jueves, 9 de abril de 2009

Razonemos con Irán

Por: François Nicoullaud

Las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán han estado empantanadas más de tres años. Durante seis años, las pasiones y las ilusiones han ahogado la voz de la razón.

Parece que los países que tienen sus propios arsenales nucleares piensan que pueden darle órdenes a Irán. Una vez más se aplica el "haz lo que digo, no lo que hago". Otra de las ilusiones favoritas de Occidente es creer que Irán se rendirá si se sigue aumentando la presión. Cualquier persona que conozca Irán sabe que eso solamente provocará una respuesta de desafío.

Pero Irán también se hace ilusiones, incluida la idea de que puede contar con el apoyo de países no occidentales o, al menos, de una especie de grupo islámico. Sin embargo, en cada etapa de la crisis, los supuestos “amigos” de Irán lo han decepcionado. Irán también creía que podía alejar a Francia, y tal vez a Alemania, de Estados Unidos –como si cualquiera de esos países se arriesgaría a irritar a los estadounidenses por un líder como Mahmoud Ahmadinejad.

Sobre todo, Irán se engaña al pensar que puede desarrollar un programa nuclear avanzado por sí solo. De hecho, el aislamiento continuo obligaría a Irán a reinventar, seguramente con resultados insatisfactorios, tecnologías nucleares que otros ya han creado.

Las pasiones abundan. A Occidente le repugnan las cínicas violaciones de los derechos humanos y la hipócrita mezcla de religión y política del régimen iraní. La opinión pública occidental aborrece los constantes insultos a Israel, los judíos y Occidente en general.

Hay una profunda convicción de que un régimen iraní como el actual debe querer armas nucleares y está actuando en consecuencia. Pero durante 20 años se ha dicho que Irán está próximo a desarrollar una bomba. La gente sigue convencida de que el próximo año, o quizá el siguiente, la predicción se cumplirá.

Así, se transfiere insidiosamente la carga de la prueba. Como dijo Angela Merkel en las Naciones Unidas en 2007: “El mundo no necesita demostrar que Irán está construyendo una bomba atómica. Irán debe convencer al mundo de que no la quiere". Las emociones también son intensas en Irán, que está encantado de volver a su conocido papel de víctima de las conspiraciones de las grandes potencias.

De vez en cuando, Mohammed El Baradei, Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica, ha intentado apelar a la razón y recordar a todos que lo importante son las capacidades, no las intenciones. Esto plantea la pregunta práctica de cuál es la capacidad actual de fabricación de la bomba de Irán. ¿Sería posible detectar por adelantado actividades clandestinas destinadas a producirla y, de ser el caso, a qué tendría que comprometerse Irán en materia de inspecciones y verificaciones y cómo podrían obtenerse esos compromisos?

Sabemos que Irán ha hecho avances en la tecnología centrífuga que es esencial para producir el uranio enriquecido necesario para las armas nucleares. Es probable que haya equipos iraníes que estén trabajando en la mecánica de un dispositivo explosivo nuclear, al menos en la etapa de proyecto, y el país también está desarrollando misiles balísticos que pondrían a muchas capitales regionales al alcance de un ataque nuclear –por supuesto, las ciudades israelíes serían los blancos evidentes.

Dicho lo anterior, Irán tendría que reunir todos esos programas, lo que no puede pasar inadvertido. Es posible que Irán sea capaz de producir suficiente material nuclear para fabricar una o dos bombas en los próximos dos años, pero esas actividades inevitablemente saldrían a la luz, porque Irán tendría que enriquecer el uranio a la vista de los inspectores del OIEA o expulsarlos, con lo que se delataría.

En este momento, a Irán le falta al menos un año o más para fabricar una o dos bombas rudimentarias del tipo de las de Hiroshima. Falta lo más difícil: La miniaturización necesaria para equipar una ojiva con un dispositivo nuclear. En esto, las pruebas iraníes también se detectarían fácilmente. Así pues, Irán necesitaría una década o más para crear un arsenal nuclear creíble.

Nadie puede afirmar a ciencia cierta que el régimen de Irán ha adoptado formalmente un programa de armas nucleares. Si bien muchos líderes iraníes seguramente consideran la idea, otros están ponderando cuidadosamente los costos de tal empresa –los riesgos de ataques preventivos, el aislamiento creciente y una carrera armamentista regional.

Las opciones de Occidente se seguirán reduciendo si mantiene el rumbo actual. Es una lástima que las negociaciones con Irán se hayan empantanado desde 2005 por las exigencias de Occidente de que suspenda todas sus actividades relacionadas con el enriquecimiento. Se han desperdiciado tres años y no se ven señales de suspensión o de disposición para negociar.

¿Pueden las negociaciones tener éxito con Ahmadinejad como presidente? Si nuestro objetivo sigue siendo obligar a Irán a que renuncie a todas las actividades de centrifugación, la respuesta es “no”. Pero esta meta también era inalcanzable con el Presidente Mohammad Khatami, el antecesor reformista de Ahmadinejad. Desde entonces, adquirir esta tecnología era una prioridad nacional.

Si cambiamos el rumbo, aun puede haber avances. Por ejemplo, si las actividades nucleares de Irán estuvieran acompañadas de suficientes inspecciones y controles voluntarios, podríamos tener la seguridad de detectar en una etapa temprana cualquier desviación hacia fines militares. Irán podría desarrollar su programa nuclear civil y seguir siendo signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear; el OIEA podría cumplir su papel de supervisión; y tal vez se restablecería poco a poco la confianza en las intenciones de Irán.

No podemos saber si este plan de acción es realista si no lo intentamos. Pero sabemos que las alternativas –sanciones crecientes, ataques militares y quizá la guerra—tendrían consecuencias impredecibles. La única posibilidad que tiene Occidente de obtener una respuesta racional de Irán es adoptar un comportamiento racional.

Fuente: www.project-syndicate.org

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