jueves, 30 de abril de 2009

Barack Obama y sus cien días

Por: Ricardo Israel

La expresión, que se utiliza a través de todo el mundo, que los gobernantes electos democráticamente disponen de una especie de periodo de gracia de 100 días para contar con amplio apoyo para sus propuestas electorales, se originó en EE.UU. Ocurrió en el curso de una crisis económica superior a la actual. También había mucha esperanza en el cambio. Comenzó en la década del 30 del siglo pasado con uno de los héroes políticos de Obama, Franklin Delano Rossevelt.

De ahí la comparación y por supuesto, la meta que se autoimpuso y que lo impusieron los medios a nivel internacional, donde se contabilizaban día a día, avances y retrocesos en relación a las mas de 500 promesas hechas en el curso de una campaña electoral de dos años de duración.

¿Cuál es el balance entonces?

Si uno sigue ese camino, en general el cumplimiento ha sido alto, y a modo de ejemplo podemos señalar un cronograma para la salida de las tropas de Irak (aunque con un plazo más cercano al último de Bush que al original de Obama), el todavía no materializado cierre de Guantánamo, la abolición de los métodos de tortura, el refuerzo del frente afgano, la autorización de la investigación con células madres, la limitación del lobby, el diálogo con adversarios a nivel internacional, y una posición firme con las empresas y ejecutivos que están todavía en actividad gracias a dineros públicos (la petición de renuncia al Presidente de la General Motors, nada menos).

Por cierto, la realidad política le demostró que no podía concretar otras que han sido rotas, o al menos han quedado pendientes, tales como el reconocimiento del genocidio armenio y el recorte de impuestos para ancianos. Tampoco pudo impedir que Corea del Norte reiniciara sus operaciones nucleares.

Sin embargo, y a su haber hizo algo que nadie esperaba y que probablemente no había hecho ningún otro mandatario antes: la autodenuncia detallada de los métodos de tortura, dejando en claro para quienes quisieran leer entre líneas, quienes daban las órdenes o al menos el visto bueno, al mas alto nivel político, y que le va a dar argumentos a quienes como el juez Garzón, creen en una justicia universal (siempre y cuando no se aplique al pasado cercano español, para algunos o muchos peninsulares).

Sin embargo, esta contabilidad de suma y debe no nos conduce a otra parte que constatar algo que todos sabemos: que Obama es un político honesto, serio y de alto compromiso ético.

Las claves van por otro lado y creo que explican el altísimo nivel de aprobación y satisfacción popular, que incluye la transformación de Michelle Obama, en un modelo de primera dama.

En primer lugar, yo mencionaría el hecho que sigue siendo un político que habla en forma directa y hasta el momento, siempre con la verdad, sin ocultar problemas ni inflar éxitos. Es decir, entender lo básico: que la gente es en general lo suficientemente inteligente para formarse por si misma una opinión.

En segundo lugar, en estos cien días, por rara vez en la historia de EE.UU. , el color de su Presidente no ha sido determinante, lo que de mantenerse y extenderse hacia la sociedad, expresaría un legado importantísimo.

En tercer lugar, en el terreno de lo simbólico, no hay duda que ha existido un cambio profundo en la percepción internacional de EE.UU., entre aliados y adversarios, y aún más importante, a nivel interno, hay confianza y optimismo en su país.

En cuarto lugar, estos cien días han presenciado un virtual colapso republicano, reflejado en el paso al partido Demócrata de Alan Spector, uno de los más antiguos legisladores republicanos lo que aumenta las posibilidades que la oposición no le pueda obstruir su agenda legislativa, ya que le falta solo un senador para esa meta. Aunque por cierto, es difícil que en los 1360 días que le restan a su administración, los republicanos no se rearmen, sobre todo existiendo elecciones intermedias.

