lunes, 14 de diciembre de 2009

La humillación cuesta cara

Por: Santiago Escobar

El resultado de la elección de este domingo 13 dejó al empresario y candidato de la derecha con una ventaja de más de 14% puntos sobre Eduardo Frei, con quien deberá definir la Presidencia en una segunda vuelta electoral el 17 de enero próximo.

En circunstancias normales ella sería irremontable. Pero una falla de cálculo de su entorno lo deja en situación de que el pan se le queme a la salida del horno por la humillante derrota que el piñerismo le inflingió a Joaquín Lavín en la Circunscripción V Costa y a Rodrigo Álvarez en el Distrito 21 Ñuñoa- Providencia. A vista y paciencia del candidato Presidencial.

Las humillaciones en política generan rencores y se pagan caras. En este caso se trata de candidatos emblemáticos de la UDI que a juicio del partido merecían a lo menos un trato de amistad cívica por parte de sus aliados, lo que evidentemente no ocurrió. En el caso de Joaquín Lavín fue el propio presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, quien se empeñó en una virulenta vocería en contra, a propósito de la judicialización de la campaña por destrucción de la propaganda electoral entre él y Francisco Chahuán. En vez de mediar y atemperar le salió del alma la rivalidad y le echó más leña a la hoguera.

En el comando de Lavín se sostiene que la actitud de Carlos Larraín, quien además habría financiado la millonaria campaña de Chahuán, se debe a pequeños ajustes de cuentas originadas en el tiempo en que Lavín era alcalde de Las Condes y Larraín concejal, y durante el cual tuvieron públicos desacuerdos por la conducción municipal.

Algo parecido ocurrió con Rodrigo Álvarez Zenteno, actual Presidente de la Cámara de Diputados y uno de los cuadros jóvenes más promisorios del gremialismo, quien fue derrotado por Marcela Sabat, hija del alcalde de Ñuñoa, quien intervino abiertamente a favor de su hija con los recursos municipales, hecho que fue denunciado por Álvarez.

Al hacer su discurso la noche de ayer fue evidente la ausencia de rostros políticos en torno a Sebastián Piñera. El candidato leyó un bien estudiado discurso en el que no faltó ningún tema excepto el de los derechos humanos, y en el cual hizo un abierto llamado al electorado de Marco Enríquez-Ominami con quien dijo compartir el diagnóstico de una Concertación agotada.

En un tono bíblico y movimientos de pastor protestante, el candidato vencedor de la primera vuelta se notó sereno pero distante de los partidos y de la euforia de un triunfo asegurado, e hizo un ofrecimiento de protección y trabajo para la clase media, dejando planteada su idea de un gobierno de unidad nacional.

La prudencia se explica porque si bien le falta algo menos que el 6% para la mayoría absoluta, aún está a cuatro puntos debajo de la votación obtenida por la derecha en la primera vuelta de las presidenciales del año 2005, cuando él y Lavín eran candidatos. Y como a ésta le cuesta crecer sobre sus umbrales electorales, la humillación a que se sometió a la UDI podría traer serias complicaciones y la desafección de los aliados. Habrá que preguntarle a Pablo Longueira qué opina.


Marco Enríquez para la casa

Mientras tanto, el espectacular resultado de Marco Enríquez-Ominami se vio claramente opacado por el fracaso electoral de sus hombres políticos más cercanos. Álvaro Escobar, Marcelo Trivelli y Esteban Valenzuela perdieron sus diputaciones dejando un vacío sobre a dónde orientar la fuerza electoral construida en estos meses.

Desde la gestación de su campaña fue evidente que ME-O hizo un diseño que pasaba exclusivamente por él. Nunca aceptó la posibilidad de que tal proceso sirviera también para construir una fuerza política con un mínimo de estructura orgánica que le permitiera participar como incumbente real en las decisiones posteriores a la elección.

Tampoco se jugó por construir una lista parlamentaria competitiva y dejó el tema a la potencia individual de sus hombres más cercanos que eran candidatos. Al revés de los otros candidatos, especialmente Frei que tenía que pedirle a sus parlamentarios que hicieran campaña con él, ME-O se desentendió del tema. Aparentemente ello fue un gran error de apreciación del escenario político pues la máquina electoral de la Concertación, usando el binominal, molió a sus hombres.

