martes, 6 de octubre de 2009

Ahora es nuestro momento

Por: Ban Ki-moon

Todos los años en el mes de septiembre los dirigentes del mundo se reúnen en las Naciones Unidas para reafirmar nuestra Carta fundacional: nuestra fe en los principios fundamentales de paz, justicia, derechos humanos e igualdad de oportunidades para todos. Evaluamos el estado del mundo, abordamos las cuestiones actuales principales y exponemos nuestra propia idea sobre cómo avanzar en el futuro.

Pero este año es diferente. La 64 ª inauguración de la Asamblea General nos pide que estemos a la altura de un momento excepcional. Estamos afrontando muchas crisis –la alimentaria, la energética, la recesión y la pandemia de gripe– que están produciéndose al mismo tiempo. Si alguna vez ha habido un momento en el que actuar con espíritu de multilateralismo renovado, un momento en el que devolver el adjetivo “unidas” a las Naciones Unidas es ahora.

Y eso es lo que estamos haciendo, como lo demuestran las medidas adoptadas en relación con tres cuestiones de importancia histórica.

En primer lugar, los dirigentes mundiales se están uniendo para abordar la mayor amenaza que afrontamos como familia humana: la del cambio climático catastrófico. La semana pasada, 101 dirigentes de 163 países se reunieron para trazar los nuevos pasos que dar con vistas a la importantísima conferencia de las NN.UU. sobre el cambio climático, que se celebrará en Copenhague y reconocieron la necesidad de un acuerdo que todas las naciones puedan hacer suyo, de conformidad con sus capacidades y con lo que la ciencia indique, y basado en “empleos verdes” y “crecimiento verde”, el salvavidas para una economía mundial en el siglo XXI.

En las NN.UU. nos hemos preparado cuidadosamente para este momento. Durante dos años y medio, desde que fui nombrado Secretario General, hemos procurado situar el cambio climático en el primer puesto del programa de trabajo mundial. Hoy hemos entrado en una nueva fase. La cumbre celebrada la semana pasada definió la cuestión claramente y centró la atención en las capitales de todo el mundo. Desde luego, se trata de cuestiones complejas y difíciles, en particular las relativas a la financiación de las medidas de adaptación y mitigación en los países más pobres. Aun así, los dirigentes abandonaron Nueva York comprometidos con unas instrucciones claras y firmes para sus negociadores: concluir un acuerdo en Copenhague.

El Japón formuló un desafío, al acordar reducir en un 25 por ciento las emisiones de CO2 de aquí a 2020, si otras naciones siguen su ejemplo. El Presidente de China, Hu Jintao, contó todo lo que su país está haciendo ya para reducir la intensidad energética e invertir en opciones “verdes” substitutivas. Subrayó que China está preparada para hacer más de conformidad con un acuerdo internacional, como también el Presidente de los EE.UU., Barack Obama.

Los negociadores se reunirán para celebrar otra ronda de conversaciones de las NN.UU, el 28 de septiembre, en Bangkok y estamos examinando la posibilidad de celebrar en noviembre una reunión menor de las naciones con más emisiones y las más vulnerables. Tenemos que dar un paso adelante en este año decisivo.

Ha habido otro punto de inflexión sobre una segunda cuestión de importancia existencial: el desarme nuclear. Por fin, la tesis de que esa clase de armas son necesarias para mantener la paz se está viniendo abajo. En una cumbre especial convocada por el Presidente Obama, el Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad una resolución que abre un nuevo capítulo en los esfuerzos de las NN.UU. para abordar la proliferación y el desarme nucleares.

Dicha resolución mejora las perspectivas para ampliar el próximo mes de mayo el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares e infunde esperanzas sobre la entrada en vigor del Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares. También establece los contornos de un marco jurídico para la adopción de medidas contra el uso indebido para fines militares de la tecnología nuclear destinada a usos civiles y refleja un consenso que se va perfilando y que se ha visto en una reunión tras otra, en el sentido de que ha llegado el momento de aumentar la presión a los países que no respeten esos principios.

El mundo está unido también en un tercer frente. Aunque algunos pueden hablar de que “se empieza a ver la recuperación”, vemos una nueva crisis que está perfilándose. Según un informe nuestro reciente, “Voces de los vulnerables”, los casi pobres están pasando a ser los nuevos pobres.

Este año un millón de personas, aproximadamente, podría quedar por debajo del umbral de la pobreza. Los mercados pueden estar subiendo de nuevo, pero no así los empleos y los ingresos. Ésa es la razón por la que, en fecha anterior de este año, las NN.UU. propusieron un Pacto Mundial para el Empleo con vistas a la consecución de un crecimiento equilibrado y sostenible. Es también la razón por la que estamos creando un nuevo sistema mundial de alerta en situaciones de impacto y vulnerabilidad, que nos ofrecerá datos en tiempo real y análisis sobre las condiciones socioeconómicas en todo el mundo. Necesitamos saber con exactitud quién está sufriendo las consecuencias de la crisis financiera y dónde para que podamos reaccionar del mejor modo posible.

Ésa es también la razón por la que, el año próximo por estas fechas, convocaremos una cumbre especial sobre los objetivos de desarrollo del milenio. Sólo faltan cinco años para alcanzar las metas en materia de salud, educación y seguridad humana que fijamos para 2015. En todas las diversas cumbres del G-20 celebradas durante el año transcurrido, incluida la más reciente, celebrada en Pittsburg, las NN.UU han adoptado una posición firme al hablar y al actuar en pro de todos los que se están quedando rezagados.

En la Asamblea General siempre ha abundado la retórica, pero a veces la adopción de medidas no tanto. Aun así, al escuchar los discursos de los dirigentes del mundo, me llamó la atención su pasión, compromiso y determinación colectiva con vistas a pasar página respecto de un pasado de países divididos por intereses partidistas a una situación de naciones unidas en pro de la causa de un bien común mundial.

Tanto en relación con la necesidad de afrontar el cambio climático como la de crear un mundo sin armas nucleares como la de construir una economía mundial más sostenible y equitativa, he visto un espíritu de multilateralismo renovado, con las NN.UU. al frente. Ningún país puede afrontar ninguna de esas amenazas por sí solo, pero, como naciones unidas que son, las Naciones Unidas, sí que pueden.

Fuente: www.project-syndicate.org.

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