Sin embargo, hasta ahora no hemos mencionado la palabra clave: la ECONOMÍA. En efecto, EE.UU. ha avanzado, pero (con el desprestigio de los economistas), nadie sabe cuando va a salir de la recesión. Ha hecho mucho y ha gastado fabulosas cantidades de dinero público, pero todavía no está clara la efectividad de esas decisiones, para EE.UU. y el resto del mundo.

No importa cuan bien o mal lo haga en política exterior y otros ámbitos, casi exclusivamente la economía va a definir el éxito y el fracaso de su gobierno, y por ahora, no hay antecedentes en uno u otro sentido, salvo la confirmación de cuan profunda es la crisis, y cuan dolorosa va a ser la recuperación.

En resumen, un balance ampliamente favorable a Obama, el reforzamiento de su carisma, la demostración que puede dar el salto de político a estadista, un amplio apoyo de buena voluntad y de credibilidad, en EE.UU. y en el resto del mundo, y un clima de optimismo y de confianza que es un activo mayúsculo en periodos de crisis.
A mi me ha demostrado que ha sorteado con éxito lo que consideraba que iba a ser su mayor peligro en el gobierno: el exceso de expectativas o “obamanía”, y quien mejor ha definido estos cien días es el propio habitante de la Casa Blanca:
“Tengo confianza en el futuro, pero no estoy contento con el presente”.

Fuente: http://blog.latercera.com

De Kennedy a Obama

Por: Marifeli Pérez-Stable

Estados Unidos busca un nuevo comienzo con Cuba", dijo Barack Obama en la reciente Cumbre de las Américas. "Sé que hay una jornada larga que recorrer para superar décadas de desconfianza", añadió.

Pero no es la primera vez que un presidente de Estados Unidos inicia esa jornada.

Después de la crisis de los misiles, John F. Kennedy y Fidel Castro buscaron distender las relaciones. A través de su embajador ante la ONU, Castro le transmitió a Kennedy su interés por conversar. Poco después, Jean Daniel, periodista francés, le pasó al Comandante el recado de la Casa Blanca: "Nada era posible con un vasallo soviético, aunque todo lo era con un Estado comunista independiente". Kennedy comenzaba a percibir las oportunidades que la neutralidad en el Tercer Mundo le brindaba a Estados Unidos.

El 22 de noviembre de 1963, Jean Daniel y el Comandante comían cuando les llegó la noticia del magnicidio de Kennedy. Tres veces Castro dijo: "¡Qué noticia tan mala!". Poco después, Lyndon Johnson suspendió la comunicación con La Habana. No quería parecer flojo con Cuba en vísperas de un año electoral. En 1964 Johnson arrasó pero pronto Vietnam lo consumiría y la isla pasó a un segundo plano.

A mediados de los setenta, la distensión entre las superpotencias creó un clima propicio a un cambio. La Administración de Gerald Ford retomó el hilo directo con La Habana. Al comienzo, Henry Kissinger advirtió a los diplomáticos sobre el tono a emplear: "Háblenle claro a Castro. Sean caballeros. Háganlo con altura y no como picapleitos".

Ambos Gobiernos obviaron sus precondiciones: Washington, que Cuba cortara los lazos militares con Moscú; La Habana, que Estados Unidos levantara el embargo. También hicieron gestos conciliadores: Washington autorizó a las subsidiarias estadounidenses en el extranjero a comerciar con la isla; Cuba reintegró el rescate de dos millones de dólares que había recibido por la devolución de un avión secuestrado.

En marzo de 1975 el Departamento de Estado apuntó: "Si existe un beneficio en terminar con el 'antagonismo perpetuo', se encuentra en apartar a Cuba de la agenda nacional y las relaciones interamericanas, en anular el simbolismo de lo que, en esencia, es un asunto trivial".

Pero las conversaciones no llegaron a buen puerto. A fines de 1975, Cuba envió tropas a Angola. Según Estados Unidos, la osadía cubana de adentrarse en un escenario estratégico de la guerra fría las torpedeó. Por su parte, Cuba culpó a la campaña presidencial que se avecinaba reñida y en la que Ford no podía correr el riesgo que la diplomacia discreta saliera a la luz pública.

