jueves, 20 de agosto de 2009

Que los escépticos de las finanzas tomen el control

Por: Dani Rodrik

Ha comenzado la carrera para ocupar el puesto de política económica más importante del mundo. El período del presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Ben Bernanke termina en enero, y el presidente Barack Obama debe decidir antes de entonces si volver a nombrar a Bernanke o decidirse por otra persona con antecedentes demócratas más sólidos. Los nombres que se mencionan más a menudo son Larry Summers y Janet Yellen.

Se trata de una decisión de grandes consecuencias no solamente para Estados Unidos, sino para la economía mundial. Como guardianes de la oferta de dinero y encargados de fijar los tipos de interés de corto plazo, los bancos centrales siempre han jugado un papel fundamental. Si se reducen demasiado los tipos de interés, se producirá inflación e inestabilidad monetaria. Si se elevan mucho, la economía cae en la recesión y el desempleo.

La política monetaria no tiene mucho de ciencia, por lo que todo encargado de un banco central debe ser humilde. Debe ser consciente de los límites de su comprensión y de la eficacia de las herramientas que están a su disposición. Sin embargo, no puede darse el lujo de que lo perciban como indeciso, ya que eso no haría más que invitar a una especulación financiera desestabilizadora.

De hecho, con lo importantes que son sus funciones, en las últimas décadas el peso de los bancos centrales ha aumentado debido al desarrollo de los mercados financieros. A pesar de que no han sido designados formalmente como tales, se han convertido en guardianes de la buena salud de los mercados financieros. La debacle de las hipotecas de alto riesgo ha puesto dolorosamente en evidencia los peligros de fracasar en esta tarea. Bajo las nuevas reglas que Obama ha propuesto, la Fed tendrá responsabilidades todavía mayores, deberá prevenir las crisis financieras y asegurarse de que los bancos no asuman niveles de riesgo demasiado altos.

Este es un trabajo en el que el ex presidente de la Fed Alan Greenspan probó ser un fracaso espectacular. Su vista gorda a los excesos de los mercados financieros -el pequeño "defecto" de su pensamiento, como más tarde lo llamó- no le permitió advertir los peligros de las innovaciones financieras de los titanes de Wall Street. Como miembro de la Junta de Gobierno de la Fed bajo la presidencia de Greenspan entre 2000 y 2005, también se puede culpar a Bernanke por haber seguido el juego.

El presidente de la Fed ejerce una influencia global no sólo a través de la política monetaria, sino también a través de sus palabras. Fija el tono para los debates sobre políticas y ayuda a dar forma al sistema de creencias dentro de los que funcionan los encargados de definir políticas en todo el mundo.

Lo que perjudicó a Greenspan y Bernanke como reguladores financieros fue el hecho de que se sentían demasiado fascinados por Wall Street y lo que hace. Funcionaron bajo el supuesto de que lo que es bueno para Wall Street es bueno para la gente común y corriente. Sin duda esto cambiará como resultado de la crisis, incluso si Bernanke sigue al mando. Sin embargo, lo que el mundo necesita es un presidente de la Fed que sienta un escepticismo instintivo acerca de los mercados financieros y su valor social.

Las siguientes son algunas de las mentiras que la industria financiera se cuenta a sí misma y a los demás, y que todo nuevo presidente de la Fed deberá resistir.

Los precios definidos por los mercados financieros son los correctos para asignar capital y otros recursos a sus usos más productivos. Esto es lo que los libros de texto y los expertos en finanzas nos dicen, pero tenemos ahora muchas razones para la cautela.

En el lenguaje de los economistas, hay demasiadas "fallas del mercado" en las finanzas como para que estos precios sean una buena guía para la asignación de recursos. Están los "problemas de las entidades reguladoras" que actúan como una cuña entre los intereses de los propietarios del capital y los intereses de los directores ejecutivos de los bancos y otros ejecutivos financieros. La información asimétrica entre compradores y vendedores de productos financieros puede fácilmente dejar a los compradores en una posición vulnerable para el abuso, como vimos con los valores respaldados por hipotecas.

Más aún, las garantías implícitas o explícitas de rescate financiero inducen a un nivel de toma de riesgos demasiado alto. Los grandes intermediarios financieros ponen en peligro todo el sistema financiero cuando usan el modelo de riesgo equivocado y toman malas decisiones. Las regulaciones son, con mucho, un remedio parcial para estos problemas. Por ello, los precios que generen los mercados financieros tienen tanta probabilidad de enviar las señales equivocadas como las correctas.

Los mercados financieros disciplinan a los gobiernos. Éste es uno de los beneficios que más se arguye acerca de los mercados financieros, y sin embargo es una afirmación claramente falsa. Cuando los mercados se encuentran en un estado de euforia, no están en posición de ejercer disciplina sobre ningún prestatario, por no hablar de un gobierno que posea una clasificación de crédito razonable. Si tenemos dudas sobre este punto, no tenemos más que preguntar a unos cuantos gobiernos de mercados emergentes que no tuvieron dificultad alguna para endeudarse en los mercados internacionales, por lo general poco antes de terminar cayendo en alguna crisis de pagos.

En muchos estos casos -Turquía durante los años 90 es un buen ejemplo- los mercados financieros permitieron que gobiernos irresponsables se embarcaran en insostenibles fiebres del crédito. Cuando la “disciplina del mercado” termina por llegar, por lo general es demasiado tardía y severa, y se aplica de manera indiscriminada.

La propagación de los mercados financieros es algo intrínsecamente bueno. No. Se supone que la globalización financiera ayudaría a que los países pobres y sub-capitalizados obtuvieran acceso a los ahorros de los países ricos. Supuestamente, tendría que haber promovido una toma de riesgos más compartida a nivel global.

De hecho, ninguna estas expectativas se cumplió. En los años anteriores a la crisis financiera, el flujo de capitales fue de los países pobres a los países ricos, en lugar de a la inversa. (Esto puede no haber sido algo malo, puesto que ocurre que los grandes prestatarios (netos) de los mercados internacionales tienden a crecer menos rápido que los demás). Y la volatilidad económica efectivamente ha aumentado en los mercados emergentes bajo la globalización financiera, en parte debido a las frecuentes crisis financieras generadas por los capitales móviles.

La innovación financiera es un gran motor del crecimiento de la productividad y el bienestar económico. Nuevamente, tenemos que decir que no es así. Imaginemos que hace cinco años hubiéramos pedido ejemplos de formas realmente útiles de innovación financiera. Habríamos escuchado una larga lista de instrumentos relacionados con préstamos hipotecarios, que supuestamente ofrecían financiamiento a compradores de viviendas que de otro modo no habrían podido adquirirlas. Ahora sabemos a dónde nos llevó eso. La verdad está más cerca de la visión de Paul Volcker de que para la mayoría de la gente los cajeros automáticos han generado mayores beneficios que cualquier bono diseñado por especialistas financieros.

La economía mundial ha sido manejada por demasiado tiempo por entusiastas de las finanzas. Es tiempo de que los escépticos comiencen a tomar el timón.

Fuente: project-syndicate

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