domingo, 26 de abril de 2009

El código Bowen

Por: Rodrigo Barría

Parrillas y TV

Sebastián Bowen es producto de un hogar formado por un arquitecto con afición y amor por la poesía y una profesora nortina. Criado en medio de esa mezcla de rigor e intelectualidad en un barrio de Providencia, el muchacho, pese a esa apariencia de "Cristo universitario" con su melena larga y barba crecida, no escapa mucho del molde tradicional que se puede encontrar en cualquier tipo veinteañero.

Amigo de las fogatas en el colegio, en los veinte su afición predilecta ha pasado a ser una buena y bien provista parrilla acompañado en la tertulia por una piscola helada. Casero, sus aficiones están al lado de las cartas y los juegos como "Monopoly" o "War". Seguidor de series televisivas de suspenso como "24", Bowen disfruta comiéndose las uñas, bebiendo un buen café cargado, pasando horas en un juego de computador y encendiendo de vez en cuando una pipa.

Los 16 años fueron una edad clave para Bowen. Estaba en el Colegio San Ignacio y tuvo que realizar la experiencia llamada "trabajo de fábrica". En otras palabras, una suerte de "viaje de estudio social" donde los jóvenes, durante una semana, se internan de manera directa en el mundo de la pobreza. Su cómoda casa de Providencia fue reemplazada por una humilde morada en el sector de San Pablo con Matucana. Desde ahí, cada día partía rumbo a una fábrica. Durante siete días fue un obrero más.

Obrero a los 16

Bowen lo pasó mal. Muy mal. Era un trabajo tedioso, monótono y que se hacía eterno. Apenas llevaba un rato "laburando" y él creía que habían pasado cinco o seis horas. Casi profético, la fábrica en que le tocó trabajar hacía planchas de madera que luego vendían a "Un Techo para Chile" para ser usadas en unas mediaguas que se armaban cerca de Curanilahue.

Presidente Bowen

Cuando ingresó a estudiar Sociología en la Universidad Católica, Bowen de inmediato mostró interés por los temas de educación. Por ejemplo, entre los ramos que tomó estuvieron Educación y Desarrollo y uno llamado Política y Sistemas Educativos. Cuando debió elegir cursos optativos, el muchacho se registró en Proyectos Sociales, una asignatura definida como "dura" y de "terreno", por lo que sólo suelen inscribirse en ella estudiantes con pasado de voluntariado social.

Como en una eterna cofradía, formaba grupo junto a otros ex ignacianos que estudiaban Sociología. Con ellos solía encabezar variadas acciones sociales como voluntario. Pero no sólo se preocupó de los estudios, sino que fue un activo dirigente en su carrera. De hecho, alguna vez fue hasta presidente del Centro de Alumnos.

Opción independiente

La actividad política de Bowen en la UC demuestra el rechazo y distancia que desde siempre ha sentido por la forma en que los partidos políticos tradicionales desarrollan su actividad. Lejano de esa manera de hacer política, Sebastián creyó siempre en opciones nuevas y renovadoras. Por eso es que fue el impulsor, junto a otros compañeros universitarios, de la creación de un nuevo referente político al interior de la casa de estudios. Se llamó Opción Independiente (OI) y emergió como crítica al movimiento político al interior de la UC. Al revisar los primeros documentos del movimiento se ve con claridad los cimientos en los cuales se construyó: organizaciones sociales como base de la sociedad, Estado subsidiario y distanciamiento de las posturas liberales.

En sus inicios, OI tuvo dos alas: los llamados "liberales" y los "jesuitas". La agrupación sorprendió a todos cuando en 2005 logró la presidencia de la FEUC con Claudio Castro. Fue histórico, ya que se trató de la primera agrupación que pudo vencer a los sectores gremialistas y concertacionistas.

No al vuelto

Una de las claves en la vida de Sebastián Bowen es el tema de la solidaridad. Pero no cualquiera, sino una que él entiende como "solidaridad política". ¿Qué significa eso? Básicamente que el ayudar a otros no es sinónimo de beneficencia, caridad o limosna.

No. Bowen ve la solidaridad como una forma efectiva de integración y justicia. Por eso es que las leyes tienen suma importancia para él como efectivo método para terminar con los dos países que, asegura, conviven en el Chile de hoy.

Quizás por eso también es que el tipo se muestra distante de la ayuda basada "en lo que sobra", como las muy extendidas campañas del vuelto en el comercio.

Cerca de la calle, lejos de la Iglesia

Sebastián Bowen nunca ha visto con demasiada simpatía el mundo político. Tampoco siente mucho aprecio por las figuras que suelen consolidarse en la televisión.

En realidad, para él, los verdaderos engranajes del cambio social al que aspira están presentes en las poblaciones, en los campamentos y en las organizaciones de base.

Es ahí donde el ignaciano se siente a sus anchas. De ellos es que aprende y se admira.

Pero contrariamente a lo que podría pensarse, Bowen no es especialmente cercano a la Iglesia Católica. De hecho, la considera un estamento más bien lejano, distante...

De alguna manera, Sebastián estima que la curia está lejos de la potencia y vitalidad que requiere la urgencia de la superación de la pobreza en el país.

Es que él tiene y asume en su vida diaria una idea que para muchos resulta radical: vivir por completo al servicio de una meta: la superación de la pobreza en Chile. Para él, la tranquilidad espiritual está en que los pobres y quienes los acompañan tienen siempre la compañía de Cristo.

Relajado pero firme

La forma de trabajo de Bowen es más bien distendida y horizontal. Poco amigo de las jerarquías y los mandatos severos, el hombre prefiere la cercanía y generar espacios agradables desde donde ejercer su mando.

De hecho, cuando estuvo al frente de "Un Techo para Chile" su estilo se acercaba más al de un grupo de amigos que se reunía para llevar adelante una misión. Bowen, más que mandar, encarga, sugiere y orienta.

Pero tampoco hay que equivocarse con él. Podrá ser bonachón, pero su inmensa figura también va de la mano de una postura que no suele escabullirse a la hora de enfrentar y responder.

Así lo vivió durante esta semana Camilo Escalona, que llegó a reunirse con Bowen con cierto aire de menosprecio por estos "aparecidos" que comandarán la opción presidencial de Frei.

Fue ahí cuando el presidente del PS se topó con las respuestas distendidas, pero frontales y directas de un Bowen que no permitirá que los "viejos estandartes" concertacionistas intenten domar los vientos de renovación que soplan hoy con fuerza en el comando freísta.

Fuente: El Mercurio

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