No obstante, Jimmy Carter recogió la batuta del diálogo. En septiembre de 1977 las secciones de intereses abrieron sus puertas en La Habana y Washington. Unos meses después, Castro movilizó tropas a favor de Etiopía contra la ocupación somalí del desierto de Ogadén. De nuevo Washington montó en cólera por el atrevimiento cubano. Así y todo, Carter y Castro persistieron con la comunicación, incluso acelerando el ritmo en 1980 cuando el presidente enfrentaba una reelección difícil. Ronald Reagan hizo trizas a Carter y puso fin al esfuerzo más concertado por aliviar las tensiones entre los dos gobiernos.

Reiniciar ahora la jornada no será fácil. A principios de los noventa, Estados Unidos reforzó el embargo, convencido de que Cuba inevitablemente se desmoronaría, y condicionó la normalización de relaciones a una transición democrática. George W. Bush subió la temperatura de mala manera y La Habana siguió su rumbo sin pestañear.

Por eso, la iniciativa de Obama y la oferta de Raúl Castro de dialogar son tan significativas. De darse un nuevo comienzo será porque ambas partes movilizaron voluntades y valentías. Una nueva política estadounidense, sin embargo, no debe medirse por una apertura democrática en Cuba. Eso, después de todo, le compete únicamente a los cubanos de la isla. Más bien la vara de medir debe ser si Washington y La Habana logran establecer acuerdos mínimos sobre temas de interés mutuos como el narcotráfico y la migración.

Tarde o temprano, Cuba cambiará. Por el momento, Washington y La Habana deben asentar la confianza necesaria para conversar luego de tanta hostilidad. Al final, Estados Unidos debe tomar en consideración las sensibilidades cubanas y Cuba, por su parte, necesita convertir su cercanía geográfica en un valor, en un activo. Es lo que Estados Unidos y México lograron después de 1940.

Por último, los cubanos, en todas partes, debemos considerar lo que dijera Manuel Márquez Sterling, diplomático y periodista de principios del siglo XX: "El civismo es, después de todo, la manifestación definitiva de la independencia consolidada". Más aún, debemos agradecer que Cuba esté a 90 millas de Estados Unidos. Preguntémosles a los polacos cómo les fue, durante siglos, estando tan cerca de Alemania y Rusia.

Fuente: El País

Reforma del Sistema Mundial de Reservas

Por: José Antonio Ocampo

Tanto la China como la Comisión de las Naciones Unidas sobre Reforma del Sistema Monetario y Financiero Internacional han propuesto la creación de un nuevo sistema mundial de reservas. Este tema debe estar en el centro de la agenda del Fondo Monetario Internacional.

La idea básica es simple: a largo plazo un sistema monetario internacional no puede estar basado en una moneda nacional –un punto que resaltó hace medio siglo el economista belga-americano Robert Triffin. El reconocimiento de este problema fundamental fue lo que llevó a la creación de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) del FMI en los años sesenta.

El “estándar dólar” bajo el cual ha vivido el mundo desde comienzos de los años setenta tiene tres problemas básicos. En primer lugar, como todos los sistemas monetarios que lo antecedieron, pone el peso del ajuste sobre los países deficitarios, no sobre aquellos que tienen superávit en sus balanzas de pagos. La única excepción en este sentido son los Estados Unidos, que gracias a su posición como emisor de la principal moneda del mundo, ha podido hasta ahora financiar sus déficits con pasivos en dólares que están en manos del resto del mundo.

En segundo término, el sistema es inestable, porque hace que el valor de la principal moneda de reservas dependa de la política macroeconómica de Estados Unidos, de los caprichos de su balanza de pagos y los déficits nacionales que son su contraparte. Desde que se abandonó la paridad fija entre el dólar y el oro en 1971, el mundo ha experimentado ciclos cada vez más intensos del valor del dólar y de la cuenta corriente de los Estados Unidos. El dólar ha perdido, por lo tanto, lo que todo activo de reserva debe poseer: un valor estable. Este fue el punto esencial que señaló el gobernador del banco central de la China hace unas semanas.

