jueves, 27 de marzo de 2008

“¿De dónde eres tú?”

Por Ranjani Iyer Mohanty*

Llámennos como quieran (nómades globales, gitanos, ciudadanos del mundo), ahora se nos entiende mejor o al menos se nos tolera más, y en parte no menor porque hemos aumentado en número.

Parece una pregunta inocua, pero es una que me paraliza. Por lo general respiro hondo y me lanzo con mi discurso: "Bueno nací en Bombay, pero mis padres son del sur de la India. Nos fuimos a Canadá cuando yo tenía siete años. Después de la universidad, he vivido y trabajado en Canadá, Inglaterra, Holanda, Portugal e India".

A veces desearía poder dar una respuesta de una sola palabra, pero siento que no me describiría adecuadamente. Y quizás, en el mundo actual de alta movilidad, variados intereses y mayor accesibilidad, tampoco nos describe ya a muchos de nosotros.

He absorbido algunas cosas de cada lugar donde he vivido y por lo mismo soy definitivamente un compuesto. En la escuela, usábamos el término "mosaico cultural" para describir a Canadá, y siento que yo soy eso.

Suena mejor que "esquizofrénico". Ser un mosaico cultural puede conducir a un sentimiento de desarraigo. Me siento visita en todas partes, siempre un poco distanciado en cualquier situación en que me halle.

A veces, cuando visito a amigos que han vivido todas sus vidas en un solo lugar, siento una estabilidad y una continuidad que sólo puedo envidiar. Ellos no necesitan averiguar a qué doctor llamar, ni buscar palabras en un diccionario para describir una situación particularmente embarazosa. No necesitan descubrir dónde comprar pescado fresco o cuál es el precio conveniente a pagar. No tienen que responder reiteradamente preguntas como: "¿de dónde eres tú?".

Cuando te encuentras haciendo estas cosas una y otra vez durante los años en diferentes países, tienes que preguntarte "¿estoy avanzando? Mientras mis amigos ascienden en sus vidas, ¿me estoy moviendo simplemente en forma horizontal?". En Portugal tienen un nombre para nosotros: "estrangeiros".

Hablando de los expatriados (incluido yo mismo) en su libro "Patrias imaginarias", Salman Rushdie escribió: "A veces nos sentimos cabalgando en dos culturas; otras veces, que nadamos entre dos aguas". El movimiento físico puede llevar igualmente a un movimiento intelectual. Edward Said, en una charla titulada Exilio intelectual, nos llamó "marginales".

Pero también enumeró tres aspectos positivos en la condición: nunca vemos las cosas aisladas, siempre en una doble perspectiva, "en términos de lo que ha quedado atrás y de lo que está vigente aquí y ahora" y, por tanto, derivamos nuestras interpretaciones de ellas.

Vemos "las situaciones como contingentes, no como inevitables", debido a las opciones que hemos tomado. Tenemos la oportunidad de empezar de cero en cada situación nueva y quizás hasta de hacer cosas que no habríamos querido o podido hacer en nuestra escala anterior.

Llámennos como quieran (nómades globales, gitanos, ciudadanos del mundo), ahora se nos entiende mejor o al menos se nos tolera más, y en parte no menor porque hemos aumentado en número. Durante mi primera estadía en India, a comienzos de los 90, la gente solía preguntarse por qué yo, que me veía obviamente como un indio, hablaba con un acento extraño. Eso ya no ocurre.

Muchas familias tienen un hijo o una hija viviendo en el extranjero, que los visitan una vez al año. Y cuando me oyen hablar se preguntan de qué parte de Norteamérica provengo. Cuando les digo que crecí en Calgary, me preguntan si he conocido al amigo de la hermana del yerno de su tía.

Hay también muchos indios que nacieron en el extranjero o que emigraron y que ahora regresan a trabajar a India. En la actualidad ni siquiera mi acento llama la atención.

Cuando Madhuri Dixit y otros que habían estado en Norteamérica sólo por un par de años, regresaron con un acento mucho más marcado que el mío, la gente se preguntó porque yo no sueno, luzco y actúo más como norteamericano.

A medida que el movimiento se convierte en norma, nuestros países (ya sean los de nuestros padres, los de nuestro nacimiento, donde crecimos o donde residimos actualmente) ya no seguirán definiéndonos. Tal vez la pregunta no será "¿de dónde eres?" sino más bien "¿a dónde vas"? ¿Quo vadis?

*International Herald Tribune, derechos exclusivos para La Nación.

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Esta es una forma de ver el mundo que comparto, una manera de entender la realidad global que considero acorde y consonante con mi propia visión. Son palabras cargadas de experiencia y experiencias cargadas de sentido; La tierra deja de ser un ancla y el forastero deja de ser extraño.

Los "nómades globales" son emisarios de un porvenir venturoso; de un futuro signado por el entendimiento y el diálogo intercultural.

En aquella nueva realidad no importa de donde vienes, lo importante es a donde vamos todos juntos.

Daniel Bello.

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