De ahí que su discurso final la noche del domingo sea una señal esperada pero sin mayor repercusión política. No tuvo un solo premio que mostrar a sus seguidores y pese a lo espectacular de lo alcanzado sólo pudo mostrar derrotas. Su declaración de libertad de acción no tiene nada de novedoso. Es honesta y consecuente, pero es evidente que la gente que lo apoyaba ahora decide por sí misma.

Sin embargo es una gran oportunidad para gente de su entorno, entre ellos su padre, y aquella vinculada al PS y al PPD. El giro electoral que llevó a tres comunistas al Parlamento tiene un sello democrático importante como rechazo a la exclusión. Pero es un giro doctrinariamente conservador y hacia el pasado. Que llega atrasado a la vida real como todas las cosas que pasan en Chile. Es de esperar que los nuevos representantes comunistas no vengan con los mismos discursos trasnochados acerca de la democracia en Cuba o el anti iemperialismo de Chávez o se afirmen en la convicción de que en 20 años la Concertación no hizo nada.

La izquierda moderna y los sectores liberales democráticos y progresistas que acompañaron a ME-O han quedado fuera del escenario y carecen de expresión política. Lo más lógico es esperar de ellos un intento por consolidar un movimiento que los represente, y una revuelta frente al conservadurismo de los partidos a los cuales pertenecen. Con todo, parece evidente que Marco Enríquez-Ominami en este aspecto no tuvo una buena lectura del futuro.

Frei cuesta arriba
No le será fácil a Eduardo Frei remontar los catorce puntos que le separan de Piñera. Y aunque las matemáticas de la política son lo suficientemente compuestas y complejas para que las cosas no varíen con tanta facilidad, en estricto rigor no está dicha la última palabra.

Por lo mismo será relevante su discurso para captar a quienes apoyaron a Marco Enríquez-Ominami. Porque tal apoyo expresa un profundo malestar al interior de la Concertación que no va a cambiar tan fácilmente si no se dan muestras claras de cambio.

No basta decir que se comparten los mismos sueños. Se requieren pruebas concretas, entre ellas nuevos rostros, además de un discurso claro de autocrítica de una Concertación desgastada por la especulación y el cálculo desde el Estado y no desde y para la sociedad.

Y no es precisamente lo que se le escuchó de manera clara a un candidato que volvió a estar solo ayer en la noche, recordando al Frei del desempeño de campaña espectacular mientras los partidos estuvieron lejos y él era un candidato por fuera de la Concertación.

Es posible que la potencia de Eduardo Frei sea la parquedad, esa seriedad sencilla y empaquetada de la república de antaño, la del cuello duro y la actitud fome. Eso aparentemente lo distancia de los nuevos electores, pero es aliciente para un padrón donde predominan los mayores de cuarenta años. Es cálido y familiar, y sus aciertos son mayores que sus errores, pese a que entre estos está su distancia histórica de los derechos humanos y que hoy, paradoja de la vida, le afecta de manera muy cercana.

No le gusta la polémica. Fue el gobierno de Eduardo Frei el que disciplinó a los llamados autoflagelantes y terminó con el debate sobre la necesidad de renovar la Concertación ya el año 1997. Uno de sus asesores actuales, Eugenio Tironi, haciendo vocería de aquellos que decían que todo era perfecto, llegó a afirmar que el debate estaba inducido por aquellos que no habían obtenido cargos en el Estado. Esta concepción de la coalición oficialista como negocio es la que hizo entrar en crisis a la Concertación.

Según sus cercanos, Eduardo Frei no es un orador brillante, sino sencillo y franco, y puede decir la verdad de una manera ruda y descarnada. La pregunta es si para obtener el apoyo de los desencantados de la Concertación está convencido y es capaz de decirle, ruda y descarnadamente a alguna gente que le rodea que es hora de irse para la casa.

Fuente: El Mostrador

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