Por: Joaquim Ibarz, corresponsal en América Latina
Alberto Fujimori se convirtió en el presidente más popular en toda la historia de Perú cuando el 5 de abril de 1992 dio un autogolpe de Estado con el que inauguró un régimen dictatorial. El apoyo al mandatario de origen japonés llegó al 83% cuando meses después las fuerzas de seguridad peruanas capturaron a Abimael Guzmán, el sanguinario fundador de Sendero Luminoso. Sin embargo, años después, Fujimori renunció por fax de forma vergonzosa a la presidencia tras huir a Japón. Ahora se encuentra encarcelado en un penal de máxima seguridad de Lima.
El presidente Álvaro Uribe cuenta con el mayor apoyo que mandatario alguno haya logrado concitar en Colombia: supera el 80 por ciento. Criticar en público a Uribe es casi una ofensa a la patria. Los golpes contundentes que en los últimos años las Fuerzas Militares han dado a una guerrilla que se financia con el narcotráfico, el secuestro y la extorsión, actúan como una especie de pantalla que protege al presidente del escándalo de la parapolítica (nombre que se da a los vínculos políticos y económicos de congresistas, gobernadores y alcaldes con los jefes de los grupos paramilitares). Las FARC también se utilizan como coartada para pasar por alto los señalamientos sobre la limpieza y legitimidad de la votación del Congreso colombiano que permitió cambiar la Constitución, dando vía libre a la reelección presidencial en 2006.
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