadosamente, puede incluso ser aceptada implícitamente por el gobierno israelí, aunque sea sin mucho entusiasmo.

El proceso de Oslo ha fracasado, y cualquier intento por revivirlo -por ejemplo, mediante la iniciativa de paz árabe de Beirut- no hará más que exponer todos los desacuerdos actuales entre ambos bandos, y no superará el fracaso palestino de construcción de su nación. Tras todos los intentos fallidos por crear un estado palestino desde arriba, sólo la manera “a la antigua” –desde abajo- sigue siendo viable.

Fuente: www.project-syndicate.org

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