viernes, 11 de julio de 2008

Instituciones y capitalismo periférico: una “visión compuesta”[1] para observar y tratar de interpretar los procesos de desarrollo en América Latina

(Reacción a la miope mirada de José Antonio Alonso)
´
Por: Daniel Bello
´
Introducción:
´
Varias son, a mi juicio, las carencias –o distorsiones- que presenta el artículo de José Antonio Alonso, publicado en el número 93 de la Revista de la CEPAL[2]. No pretendo hacer, en este breve escrito, una pormenorizada y profunda crítica a cada uno de los elementos que creo erróneos o imprecisos; sólo propongo puntualizar las más gruesas falencias, para, a continuación, pasar a revisar –someramente- una propuesta teórica “híbrida” que brinda –según mi criterio- buenas herramientas para analizar e interpretar el proceso de desarrollo latinoamericano.
´
En el artículo mencionado, el autor esboza una crítica a la corriente institucionalista, cuestionando la profundidad, coherencia y pertinencia de los principales postulados que sustentan la teoría[3]. Si bien las interrogantes propuestas –para escrutar las distintas aristas- son atinadas, la justificación que da Alonso (2007) a las respuestas obtenidas –en contraste con la realidad latinoamericana- es estrecha y deja de lado al menos tres elementos –profundamente interconectados- que yo veo como centrales: las relaciones de poder; las dinámicas de acción entre organizaciones dentro del marco institucional –que se relacionan con los mecanismos autoreforzadores que dificultan el cambio institucional (North en Di Filippo 2006)-; y la prevalencia –secular- de instituciones informales, a pesar de ser altamente ineficientes[4].
´
En vez de sumergirme en una insulsa pormenorización de mi propia diatriba contra lo afirmado por Alonso, propongo pasar revista a la antes señalada teoría “híbrida”, que justamente, pone especial atención a los elementos obviados por el autor en cuestión.
´
Instituciones y capitalismo periférico: Una “visión compuesta”:
´
Desde mi perspectiva, siguiendo la línea de trabajo claramente trazada por el profesor Armando Di Filippo (2006; 2007), resulta interesante y útil -como herramienta de análisis para tratar de comprender e interpretar el(los) proceso(s) de desarrollo de América Latina (Di Filippo 2006)- vincular ciertos aspectos de las propuestas teóricas de Raúl Prebisch –padre fundador de la Escuela Latinoamericana del Desarrollo-, y Douglass North –tributario de la llamada Nueva Economía Institucional-.
´
Por un lado, las ideas de Prebisch sobre el sistema centro-periferia de relaciones económicas internacionales; la caracterización -que hace Prebisch y profundizan Pinto (1976) y Di Filippo (2006; 2007)- de la singularidad (pluralidad) cultural-social-económica de los países periféricos latinoamericanos (heterogeneidad estructural como rasgo definitorio del capitalismo periférico); y las particulares relaciones de poder que se dan en este contexto, dinamizadas por la asimilación condicionada (por tal heterogeneidad) del capitalismo (instituciones y progreso técnico) y de las instituciones de la democracia liberal.
´
Por otro lado, los planteamientos de North (1990 en Prado 1998) que buscan explicar el desempeño económico de las naciones en el largo plazo, a través del examen de las instituciones –reglas vigentes explícitas (formales) e implícitas (informales)-, las organizaciones –asociaciones creadas para un fin específico- y la interacción entre organizaciones –e individuos- en el marco establecido por las estructuras institucionales.
´
Al combinar complementariamente ambas visiones, en especial la noción de desigual distribución de poder económico-político-social-sindical (según las categorías conceptualizadas por Prebisch[5]) y las relaciones asimétricas que se establecen –producto de tales desigualdades y la dispar capacidad de asimilación del progreso técnico (capitalismo)- entre (y al interior de) los tres estratos culturales -“históricamente distanciados”- que conforman la anquilosada estructura social latinoamericana –prehispánico; occidental-católico-premoderno; occidental-anglosajón-moderno-, con la idea de analizar las dinámicas de funcionamiento (acciones-estrategias-coordinación) de las organizaciones en el marco de incentivos y restricciones impuestos/as por las estructuras institucionales (reglas formales e informales de interacción), es posible dar una interpretación coherente y bastante plausible a los procesos de desarrollo de largo plazo, y también a circunstancias puntuales temporalmente más acotadas.
