lunes, 16 de noviembre de 2009

¿QUE PASO CON EL ELN?


En esta época preelectoral en Colombia es sabido el papel determinante que juegan las FARC, tanto para mantener a un gobierno, como para precipitar su salida. En los últimos meses no es poco lo que se ha venido especulando sobre su actual situación político-militar y sus proyecciones en el corto y mediano plazo. Pero algo que llama la atención es que casi ningún analista o medio de comunicación hable de la segunda organización guerrillera del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Esta situación ha sido abordada anteriormente desde dos ópticas, una política y otra militar, pero teniendo en cuenta que el conflicto armado colombiano es de carácter político-militar se hace difícil separar estas dos caras de una misma moneda, ya que en este tipo de confrontaciones lo militar se convierte en el elemento dinamizador de lo político, es decir, a mayor capacidad y operatividad militar, mayores serán los espacios de interacción política que genere el actor en cuestión.

A continuación trataré de enunciar y analizar los factores que a mi modo de ver han determinado el proceso de retroceso político y militar que ha llevado al ELN a una especie de invisibilidad dentro y fuera de Colombia.

1- Si bien su composición militante hasta fines de los años ochentas y principios de los noventas estuvo marcada por la participación de profesionales y estudiantes universitarios, el ELN no logró consolidar una presencia operativa estable en las ciudades colombianas, salvo Barrancabermeja, Cúcuta y algunas comunas de Medellín y Bucaramanga (todas perdidas con los paramilitares), por lo general sus frentes urbanos terminaron siendo una extensión logística de los frentes rurales, a diferencia de las FARC (Red Urbana Antonio Nariño y un dispositivo importante de frentes rurales en Cundinamarca), el ELN no pudo construir una estructura permanente en la ciudad de Bogota, lo que lo mantuvo alejado del mayor centro político -administrativo y poblacional de Colombia. Al no haber logrado operar militarmente en las ciudades, los frentes urbanos concentraron sus esfuerzos en la realización de trabajo político - organizativo en sindicatos, universidades y espacios sociales de diverso tipo. El problema en este caso se presento porque en los espacios urbanos la financiación está directamente ligada al factor militar. La actividad militar continua es la que genera la percepción de poder en la población y esta percepción es la que hace que la gente pague extorsiones (vacunas) o “colabore” económica o materialmente con la causa y guarde silencio. Al no poder financiarse de manera autónoma, los frentes urbanos empezaron a depender económicamente de las estructuras rurales, las que en muchas ocasiones difícilmente generaban sus propios ingresos.

2 - El ELN no logró consolidar una fuente nacional de financiación estable, lo que llevó a que mientras los frentes ubicados en zonas de explotación petrolera y minera (Arauca y Norte de Santander) o de tránsito de oleoductos gozaran de ingresos económicos fijos con bajos costos políticos y de imagen, otros frentes se dedicaran a secuestrar y extorsionar indiscriminadamente (lo que generó la fundación de grupos paramilitares en muchas regiones), esto, sin tener en cuenta el impacto que sobre su legitimidad política producirían estas acciones delincuenciales. A finales de los años noventas con la especialización lograda por los organismos estatales antisecuestro (GAULA) y la implementación de los planes candado en las principales ciudades del país, la gran mayoría de los frentes rurales del ELN entraron en serios procesos de crisis económica, lo que produjo la parálisis total de varios. A diferencia de las FARC que desde los años ochentas inició el cobro de impuestos (gramaje) a los cultivadores de coca el sur del país, especialmente en el Caquetá y luego de su octava Conferencia (1993) entró de lleno en todas las fases de producción de la cocaína, proporcionándose una fuente fija de altos ingresos económicos, posibilitando así su crecimiento, expansión y desarrollo político-militar.

3- El ELN no logró dar el salto en lo militar, nunca pudo pasar de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos, no pudo construir los batallones que se planteó en su Tercer Congreso (1996), sólo en Arauca, el Catatumbo, el Sur de Bolívar y el Oriente Antioqueño hubo intentos reales. En gran parte debido a la falta de cuadros militares, ésta organización no pudo establecer una escuela militar permanente a nivel nacional, que le permitiera producir y renovar constantemente mandos militares. Por otra parte la falta de recursos hizo que algunos frentes no lograran ni siquiera construir destacamentos militares (24 hombres), y en los frentes de guerra se crearan “compañías” (que debían tener 90 hombres) con menos de 50 integrantes, por falta de armas (fusiles), municiones y personal. En muchos casos la operatividad militar se redujo a acciones de sabotaje económico (voladura de oleoductos, torres de conducción eléctrica y paros de trasporte) y acciones de finanzas, no es casual que las acciones militares más grandes realizadas por ELN durante los años noventa, hayan sido tres secuestros masivos (El avión Fokker de avianca, la Iglesia de la María en Cali y los pescadores deportivos en la Cienaga del Torno).

4- El ELN Perdió la guerra con el ejército, las FARC y los grupos paramilitares, estos últimos lograron arrebatarles regiones históricas al ELN, como Barrancabermeja que fuera un bastión urbano de esta guerrilla, las comunas de Medellín, gran parte del Magdalena Medio, las zonas planas del Sur de Bolívar, toda la Costa Atlántica y el oriente antioqueño, en esta zona desapareció el que fuera uno de sus frentes emblemáticos, el Carlos y Alirio Buitrago, que en sus mejores momentos llegó a tener más de 400 hombres en armas. Sólo pudo hacerles frente en igualdad de condiciones a sus enemigos en Arauca y las partes altas del Catatumbo el Sur de Bolívar.

5- Su debilidad económica y militar no permitió que por lo menos se conociera su propuesta política de Convención Nacional (espacio de diálogo entre la insurgencia y la sociedad civil que serviría para elaborar el proyecto de país que se plantearía posteriormente al gobierno de turno en un eventual proceso de paz), el uso reiterado del secuestro como medio de financiación hizo que fuera incluido en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea y se debilitara su imagen a nivel nacional e internacional.

En la actualidad se encuentra en el peor momento político de su historia, ya que no representa una amenaza real a la estabilidad institucional del Estado, su capacidad militar está bastante restringida y se circunscribe a tres áreas geográficas específicas, el Departamento de Arauca (Frente de Guerra Oriental), el Sur de Bolívar (Área Darío Ramírez Castro) y el Catatumbo (Frente de Guerra Nororiental), no tiene influencia política o militar sobre ninguna ciudad importante y se encuentra marginado del debate político nacional, por lo cual su futuro se presenta bastante incierto y confuso. En caso de entrar en un proceso de negociación, tendría que desarmarse y reinsertarse incondicionalmente y luego sentarse a recibir lo que el gobierno quiera entregarles (beneficios jurídicos y económicos personales), sin que se produzca ningún tipo de cambio o reforma sustancial en el modelo político – económico del país, o pueden continuar la guerra obligándose a ligarse al narcotráfico de manera activa (ya está sucediendo en Nariño y Cauca) para poder mantener muchas estructuras debilitadas por la falta de recursos humanos y económicos, rematando lo que queda de su imagen política (esperando que no se produzcan casos de degeneración ideológica como le sucedió a muchos comandantes de las FARC en el sur del país) y esperando retomar algún tipo de iniciativa militar que les permita negociar no desde un estado de postración sino solamente de debilidad militar, algún tipo de reforma o cambio político sustancial, por lo menos en las comunidades rurales en las que todavía es un actor central.

Luis Fernando Trejos Rosero.

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