En tercer lugar, el sistema es inequitativo, porque obliga a los países en desarrollo a transferir recursos hacia los países industrializados que proporcionan las monedas de reserva. Esta transferencia ha aumentado dramáticamente en las dos últimas décadas, ya que los países en desarrollo han descubierto que la acumulación de reservas internacionales es su principal defensa contra la inestabilidad financiera mundial.

A fines de 2007, los países en desarrollo, excluyendo China, tenía reservas equivalentes al 20.6% de su PIB, lo que se compara con sólo 3.7% en 1990. Esto ha generado una gran asimetría en la economía mundial, ya que las reservas de los países industrializados, excluido Japón, sólo alcanzan el 2.6% de su PIB. Una razón por la cual los países en desarrollo acumulan reservas es que el único “seguro colectivo” contra las crisis que existe en el mundo es son los créditos limitados y altamente condicionados del FMI.

Es importante resaltar que un sistema basado en varias monedas de reserva que compiten entre sí no resolvería la inestabilidad e inequidades del sistema actual. De hecho, agrega otra: la inestabilidad entre las tasas de cambio de las principales monedas de reserva. En realidad, este problema ya está presente en el sistema actual.

Las deficiencias del arreglo actual es la razón por la cual el sistema monetario internacional debe estar basado en una moneda de reserva mundial: una moneda fiduciaria respaldada por todos los bancos centrales del mundo. Este fue el deseo cuando se crearon los DEGs en los años sesenta. Este proceso debe completarse, transformando a los DEGs en dicha moneda mundial.

Una de las principales ventajas de un sistema basado en los DEGs es que proporcionaría al FMI una forma para obtener, con sus propios recursos y en forma ágil, los fondos que necesita durante las crisis para financiar sus programas de préstamos, de la misma manera que lo han venido haciendo en gran escala los bancos centrales en los últimos meses. Es también un mecanismo mucho mejor para financiar al FMI durante las crisis que las líneas de crédito que proporcionan algunos países al Fondo, el mecanismo que el G-20 está apoyando de nuevo. La ventaja de los DEGs es que es una forma de financiamiento verdaderamente multilateral, que no depende de ningún país en específico.

Para que un programa de esta naturaleza funcione, es necesario, sin embargo, que los países en desarrollo reconozcan que el FMI proporciona un buen “seguro colectivo”, de tal manera que la demanda de reservas internacionales se reduzca. Eso implica que el FMI debe prestar rápidamente durante las crisis de balanza de pagos a los países sin la engorrosas condiciones que exigía en el pasado, especialmente cuando la fuente de las crisis son las reversiones de los flujos de capital o un deterioro en los términos de intercambio.

El FMI tomó pasos en esa dirección en marzo, cuando creó la Línea de Crédito Flexible con propósitos preventivos, al tiempo que aumentó el monto de otras líneas de crédito y cambió aspectos fundamentales de la condicionalidad de sus créditos (pasó a depender de condicionalidad ex-ante para algunas líneas y eliminó los criterios estructurales para los desembolsos). El gran problema de la nueva línea de crédito es que corre el peligro de dividir indebidamente a los países en dos categorías, los países con buenas y malas políticas, con riesgos adicionales para los segundos.

Una mejor alternativa sería regresar a la propuesta de John Maynard Keynes de una línea de sobregiro para todos los miembros, que carezca de condicionalidad, en el entendido que los países que la usen en forma continua tendrían que solicitar eventualmente un programa formal de crédito. Esta línea de sobregiro podría ser financiada nuevamente con emisiones anti-cíclicas de DEGs.

