miércoles, 23 de julio de 2008

El eje anti-Chávez de América Latina

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vocero de asuntos exteriores del partido conservador británico en el Parlamento Europeo
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Colombia y Latinoamérica vistas desde Europa
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El rescate de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes que habían estado en manos de las FARC por años marca más que un punto de inflexión en la larga guerra de Colombia contra sus guerrillas marxistas financiadas por el narcotráfico. También confirma el surgimiento de una nueva troika de líderes latinoamericanos -el Presidente colombiano Álvaro Uribe, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente mexicano Felipe Calderón- que se han propuesto terminar con los carteles de la droga y los movimientos guerrilleros que desestabilizan a América Latina, así como aislar al principal gobernante demagógico de la región, el Presidente venelozano Hugo Chávez.
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El estatus de Uribe como uno de los líderes históricos de América Latina estaba asegurado incluso antes del rescate de Betancourt y los demás rehenes. Uribe ganó una reelección sin precedentes hace dos años, con mayoría absoluta en la primera ronda. Sin embargo, está decidido a no negociar con las FARC acerca de los secuestros, y en lugar de ellos perseguir sin descanso a la insurgencia armada que asesinó a su padre, decisión que ha caracterizado su presidencia. En el proceso, ha transformado un país que estaba a punto de caer en manos de los barones de la droga y a pasos de convertirse en un estado fallido.
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El profesionalismo de las fuerzas armadas colombianas, junto con la popularidad de Uribe y la floreciente economía, han dado, por primera vez en tres décadas, normalidad a las ciudades de Colombia y un cada vez mayor imperio de la ley en gran parte de sus vastas regiones selváticas. La persistencia de Uribe ha generado olas de deserciones en las FARC, que ahora tiene cerca de 9.000 guerrilleros, después de haber llegado a 16.000 en 2001. De hecho, muchos desertores de las FARC ahora prefieren luchar por su causa en las urnas bajo el nuevo referente de izquierdas, el Polo Alternativo Democrático.
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Los beneficios de la aparente derrota de las FARC se extienden mucho más allá de Colombia. La misión de rescate de los rehenes también ha obligado a Chávez, que todavía se recupera del fracaso de su referendo para aferrarse al poder el año pasado (momento en el que el propio alto mando del ejército de Chávez supuestamente se negó a acatar su exigencia de amañar los resultados), a ponerse a la defensiva. El eje Uribe-Lula-Calderón parece decidido a mantenerlo en esa posición.
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Chávez es el perdedor no sólo por haber dado apoyo moral a las FARC (una vez las describió como “contendores”, no terroristas, y públicamente trató a Uribe de títere de Estados Unidos), sino también porque se cree que les dio un apoyo militar encubierto a las FARC, que pareció ser parte de su revolución socialista "bolivariana", que ha usado los petrodólares de Venezuela para financiar gobiernos de izquierdas en Ecuador, Bolivia y Cuba con la esperanza de formar una alianza antiestadounidense regional.
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En los últimos años hubo razones sólidas para creer que América Latina pasaba por uno de sus irregulares arranques de desetabilización de izquierdas, considerando el ascenso al poder del Presidente boliviano Evo Morales, el Presidente de Ecuador Rafael Correa, y el líder de todos ellos, Chávez. Sin embargo, el aumento mundial en los precios de los productos básicos ha significado que los polos regionales de poder de Chile, Brasil y México han experimentado sus propios auges económicos.
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Esto ha hecho que para Lula en aprticular haya sido más fácil distanciarse de sus aliados socialistas y que, en un momento tan reciente como es marzo de 2008, Chávez haya apoyado la breve incursión de Colombia en Ecuador, que mató al comandante de las FARC Raúl Reyes. La incansable e intransigente postura de línea dura de Calderón en México contra los barones de la droga en México, que ha seguido el modelo de la de Uribe al enfrentarse a las FARC, también se ha visto respaldada por el crecimiento económico que ha silenciado la oposición local.
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La emergente troika Uribe-Lula-Calderón tiene una influencia geoestratégica porque la situación ha comenzado a cambiar en Cuba desde que Fidel Castro entregara formalmente la presidencia a su hermano Raúl. América Latina está obsesionada con esta transición, y Uribe, Calderón y Lula no tienen intenciones de permitir que Chávez lleve la iniciativa
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En enero pasado, Lula visitó la isla con varios empresarios brasileños y formó acuerdos de comercio e inversiones por cerca de mil millones de dólares. Calderón, revirtiendo la política de su predecesor de hablar contra la falta de derechos humanos en Cuba, ha restituido la tradición de mantener lazos estrechos con la isla. Antes este año, el ministro de relaciones exteriores de México renegoció 4000 millones de dólares en deuda que Cuba no había podido pagar. Los intercambios culturales han aumentado, y se espera que Calderón visite la isla pronto.
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Esta mayor aproximación a Cuba mezcla interés propio con cálculo. En todos los países de América Latina, Cuba es un problema interno. Algunos comentaristas argumentan que, al mejorar las relaciones, Uribe, Calderón y Lula esperan apaciguar a sus oponentes de izquierdas. Más aún, la inestabilidad en Cuba prodría significar una amenaza en sus propios países.
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Tanto Brasil como México ven oportunidades comerciales en la isla, especialmente desde que Raúl Castroa abriera más la isla a la inversión extranjera. Sin embargo, tal vez la razón más importante para mejorar las relaciones con Cuba es lo que ninguno de los tres gobernantes dirá en público: ven que unas relaciones más estrechas con una manera de equilibrar la influencia de Chávez, que ha reemplazado a la Unión Soviética como el principal proveedor de ayuda.
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A diferencia de Chávez, el zalamero discípulo de Fidel, Uribe, Calderón y Lula están apoyando silenciosamente la liberalización en Cuba, y creen que a Raúl Castro también le preocupa la dependencia de Cuba de Venezuela, así como de China. Algunos en la administración Bush aceptan este argumento, diciendo que les agrada ver a las democracias latinoamericanas biscando influencia en donde los Estados Unidos no pueden llegar. Parece ser que América Latina ya no es rehén de los demagogos y las guerrillas.
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