viernes, 10 de julio de 2009

Alan García busca primer ministro

Por: Jaime Cordero

Todo parece indicar que el presidente peruano, Alan García, logrará sortear una nueva tormenta política dejando como lastre a sus ministros. Como ocurrió hace nueve meses, cuando el escándalo de los llamados petroaudios [grabaciones de conversaciones entre un funcionario y un ex miembro del Gobierno sobre pagos para facilitar contratos de petróleo a una empresa noruega] desembocó en un escándalo de corrupción que terminó en la salida del entonces jefe de Gabinete, Jorge Del Castillo, ahora la crisis ocasionada por los violentos enfrentamientos con los nativos de la Amazonia termina con la salida del hasta ahora primer ministro Yehude Simon, quien presentó su dimisión el miércoles. El mandatario anunció que antes del fin de semana habrá nuevo Gabinete.

Fue, en todo caso, una salida más tranquila de lo que se podía esperar. Tras el muy criticado manejo en el desarrollo de la situación política de la crisis en la selva, que terminó con el Gobierno cediendo ante las demandas de los nativos y en el peor desastre de la historia de la policía peruana (24 efectivos muertos, además de 10 civiles), tanto Simon como la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, se salvaron por estrecho margen de votos de la censura parlamentaria.

Pero Simon ya había anunciado que dejaba el Gobierno de todos modos, aunque ayer comentó que seguirá vinculado al Gabinete, sin especificar en qué cargo, y que se dedicara a seguir el cumplimiento de las actas firmadas para lograr el fin de las ultimas manifestaciones en el interior del país. Presentó su carta de renuncia después de la sesión de Gabinete del miércoles. "He asumido, como debe ser, el costo político de esta desgracia, y lo asumo por el respeto que le tengo al país y la lealtad a su Gobierno", señala en el documento, dirigido al presidente.

El nombre del sucesor de Simon es un misterio. Entre los nombres que se han comentado figura el de José Antonio Chang, actual ministro de Educación, e incluso el de Jorge del Castillo, quien ayer descartó la posibilidad de volver al cargo.

En lo que la mayoría de analistas está de acuerdo es que el nuevo jefe de Gabinete debe ser un personaje capaz de establecer diálogos efectivos para terminar con la ola de protestas, paros y movilizaciones que está recorriendo el país.

Otro tema al que deberá enfrentarse el Gobierno es el incumplimiento por parte del Estado de los compromisos asumidos ante los estallidos sociales. "En realidad, muchos conflictos no son nuevos", señala el antropólogo Javier Torres, de la asociación Servicios Educativos Rurales (SER), que trabaja en la zona de la sierra sur, donde se concentran muchas demandas sociales. "En los casos recientes de Andahuaylas y Sicuani [ambas, localidades de la sierra peruana donde hubo protestas], ya se había llegado a acuerdos y firmado actas de compromiso el año pasado, pero la mayoría no se cumplieron". Esto genera, en opinión de Torres, que tanto los dirigentes de las poblaciones como el Gobierno pierdan legitimidad y facilita que aparezcan nuevos dirigentes, más radicales y con demandas más extremas.

El Gobierno ha salido relativamente airoso de las últimas protestas posteriores al paro nativo. El paro de tres días convocado por varias organizaciones para esta semana tuvo un efecto muy limitado en la capital y sólo se dejó sentir con fuerza en la sierra sur, la zona más pobre del país, que votó masivamente al candidato nacionalista Ollanta Humala en las elecciones presidenciales de 2006. También el gremio de transportistas, que anunciaba un paro de dos días, finalmente suspendió la medida de fuerza después del primero, que fue acatado sólo parcialmente. El Gobierno se apresuró en señalar que las movilizaciones han fracasado. "Nuestra patria sigue avanzando, a pesar de la queja y desánimo de algunos", declaró el presidente García ayer, en un discurso en el que volvió a señalar que "América Latina vive una lucha de modelos políticos diferentes", una manera de insistir en la tesis del Gobierno de que hay una fuerte influencia de Venezuela y los países de la órbita del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe) en las protestas que han sacudido al país.

Fuente: El País

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