La reforma también debe permitir que los países cambien sus activos en dólares (o en euros, yenes o libras esterlinaza) por DEGs, para evitar que la transición hacia el nuevo sistema sea desordenada. Como no lo ha recordado Fred Bergsten recientemente, el mecanismo ya está disponible: la “cuenta de sustitución” que fue negociada en el FMI en 1980.

Es hora de ampliar la agenda de la reforma financiera internacional, que hasta ahora se ha enfocado en un número de temas esenciales pero limitado, especialmente los relativos a la regulación financiera. La reforma del sistema mundial de reservas debe hacer claramente parte de esta agenda ampliada.

Fuente: www.project-syndicate.org

"Palestina es un laboratorio de pruebas militares de Israel"

Por: Patricia R. Blanco

"Israel ha empleado 42 años en tejer cuidadosa y deliberadamente una matriz de control en los Territorios Ocupados" que consolida el dominio israelí sobre Palestina y convierte en utopía la solución de dos Estados. Según Jeff Halper, director del Comité Israelí contra la Demolición de Casas (ICAHD), "tras una fachada de inocuos mecanismos administrativos, Israel ha erigido un régimen represivo para negar permanentemente a los palestinos la autodeterminación, la ciudadanía y los derechos humanos y civiles fundamentales". La construcción de cerca de 250 asentamientos judíos, la demolición de unas 24.000 casas palestinas, el bloqueo económico y la construcción de un muro "tan alto como el de Berlín y cinco veces más largo" ha confinado a la población palestina en 70 enclaves sin conexión entre sí. "¿Cómo será posible un país soberano en estas circunstancias?", se pregunta Halper.

La matriz de control es "un laberinto de leyes, de órdenes militares, de planificaciones, de limitaciones en el movimiento de los palestinos en aras de la seguridad, de burocracia kafkiana, de asentamientos y de infraestructuras", que cumple con una única función: disimula la ocupación y retrata a los palestinos como una población que se resiste a la "adecuada administración" israelí. "Cuando se sublevan contra la ocupación, como sucedió en las dos Intifadas", las operaciones militares israelíes son presentadas bajo el paraguas de la "autodefensa", sostiene el activista y candidato al Nobel de la Paz.

La estrategia israelí no responde únicamente a la protección de "la tierra sagrada frente a los enemigos árabes": Israel se ha convertido en el país "pionero en desarrollar un modelo exportable para almacenar y contener los excedentes humanos". Y la comunidad internacional observa atenta y aprende porque hay "muchos más excedentes humanos" en el mundo. "Los palestinos han sido definidos como un población que no necesita un Estado y que puede ser controlada para siempre", explica el director de ICAHD.

"La lógica económica y militar del capitalismo global" impide, a su vez, una solución pacífica al conflicto en Oriente Próximo. Israel obtiene réditos políticos y económicos a través de las incursiones israelíes en Palestina, considera Halper, que obtuvo la ciudadanía israelí tras romper el bloqueo de Gaza en agosto pasado. Desde un punto de vista político, el ataque sobre Gaza durante tres semanas sirvió para "resucitar la imagen de Israel como un aliado efectivo en la guerra contra el terror después de la humillante derrota en la guerra del Líbano del verano de 2006". Desde una perspectiva económica, "Gaza fue un ejercicio de guerra urbana", una oportunidad para probar sobre el terreno las nuevas armas y las tácticas de contrainsurgencia en ambientes densamente poblados.

"Probado en Gaza o en Nablús o en Faluja", denuncia Jeff Halper, es una de las marcas comerciales más efectivas de Israel, que "está vendiendo vehículos aéreos no tripulados a EE UU, Reino Unido, Canadá y otros países en la guerra contra Afganistán". China, Sierra Leona y la policía mexicana también figuran entre sus clientes. "El 60% de las exportaciones israelíes son material militar o artículos relacionados con la seguridad", una prueba más, según Halper, de que los Territorios Palestinos se han convertido en un "laboratorio de pruebas del ejército de Israel".

