domingo, 30 de agosto de 2009

Tres mensajes estilo Maquiavelo

Por: José Rodríguez Elizondo

Con su impactante entrevista para La Tercera, del día 23 de agosto, Alan García se saltó toda mediación diplomática, para enviar sendos mensajes a la vena a Hugo Chávez, Evo Morales y Michelle Bachelet.

1.- A HUGO CON RESPETO

El mensaje para Chávez es altamente maquiaveliano, pues entre ambos existe un notorio respeto sin amor. Para el venezolano, García es el único que no mira para otro lado cuando él habla y que se atreve a discutirle con lenguaje de cantina, sin miedo al ridículo. Además, sabe que es el único líder latinoamericano que ha dejado fuera de combate a su "papá" Fidel Castro (cuando polemizaron sobre la deuda externa en los años 70).

García, por su parte, sabe que Chávez tiene un peso decisivo en la balanza geopolítica peruana, por sus vínculos con las FARC y su fuerte influencia en los gobiernos de Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. También sabe que tiene una relación complicada con Chile, que financia sedes del ALBA en el Perú y que apadrina para sucederle a Ollanta Humala, el jefe etnocacerista.

En ese contexto, García sugiere un pacto de no agresión. Esto significa que seguirá mirando al infinito mientras Chávez polariza todo lo polarizable, siempre que no siga entrometiéndose en su país. Como contrapartida, él se mantendría ajeno a las "cumbres" -como hasta la fecha- conformándose con una sólida amistad de bajo perfil con Lula.

Si el venezolano no acepta, le disputará el protagonismo, se incorporará al "antichavismo" y le reventará los escenarios regionales, tal como Chávez se los reventó a Lula, con paradigma en Unasur. Todo esto lo encapsula en su respuesta a la pregunta sobre si mejoraría su relación con Bolivia si Chávez no existiera. Con rica ambigüedad, García apunta a la vena astuta del venezolano: "A veces creo que sí y a veces que no".

2.- DURO CON EVO

En cuanto a Bolivia, García activa un crudo efecto-demostración. Si luce dispuesto a enfrentar la exasperación del conflicto con el bien estructurado Chile, con más razón está listo para restablecer la hegemonía geopolítica peruana sobre el antiguo Alto Perú.

Con ese objetivo, envía señales a la vena autoconservativa de Morales, aserruchándole el piso de la opinión pública. Al efecto, lo acusa de ser "obsecuente" con Chile y de actuar presionado por el miedo a perder más territorio. Así agitado el espectro del antichilenismo boliviano, advierte que, mientras el conflicto chileno-peruano es bilateral, la eventual negociación de Bolivia con Chile es trilateral.
García deja, con esto, dos cosas en claro: Una, que no acepta discutir si la demanda peruana perjudica o no las expectativas bolivianas de salida al mar por Arica. La otra, que Morales no debe seguir negociando con Bachelet a espaldas del Perú. Es que, como el alcalde de la Pérgola de las flores, en materia de bilateralismo y trilateralismo él hace lo que le conviene más.

Sin embargo, García también muestra una zanahoria. Si Morales volviera a discutir su aspiración marítima con el Perú de manera previa, él podría recompensarlo. Lo sugiere al decir que el proceso de La Haya no dificulta "necesariamente" la posibilidad de un corredor boliviano, pues deja "espacio suficiente para que, si Chile quiere, llegue a un acuerdo con Bolivia".
Uno hasta puede imaginar la frase coloquial: "Oye Evo, si dejas de bypasearme, de entrometerte, de adorar a Chávez y de llamarme gordo neoliberal, yo elimino el serrucho y ahí vemos qué se hace".

3.- FIRME CON MICHELLE

Para nuestra Presidenta, el mensaje oculto es que el conflicto con Chile no es por el abstracto imperio del Derecho, sino por la concreta hegemonía en el Pacífico Sur. Ese semi-sinceramiento muestra a García dirigiendo lo que los especialistas llaman "estrategia de aproximación indirecta". Es decir, un conjunto de políticas que buscan establecer una superioridad sin guerra… en la medida de lo posible. De ahí su conversión al nacionalismo básico (nacionalismo significa potenciar el país), su énfasis en ganar la competencia económica con Chile, su confianza en la superioridad de El Callao sobre Valparaíso y su táctica subestimación del potencial militar chileno.

De paso, aprovecha para recordarle a Bachelet que él quiso evitarle y evitarse la ordalía de La Haya. Lo hace mediante una intencionada hipótesis retroactiva, según la cual el conflicto se pudo negociar de manera diplomática, mediante "una variación del ángulo que matara el tema para siempre". Es obvio que alude a aquella reunión en La Moneda, previa a su toma de posesión -analizada en mi libro De Charaña a la Haya-, en la cual habría chocado contra la línea chilena de la inexistencia de toda controversia.

Sobre esas bases, ya no pretende que entre Lima y Santiago la vida siga igual, mientras los juristas pleitean en La Haya. Ahora acepta como "natural" que la demanda suscite resquemores en Chile y que Bachelet no luzca sonriente "como si nada hubiera pasado".
Dicho en chileno, el mensaje sintético de García es "afírmate Michelle, que vamos a galopar".

Fuente: La Tercera

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