sábado, 27 de diciembre de 2008

Buenas noticias en tiempos no tan buenos

Por: Jeffrey D. Sachs

En un momento en que los titulares están atiborrados de crisis financieras y violencia, resulta particularmente importante reconocer la creatividad de muchos gobiernos a la hora de combatir la pobreza, la enfermedad y el hambre. El punto no consiste simplemente en que nos sintamos un poco mejor, sino más bien en enfrentar una de las amenazas más graves del mundo: el pesimismo generalizado de que los problemas de hoy son demasiado grandes como para encontrarles una solución. Analizar los logros nos brinda el conocimiento y la confianza para aunar nuestros esfuerzos comunes a fin de solucionar los grandes desafíos globales de hoy.

En primer lugar, hay que sacarse el sombrero ante México por proponer la idea de “transferencias condicionales de efectivo” a los hogares pobres. Estas transferencias le permiten a los hogares invertir en la salud, la alimentación y la escolaridad de sus hijos, y los alientan a hacerlo. El “Programa Oportunidades” de México, liderado por el presidente Felipe Calderón, hoy es imitado en toda América latina. Recientemente, a pedido de los cantantes Shakira y Alejandro Sanz, y un movimiento social que ellos encabezan, todos los líderes latinoamericanos se comprometieron a fortalecer los programas de la región para el desarrollo de la niñez temprana, en base a los logros que resultaron posibles hasta la fecha.

Noruega, bajo el liderazgo del primer ministro Jens Stoltenberg, mantiene su tradición de liderazgo social y ambiental creativo. El gobierno estableció una alianza global para prevenir la muerte materna durante el parto, invirtiendo tanto en partos seguros como en la supervivencia de los recién nacidos. Al mismo tiempo, Noruega lanzó un programa innovador de 1.000 millones de dólares con Brasil para inducir a las comunidades pobres del Amazonas a poner fin a la deforestación descontrolada. Astutamente, Noruega le entrega los fondos a Brasil sólo si se logra con éxito evitar la deforestación (a diferencia de un protocolo acordado).

España, bajo el liderazgo del primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero, ha ofrecido un estímulo importante a los países más pobres para que puedan alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). España creó un nuevo Fondo de ODM en las Naciones Unidas para promover la cooperación necesaria dentro de la ONU para encarar los diversos desafíos de los ODM.

De manera acertada, el gobierno español propuso que las verdaderas soluciones a la pobreza requieren inversiones simultáneas en salud, educación, agricultura e infraestructura, y que luego los españoles deben otorgar los fondos para hacer que esta visión integrada se convierta en una realidad práctica. España será sede de una reunión en enero de 2009 destinada a lanzar una nueva lucha contra el hambre global. Una vez más, España propone medios prácticos e innovadores para pasar de las palabras a la acción, específicamente para ayudar a los campesinos empobrecidos a obtener las herramientas, las semillas y los fertilizantes que necesitan para aumentar su productividad agropecuaria, sus ingresos y la seguridad de sus alimentos.

De la misma manera, el primer ministro australiano, Kevin Rudd, pasó al primer plano en el intento por encontrarle solución a los problemas globales al presentar un plan de acción audaz sobre el cambio climático y proponer nuevos medios prácticos para encarar los ODM. Australia puso dinero real sobre la mesa para una mayor producción alimentaria, según los lineamientos que propone España. También defiende un programa de acción más ampliado para las economías isleñas pobres y ambientalmente amenazadas de la región del Pacífico.

Estos esfuerzos se han visto correspondidos por acciones en los países más pobres. Malawi, un país sin salida al mar y empobrecido, bajo el liderazgo del presidente Bingu wa Mutharika duplicó su producción de alimentos anual desde 2005 a través de un esfuerzo pionero destinado a ayudar a sus agricultores más pobres. El programa ha sido tan exitoso que hoy es imitado en toda Africa.

El gobierno de Mali, bajo la presidencia de Amadou Toumani Touré, recientemente le planteó un desafío audaz a la comunidad mundial. El país está entusiasmado por aumentar las inversiones en agricultura, salud, educación e infraestructura en sus 166 comunidades más pobres. Los planes son detallados, juiciosos, creíbles y basados en éxitos comprobados que ya ha logrado el gobierno. El mundo rico prometió ayudar a Mali, y ahora Mali lideró el camino con su creatividad.

Existe una cantidad innumerable de casos que se pueden mencionar. La Unión Europea lanzó un esfuerzo de 1.000 millones de euros para ayudar a los campesinos. La Fundación Gates, UNICEF, Rotary International y muchos gobiernos han logrado reducir las muertes por polio a una milésima parte de la tasa existente hace una generación, lo que lleva a que la enfermedad esté al borde de la erradicación. Esfuerzos similares están en curso en muchos otros frentes –el control de las infecciones parasitarias y la lepra, y actualmente un importante esfuerzo global por lograr que las muertes por malaria sean prácticamente nulas para 2015.

Todos estos logros, y muchos más, comparten un patrón común. Abordan un desafío bien definido y grave, por ejemplo una escasa producción de alimentos o una enfermedad específica, y se basan en un conjunto bien definido de soluciones, como equipamiento agrícola e insumos necesarios para los campesinos, o inmunizaciones.

Los proyectos experimentales en pequeña escala demuestran cómo se puede lograr el éxito; el desafío luego consiste en llevar las soluciones “a gran escala” en todo el país o incluso en los programas a nivel mundial. Se necesita liderazgo, dentro de los países necesitados como entre las naciones ricas que pueden ayudar a lanzar y financiar las soluciones. Finalmente, cantidades modestas de dinero, destinadas a una solución práctica de los problemas, pueden macar una diferencia histórica.

Las malas noticias pueden desplazar a las buenas noticias, especialmente en tiempos de una grave crisis financiera y de malestar político. Sin embargo, las buenas noticias demuestran que sólo perderemos la batalla contra la pobreza y la miseria si bajamos los brazos, y desatendemos la inteligencia y la buena voluntad que se pueden movilizar hoy. Y tal vez el año próximo, Estados Unidos vuelva a sumarse al esfuerzo global con una fuerza renovada y destacable, liderado por un presidente joven que acertadamente les dijo a los norteamericanos y al mundo que “Sí, se puede”.

Fuente: www.project-syndicate.org

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