´
Para clarificar esta “visión compuesta” intentaré ser más preciso y concreto. Cada uno de los mencionados estratos culturales, corresponde –según Di Filippo (2006; 2007)- a una fase del desarrollo periférico, caracterizada por formas productivas, relaciones sociales y mecanismos de dominación particulares. La idea de heterogeneidad estructural, da cuenta de la coexistencia temporal-espacial e interdependencia de dichas fases, al interior de sociedades nacionales políticamente unificadas (Di Filippo 2006).
´
Es así que –producto de tal coexistencia e interdependencia- instituciones informales (reglas implícitas de interacción) de origen colonial, organizaciones nacidas en aquel marco institucional y las relaciones de dominación que prevalecieron durante este largo periodo, sobrevivieron al cambio formal generado en la etapa republicana, provocando, a decir de Di Filippo (2006), un “sui generis” orden social, “… especialmente en áreas rurales, donde los detentadores del poder económico, político y social, lograron rendimientos crecientes (costos unitarios decrecientes), combinando las relaciones de dominación heredadas de la fase colonial, con la racionalidad capitalista del liberalismo económico”. Gracias, en parte, al atraso rural y a la permanencia de instituciones y organizaciones “arcaicas” pero “funcionales” (Di Filippo 2006), los grupos dominantes ligados a actividades primario-exportadoras –por ejemplo-, mantuvieron la competitividad de sus productos –en los mercados mundiales- mediante la reducción de costos laborales.
´
Es, desde esta “postura complementada”, fundamental para entender los procesos de cambio institucional –el reemplazo de instituciones ineficientes por otras eficientes[6] que posibilitan el desarrollo- y la prevalencia de instituciones informales “injustas”[7], tener presente la complejidad estructural de las sociedades latinoamericanas, y las relaciones de poder que se dan en aquel contexto; poner especial atención al juego entre organizaciones –o individuos-, considerando la dispar dotación de poder económico, social, político o sindical que posee cada una de ellas, y las particulares estrategias de acción y coordinación que llevan a cabo, sacándole el máximo provecho a los incentivos e incluso –a veces- desconociendo las restricciones que imponen las estructuras institucionales.
´
Hacer el ejercicio de contrastar estos supuestos-elementos analíticos (abstractos) –debidamente explicitados y conceptualizados[8]-, con la realidad histórica de América Latina –considerando un espacio-tiempo y espacio-lugar acotado- puede resultar de mucho provecho para comprender y tratar de delinear una interpretación consistente y loable de los procesos de desarrollo en nuestra región. No tomar en cuenta –como a mi entender hace Alonso- aspectos tan centrales como son las complejas relaciones de poder, entendidas en el marco de estructuras sociales heterogenias, y estructuras institucionales mixtas y favorables a quienes tienen poder para verse favorecidos, es –creo- poco más que perorata insulsa y escasamente fructífera.
´
Referencias bibliográficas
´
Alonso, J. A. 2007. “Desigualdad, instituciones y progreso: un debate”. Revista de la CEPAL 93:63-84
´
Di Filippo, A. 2006. Políticas del desarrollo en América Latina (“Apunte de clases”). Santiago: Magíster ESPO. UAH.
´
------. 2007. “La Escuela Latinoamericana del Desarrollo”. Cinta de Moebio 29:124-54.
´
Pinto, A. 1976. “Heterogeneidad estructural y modelo de desarrollo reciente de la América Latina”. en Inflación: raíces estructurales. México, DF: Fondo de Cultura Económica.
´
Prado, G. 1998. Septiembre. “El pensamiento económico de Douglass C. North”.
Laissez-Faire 9:13-32.
´
[1] En la acepción de agregado de varias cosas que componen un todo.
[2] http://www.eclac.org/revista/
[3] Basándose sólo en lo planteado por algunos autores, cosa que es desde ya reprochable.
[4] Socialmente hablando (injustas). Pueden generar beneficios privados pero con poco impacto social y poca o nula capacidad para promover el crecimiento en el largo plazo.
[5] Ver Di Filippo 2006.
[6] Eficiencia entendida como capacidad para generar crecimiento (Di Filippo, 2006).
[7] Como sinónimo de ineficientes.
[8] Cosa que lamentablemente, por espacio, no puedo hacer en este ensayo, pero sí en un artículo que será publicado en la edición primavera-verano de la revista Encrucijada Americana (http://www.cienciapolitica.cl/revista/revista_encrucijadas.htm)

No hay comentarios: