viernes, 7 de noviembre de 2008

Afrontar el miedo

Por: Dominique Strauss-Kahn, Director Gerente del Fondo Monetario Internacional.

A pesar de que la contracción de los créditos interbancarios ha comenzado a mitigarse tras el rescate de los sistemas financieros en los países avanzados, las tendencias negativas de los indicadores económicos han provocado la caída de los mercados de valores. Las presiones sobre los mercados emergentes, que muchos pensaban que estaban "desconectados" del resto del mundo, han aumentado a medida que se cobran los créditos extranjeros y se venden los activos.

Dado el temor que se ha apoderado de los consumidores, las empresas y los países en todo el mundo, se empieza a hablar ya no de una recesión en los países avanzados sino de una importante depresión global. Existe un pesimismo de que no se puede hacer nada para evitarlo.

¿Qué sucede? ¿Acaso las medidas que se adoptaron hace dos semanas para apuntalar el sistema financiero fueron incorrectas? Definitivamente no. El suministro de liquidez, la recapitalización de los bancos, y los seguros de depósitos más uniformes en todos los países avanzados fueron todas ellas medidas adecuadas y necesarias. Pero son apenas el primer paso de lo que se debe hacer.

En los países avanzados, la caída del valor de los activos y, de manera más general, el temor de lo que vendrá ha destrozado la confianza de los consumidores y las empresas. El consumo está disminuyendo y las empresas están reduciendo las inversiones. La crisis financiera ha producido una aguda reducción de la demanda, lo que los economistas llaman una "recesión keynesiana".

Para ayudar a recuperar la confianza, no hay más alternativa que utilizar herramientas macroeconómicas a fin de impulsar la demanda y sostener la producción. La política monetaria se puede utilizar en países donde las tasas de interés siguen siendo elevadas, pero es probable que su efectividad sea limitada en una situación de contracción del crédito. Por lo tanto, la política fiscal debe desempeñar un papel central. La expansión fiscal siempre es riesgosa, puesto que aumenta la deuda y eleva los peligros a futuro. Pero, dada la situación en que nos encontramos, los beneficios exceden los costos en países con deudas sostenibles.

Los mercados emergentes se enfrentan a un problema adicional. No sólo deben contemplar la perspectiva de la caída de las exportaciones y la confianza; también son las últimas víctimas de una crisis financiera que inició en los Estados Unidos, llegó a Europa y ahora ha atravesado sus fronteras.

Los bancos extranjeros están reduciendo los créditos. Los inversionistas extranjeros están repatriando sus capitales a una escala que no tiene precedentes. Irónicamente, las medidas que se están adoptando para resolver la crisis en los países avanzados hacen que resulte más atractivo llevar el dinero a casa, lo que complica la vida de los mercados emergentes.

A fin de apuntalar sus sistemas financieros y la demanda global, los mercados emergentes deben estar dispuestos a adoptar medidas similares a las que han aplicado los países avanzados. Pero la reciente prosperidad de muchos de esos mercados proviene del acceso al capital mundial. Una interrupción súbita de esos flujos es un duro golpe y plantea desafíos especiales que esos países no pueden resolver por sí solos.

Por eso, los países avanzados deben estar preparados para otorgar el financiamiento necesario y a un nivel sin precedentes. La alternativa es la perspectiva de impagos de deuda generalizados, controles bancarios y proteccionismo –algo que retrasaría a estos países y a la economía mundial en conjunto durante años.

El FMI tiene los recursos para comprometer hasta 250 mil millones de dólares. Hemos puesto en marcha los procedimientos y mecanismos internos que nos permitirán facilitar recursos rápidamente con condiciones limitadas a la política de respuesta a la crisis de que se trate. Además, el Fondo está elaborando una nueva línea de liquidez para proporcionar recursos de manera inmediata a los mercados emergentes con buen desempeño que tengan políticas y fundamentos sólidos.

Esto deberá dar confianza a los inversionistas. Pero dada la escala de los flujos de capital, también insto a los gobiernos y bancos centrales de los países avanzados a que den financiamiento paralelo al de los programas de respuesta a la crisis del FMI. También estoy convencido de la necesidad de encontrar formas de utilizar los recursos de los países que tienen grandes reservas. El Fondo hará su parte, pero se necesitan todas estas acciones para reforzar la credibilidad de la respuesta global coordinada a la crisis.

También debemos ver hacia el futuro –sobre todo en lo que se refiere a los países de bajos ingresos de África. Debido a su limitada participación en los mercados financieros internacionales, hasta ahora esos países han estado protegidos en cierta medida de la tormenta. Pero es una calma frágil que probablemente no durará.

Muchos países de bajos ingresos se verán afectados por la caída de los precios de los productos básicos. Para otros, incluyendo a los que se estaban convirtiendo en la nueva frontera de los mercados emergentes, el acceso al capital extranjero podría interrumpirse. Esos países también necesitarán ayuda de la comunidad internacional. Para evitar nuevas tragedias humanas, serán esenciales los préstamos del FMI y de los bancos de desarrollo globales, así como mantener en sus niveles actuales la ayuda de los donantes.

La dinámica del miedo es potencialmente catastrófica, pero se puede romper. Independientemente de los problemas del sistema financiero, las enormes mejoras en tecnología, productividad y progreso social --los verdaderos fundamentos-- a lo largo de los años, son un testamento genuino del poder de la globalización como una fuerza para el bien. Puede ser demasiado tarde para evitar una recesión en los países avanzados y una desaceleración en las economías emergentes y los países de bajos ingresos, pero no es demasiado tarde para impedir una depresión global.

Fuente: www.project-syndicate.org

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