Fuente: El País

lunes, 27 de abril de 2009

Vía libre para la revolución de Correa

Por: Soledad Gallego-Díaz, Daniela Creamer

Rafael Correa se convirtió el domingo en el presidente más poderoso de Ecuador en muchas décadas. En un país que ha padecido una gran inestabilidad política, Correa consiguió proclamarse presidente en la primera vuelta (51,7% de los votos, con el escrutinio casi finalizado) y, lo que es todavía más importante, que su partido, Alianza País, rondará la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, algo casi sin precedentes en Ecuador.

El presidente tiene ahora el camino libre para desarrollar la Constitución y seguir poniendo en marcha su Revolución Ciudadana y el Socialismo del Siglo XXI con los que ganó unas primeras elecciones hace dos años. Su mayor dificultad es que inicia este segundo mandado cuando las condiciones económicas han empeorado y Ecuador hace frente a una crisis provocada por los bajos precios del petróleo y la caída de remesas de los emigrantes.

Correa es percibido por los ecuatorianos como la única persona capaz de imponerse al viejo establishment del país, destruido políticamente, pero poderoso en lo económico, y de gobernar con políticas de izquierda. Sus críticos, algunos incluso entre quienes le acompañaron en un primer momento, le reprochan un excesivo autoritarismo y una incapacidad para dialogar y negociar grandes acuerdos nacionales. Sus primeras declaraciones al conocer la victoria acentuaron esos temores. Correa ofreció un "gran acuerdo nacional", pero anunció que no hablará con los representantes de los partidos que han quedado segundo y tercero, el ex presidente Lucio Gutiérrez, de Sociedad Patriótica (28%), y el magnate bananero Álvaro Noboa (11.6%), a los que acusó de oportunismo político y de hacer una oposición sucia.

Lucio Gutiérrez, por su parte, hizo unas declaraciones virulentas asegurando que "la guerra continúa y vamos a seguir luchando". Gutiérrez aseguró que iba a "liderar" la oposición, pero no está nada claro que los otros partidos anti-Correa estén dispuestos a aceptar ese voluntarioso liderazgo. La oposición ecuatoriana sigue profundamente dividida, sin estrategias ni políticas comunes, como han demostrado los comicios del domingo.

El único político en la oposición que concita un cierto respeto general es el alcalde de Guayaquil, el socialcristiano Jaime Nebot, que revalidó el domingo su alcaldía con el 70% de los votos. Nebot, al que muchos consideran un posible aglutinador de la oposición, mantiene un completo silencio respecto a su futuro político y en las pocas ocasiones anteriores en que ha hablado del tema se ha limitado a resaltar su deseo de acabar su carrera política en la ciudad más populosa y rica de Ecuador.

Nebot afirmó ayer que él y su grupo "sabrán respetar el triunfo electoral del presidente, pero que él deberá también respetar nuestro abrumador triunfo en Guayaquil".

Correa ha ganado en la inmensa mayoría de las provincias de Ecuador y su partido ha obtenido igualmente una buena representación en todo el territorio nacional. Eso significa que Alianza País pondrá en marcha rápidamente la reforma legislativa necesaria para aplicar la nueva Constitución: aproximadamente 30 leyes nuevas y otras 40 reformadas, según explicó el ex legislador Marco Proaño.

Según los primeros datos, todavía no confirmados, sobre la composición de la Asamblea nacional, el segundo partido, Sociedad Patriótica, se moverá en torno a los 23 escaños (frente a los 60-62 atribuidos al grupo de Correa). Noboa (PRIAN) no superará probablemente los cinco parlamentarios.

