lunes, 4 de agosto de 2008

El quinteto de nuevas potencias

Por: Frank Ching
´
George Herbert Walker Bush, cuando era presidente de los Estados Unidos, solía hablar a menudo sobre el surgimiento de un "nuevo orden mundial" tras la caída de la Unión Soviética en 1991. Diecisiete años después, ese nuevo orden todavía no existe porque los países que dominaban el viejo orden se niegan a dar paso al cambio.
´
Esto se hace evidente sobre todo en la Organización de las Naciones Unidas, que en principio ha aceptado la necesidad de la reforma, en especial del Consejo de Seguridad. Sin embargo, pese a años de debate y propuestas, no hay a la vista ningún cambio significativo. Los cinco miembros permanentes —Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China—, cada uno con derecho a veto, no parecen demasiado ansiosos por permitir que otros países, como Japón o Alemania, compartan sus elevadas alturas.
´
El viejo orden también es sumamente notorio en instituciones supuestamente globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El primero siempre es presidido por un estadounidense y el último, por un europeo. Aunque los países asiáticos emergentes, en particular China e India, son cada vez más importantes como actores económicos, sus ciudadanos no necesitan presentarse como candidatos a ocupar ninguno de los dos cargos máximos.
´
La reciente reunión cumbre del Grupo de los Ocho —los siete principales países desarrollados más Rusia— en Tokio, también reflejó la necesidad de implementar cambios estructurales. El presidente francés Nicholas Sarkozy abiertamente reclamó la inclusión de nuevos miembros, específicamente China, India, Brasil, México y Sudáfrica, que habían sido invitados por el G8 a una sesión "ampliada" para discutir temas tan variados como la economía mundial, el cambio climático y la seguridad alimentaria y energética.
´
Toda discusión sobre la ampliación del G8 siempre comienza con China, cuya economía es ahora más grande que la de al menos cinco de los países miembros del G8. China e India son las dos naciones más populosas del mundo, y ambas están afuera y mirando hacia adentro. Sin embargo, dentro del G8, no hubo gran entusiasmo por invitar a nuevos miembros aun cuando el mundo está cambiando ante sus mismos ojos. En 1997, esos países daban cuenta del 65% de la economía mundial; actualmente, representan sólo el 58%, y la tendencia continúa.
´
Significativamente, los cinco países desarrollados invitados a dialogar con el G8 celebraron su propia reunión, presentándose por primera vez como el Grupo de los Cinco, o G5.
´
No hay demasiadas dudas de que, mientras el G8 vacila sobre su propio futuro, las economías emergentes más grandes del mundo están buscando, y encontrando, su propia voz e insistiendo en ser escuchadas en los foros del mundo. El día anterior a reunirse con el G8, el G5 emitió una declaración política en la que manifestó su frustración ante el orden mundial actual. "La voz y la representación de los países en desarrollo en la toma de decisiones de las instituciones financieras internacionales debería valorizarse significativamente", decía la declaración, "en especial en el FMI y el Banco Mundial".
´
Es necesario profundizar la coordinación de políticas entre las economías avanzadas y emergentes, decían, y "el G20 Financiero es un foro apropiado para sus esfuerzos". Eso quiere decir que el G20 — creado en 1999 —constituye un mejor foro para la toma de decisiones sobre temas financieros globales. El G20 comprende a todos los países miembros del G8 más muchas economías en desarrollo.
´
En su declaración, el G5 exhortó a los países desarrollados a "desarticular las barreras y las distorsiones, especialmente los subsidios agrícolas y las subvenciones que afectan los esfuerzos de los países en desarrollo".
´
Una disputa fundamental entre el G8 y el G5 se refiere al tema crucial del cambio climático. Los países en desarrollo reclamaron en su declaración que los países desarrollados "tomen la iniciativa para lograr reducciones ambiciosas y absolutas de las emisiones de gases de efecto invernadero. de al menos un 25% a un 40% por debajo de los niveles de 1990 para 2020 y de entre un 80% y un 95% por debajo de esos niveles para 2050".
´
No obstante, aunque el G8 es colectivamente responsable de alrededor del 62% del dióxido de carbono atmosférico, sus miembros no están dispuestos a comprometerse a tomar medidas a menos que los países en desarrollo también reduzcan sus emisiones. Este es una clásica situación de punto muerto: los países más ricos del mundo contra las mayores economías emergentes. Por el bien de la humanidad, ambos grupos deben trabajar juntos.
´
Es natural que los países —o los grupos de países —antepongan sus propios intereses. Pero tanto las economías desarrolladas como las en desarrollo están a bordo del mismo barco y, si no empiezan a usar la bomba de achique, esa nave probablemente se hunda. La batalla épica sobre el cambio climático seguramente será un paso definitorio en el camino hacia un nuevo orden mundial.
´

No hay comentarios: