domingo, 11 de octubre de 2009

La apuesta noruega por Obama

Por: José Rodríguez Elizondo

No se discutiría (tanto) este Premio Nobel de la Paz para Barack Obama, si se recordara el aforismo de los economistas escépticos: no hay almuerzo gratis. Es decir, no hay que preguntarse (tanto) qué hizo él para merecerlo, sino cuál fue la motivación del comité noruego para otorgárselo.

Al respecto, debemos descubrir que el Premio supone dos categorías básicas de premiados: quienes ya construyeron un excelente currículo pacifista y quienes podrían construirlo, si fueran estimulados. La diferencia principal está en el riesgo que asumen los noruegos, sobre todo cuando el galardonado es made in USA.

En la primera categoría ese riesgo es mínimo. Está claro que Jimmy Carter era una sandía calada y que George W. Bush no califica. Por el contrario, el riesgo es máximo en la segunda categoría, donde hay un margen de futuro político para el premiado. Entonces, el estímulo del Premio compite con la seducción hegemonista o con la gloria de una "buena guerra". Así, premiar a Henry Kissinger en 1973, más que un riesgo, fue una apuesta ingenua o temeraria. Como el alacrán del cuento, el docto profesor no podía renunciar a sus apuestas propias, que eran matar, al riesgo de morir matando.

¿Y en que categoría encasillamos a Obama?

Excepcionalmente, el hombre califica en ambas. Su biografía muestra un pasado que apela a la construcción de consensos, al fin de las verdades absolutas y a la derrota de los prejuicios. Sus libros y discursos -que no son de ocasión ni producto de escribidores a sueldo- lo muestran como un líder jeffersoniano, en línea directa con los Padres Fundadores. En ellos hay convicción democrática, pragmatismo principista, compromiso con la cultura de los derechos humanos, conciencia ecologista y humor inteligente.

Son textos que rechazan el "pensamiento único", como fórmula para el desarrollo y condenan el doble estándar: "Yo no comprendía por qué a los progresistas nos tenía que preocupar menos la opresión de los países comunistas que la brutalidad del régimen chileno". De ellos emerje la propuesta de un liderazgo esclarecido, que asuma los costos del multilateralismo, pues la ONU es mejor opción que la anarquía internacional y los EEUU no pueden enfrentar solos los problemas globales "ni en Africa ni en ninguna parte".

Visto así, poco importa que Obama lleve sólo nueve meses de gobierno o que esté chocando con el carácter intratable de issues como el conflicto del Medio Oriente, el desafío iraní, la tozudez de Fidel Castro, los incordios que siembra Hugo Chávez, el terrorismo agazapado y el fundamentalismo de algunos opositores republicanos. Lo decisivo es que son nueve meses enfrentando esos desafíos, con los métodos de la democracia, dentro y fuera de los EEUU. Un tiempo de evangélica consecuencia con su discurso ante la Convención Nacional, de los demócratas, de 2004: "Esperanza. Esperanza frente a la dificultad. Esperanza frente a la incertidumbre. ¡La audacia de la esperanza!"

Es la esperanza que privilegió, seguro, el comité noruego con su sugerente mayoría de mujeres. Y en muy buen momento, pues ya los fatalistas y oportunistas estaban viendo la derrota olímpica de Chicago como el pulgar divino apuntando hacia abajo. Es que, en definitiva, este Nobel se otorgó para reventar ese viejo refrán, según el cual "Dios protege a los malos cuando son más que los buenos".

Su apuesta, entonces, es por blindar al Quijote, para que esta vez sí pueda derrotar a los molinos de viento.

Fuente: El País (España)

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