miércoles, 24 de septiembre de 2008

La para(co) diplomacia colombiana

La renuncia del embajador de Colombia en la Republica Dominicana, Juan José Chaux, por nexos con paramilitares, es un eslabón más de la larga cadena de escándalos y renuncias de agentes diplomáticos colombianos relacionados con grupos de narcotraficantes y paramilitares. Esta penosa serie de incidentes se inició con el entonces embajador de Colombia en Chile, Salvador Arana (estuvo prófugo de la justicia por mas de un año), detenido en este momento por su vinculación con el asesinato del Alcalde del Municipio El Roble (Sucre) perpetrado por los paramilitares. Luego siguió la detención del entonces Cónsul de Colombia en Milán, Jorge Noguera, quien en su cargo como Director Nacional del Departamento Administrativo de Seguridad, coordinó acciones militares y de inteligencia con el Bloque Norte de los paramilitares. En entre dicho se encuentra el embajador de Colombia en México, Luis Camilo Osorio, Quien como Fiscal General de la Nación ordenó el fin de varias investigaciones contra los grupos paramilitares, un claro ejemplo de su “notable” gestión fue la exoneración del General retirado, Rito Alejo del Río (hoy detenido por crímenes de Lesa Humanidad y vínculos con los paramilitares de Urabá) y en la misma línea se recuerda a la ex Canciller María Consuelo Araujo, quién dejó su cargo, al ser detenidos, su padre el ex Ministro Álvaro Araujo Noguera y su hermano el ex Senador Álvaro Araujo, ambos acusados de secuestro y de estar vinculados con el comandante paramilitar “Jorge 40”.

Lo que se debe analizar de los casos antes citados es la inmensa influencia que han tenido y tienen aún las organizaciones paramilitares ligadas al narcotráfico, dentro de las ramas del poder público colombiano, a su comprobada infiltración en seccionales de la Fiscalía (Medellín, Cúcuta, etc.), la dirección nacional del DAS, y su proselitismo armado regional que a nivel político sólo en el año 2002 les reportó la obtención de una tercera parte del Congreso y en 2003, 251 alcaldías, nueve gobernaciones y 4.000 concejales, para citar sólo unos ejemplos de cómo han logrado construir un Estado paralelo (totalitario, terrateniente, narcotraficante y mafioso), eso sí, sirviéndose de las instituciones del legalmente constituido.

Las preguntas de fondo frente a los casos señalados al inicio del artículo son: ¿Cómo han llegado a representar a Colombia ante otros Estados, personajes vinculados directa o indirectamente con organizaciones criminales? ¿Cuáles son sus meritos (además de ser uribistas) académicos, profesionales o diplomáticos para ocupar éstos puestos? Al dar una respuesta a estas preguntas se puede deducir claramente que el paramilitarismo gravita muy cerca del poder ejecutivo, porque en últimas ¿Quién es el responsable de las Relaciones Internacionales de Colombia? ¿Ante quién responde directamente la cancillería? Blanco es, la gallina lo pone...

Luis Fernando Trejos Rosero.

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