viernes, 27 de febrero de 2009

¿Los bancos malos son una buena idea?

Por: Leif Pagrotsky

La idea de un "banco malo" parece volverse más popular día a día en los países donde los activos tóxicos paralizaron el préstamo. La depuración de la banca sueca a principios de los años 1990 suele mencionarse como un ejemplo de lo exitosa que puede ser esta idea. Pero las lecciones que suelen extraerse de la experiencia sueca se basan en malas interpretaciones de lo que efectivamente hicimos, y de cómo funcionaba nuestro sistema.

La iniciativa de establecer un "banco malo" en Suecia no fue tomada por políticos, sino por la gerencia del Nordbanken. Tras años de mala administración y de una práctica de préstamo imprudente, el banco fue la primera gran víctima de la caída del mercado de propiedades comerciales en 1990.

El Nordbanken había pasado completamente a manos del estado y se nombró un nuevo cuadro gerencial para volver a poner al banco en el sendero de la viabilidad. Pero pronto quedó demostrado que los gerentes tenían poco tiempo para dedicar al negocio bancario medular del Nordbanken, porque tenían que concentrarse de manera desproporcionada en manejar la enorme variedad de activos. Y cada trimestre generaba nuevas depreciaciones que arruinaban los esfuerzos por reconstruir la reputación del banco y la moral de sus empleados.

La solución radical fue la de separar todos los activos que eran ajenos al negocio medular del banco, principalmente empresas inmobiliarias, pero también firmas en la industria de manufactura, de la construcción y de servicios.

El "banco malo" que se estableció para este fin, Securum, necesitó una enorme inyección de capital del propietario, el gobierno sueco. Pero Securum luego pudo contratar empleados calificados capaces de maximizar el valor de los activos cuando se recuperaron los mercados, y estar en condiciones financieras como para esperar esa recuperación. El resto del Nordbanken, ahora conocido como Nordea, pasó a convertirse en el banco más grande en Escandinavia.

A diferencia de la situación actual, los activos tóxicos normalmente eran compañías enteras, no títulos complejos. Pero, al igual que con los activos tóxicos de hoy, no había ningún mercado y una rápida desinversión habría generado precios de liquidación, deprimiendo los valores de todos los activos en la economía y resultando en más quiebras bancarias.

Es más, el punto no era ayudar a los bancos privados a deshacerse de sus activos en problemas. Cuando la mayoría de los otros bancos suecos siguieron el ejemplo del Nordbanken y establecieron sus propios bancos malos, lo hicieron sin participación del estado. Pero esto fue posible sólo porque el gobierno sueco ya era dueño de todos los activos, evitando así la cuestión profundamente difícil de ponerles precio.

Con un propietario privado, habría sido políticamente inaceptable otorgar subsidios públicos voluminosos. Los activos habrían tenido que ser cotizados muy por encima de su valor de mercado, en cuyo caso los contribuyentes habrían subsidiado a los propietarios anteriores en quiebra, o el banco privado no habría recibido ninguna ayuda. Un banco malo patrocinado por el gobierno para activos privados es, en consecuencia, una muy mala idea.

En 1994, cuando fui nombrado secretario de Estado para Asuntos Financieros en el Ministerio de Finanzas de Suecia, la recuperación ya se percibía en el horizonte, después de la abolición del tipo de cambio fijo, la consiguiente depreciación marcada de la corona y tasas de interés más bajas. El nuevo gobierno implementó un programa efectivo e importante para cerrar un déficit presupuestario de aproximadamente el 12% del PBI.

De manera gradual, la confianza aumentó y los mercados financieros empezaron a funcionar nuevamente. A medida que aparecían las oportunidades, empezamos a reprivatizar activos y, en el transcurso de pocos años, se le bajó la cortina a Securum. En retrospectiva, creo que vendimos sus activos con demasiada premura. Los contribuyentes podrían haberse recuperado más de sus pérdidas si hubiéramos sido más pacientes, ya que los precios siguieron subiendo durante mucho tiempo. Pero el estigma del socialismo fue más fuerte que el instinto de ganar dinero.

Las siguientes lecciones de la experiencia de Suecia hoy parecen relevantes:

· Un banco malo puede ser un instrumento efectivo en la recuperación de pérdidas y la reanimación de bancos.

· Si bien la experiencia de Suecia involucraba acciones en compañías utilizadas como garantía para el crédito, en lugar de bonos o instrumentos financieros similares, esta situación probablemente surja en muchos países hoy conforme la crisis continúa, más empresas quiebran y los bancos retiran del mercado sus garantías y toman posesión de acciones en compañías endeudadas.

· Los subsidios del gobierno para bancos malos privados, o bancos malos públicos para depurar activos tóxicos de bancos privados, son una mala manera de que los contribuyentes transfieran dinero a bancos en problemas en comparación con inyecciones normales de capital. Todos los subsidios deberían ser transparentes, y los bancos malos públicos/privados no lo son.

· Es vital abastecer a los bancos malos de gerentes profesionales y experimentados que no hayan estado involucrados en escándalos previos. Aquí, la experiencia de Suecia es alentadora. Fue más fácil de lo esperado reclutar buena gente para Securum, porque trabajar en el interés público para este banco malo estatal era considerado un desafío único.

· Maximizar los intereses económicos de los contribuyentes, no la ideología o las consideraciones políticas, debe ser el principio guía. El público no debería tener dudas al respecto, ya que su confianza es esencial.

Fuente: www.project-syndicate.org

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