En un encuentro con los corresponsales y enviados especiales extranjeros, celebrado ayer en el palacio presidencial, y al que asistieron más de 30 periodistas, Rafael Correa insistió en que el gran problema de América Latina y de Ecuador es la desigualdad y que su victoria supone un espaldarazo a su política social. "Yo no represento al establishment", aseguró, "vamos a profundizar nuestro proyecto con leyes como la que protegerá a las empresas públicas contra la privatización". Correa ironizó sobre los grupos que critican su política desde posiciones más a la izquierda: "¿Cuántos votos han sacado entre aquellos que dicen representar? Si quieren unirse a nuestro proyecto, serán bienvenidos".

La victoria de Correa fue acogida con satisfacción en Venezuela, en Bolivia, y en Cuba, entre otros países, con los que el mandatario ecuatoriano mantiene especiales relaciones, pero las felicitaciones llegaron también de Brasil (con quien Correa asegura que ya se han solucionado todos los problemas), y de prácticamente toda América Latina. El Gobierno colombiano fue el único que mostró una cierta frialdad, consecuencia de los problemas que existen entre los dos países. Correa ha sido acusado repetidamente de haber mantenido relaciones con la FARC, extremo que desmiente rotundamente.

La gran incógnita en este segundo mandato de Rafael Correa reside en el comportamiento de la economía ecuatoriana, víctima de la crisis que provoca la bajada del precio del petróleo y el desplome de las remesas de los emigrantes: casi tres millones de ecuatorianos viven en Estados Unidos, España, Italia y en otros países de América Latina. La repercusión que pueda tener esta bajada de ingresos en las políticas sociales de Correa será decisiva a la hora de proseguir las transformaciones sociales que teóricamente impulsa su proyecto político.

Fuente: El País

"¿Cuál es el problema de un eje entre Venezuela, Bolivia y Ecuador?"

Entrevista a Rafael Correa, Presidente de Ecuador.

Por: Soledad Gallego-Díaz, Daniela Creamer

"Hay 50.000 parados ecuatorianos en España y, por supuesto, si nos regresan los 50.000, no vamos a poder atenderlos. Ahora regresan unas 5.000 familias al año; estamos preparándonos para que aumente esa tendencia, de 5, a 8 o 10.000 familias. Intentamos también darles allá todo el apoyo posible, a nivel legal, para garantizar sus derechos, y a nivel de la Casa Ecuatoriana, para que tengan un lugar de encuentro, de vínculo con su patria y su cultura. Pero, obviamente, el problema que se vive es muy grave y no podemos resolver el paro en España". El presidente de Ecuador, Rafael Correa, reelegido por abrumadora mayoría hace pocas horas, recibe a EL PAÍS en una salita del palacio presidencial, mientras abajo, en el hermoso patio colonial, se prepara el relevo de la guardia, al que tiene previsto asistir.

Pregunta. España está viviendo una crisis económica muy fuerte, con cuatro millones de parados y crecimiento nulo. ¿Hasta qué punto puede afectar esta crisis a las inversiones españolas en Ecuador?

Respuesta. En primer lugar, no sólo es España la que está sufriendo los embates de la crisis. Es generalizada. Gracias a Dios, aquí, en Ecuador, tenemos una política fiscal anticíclica. Hemos podido contener en gran medida los efectos de la crisis, pese a que nos golpeó por partida triple. Porque no se trata sólo de la pérdida de mercados de exportación, baja inversión y difícil financiamiento, si no de que, por el paro en España, se han desplomado las remesas de los emigrantes, como también ha pasado con el precio del petróleo. Pese a eso, hemos aplicado las políticas adecuadas y hemos logrado contener los efectos negativos de la crisis. En cuanto a las inversiones españolas en Ecuador, lastimosamente no son muy significativas. Al menos, no tienen nada que ver con las inversiones en Colombia. Ojalá que eso cambie, porque no lo entendemos. Ecuador es una isla de paz y Colombia es una región bastante conflictiva. En todo caso, creo que las más grandes inversiones españolas no se verán afectadas. Son empresas bastante sólidas que, incluso, han presentado un programa de inversiones, que están cumpliendo. Me refiero a Repsol, a Telefónica. Esperamos que cumplan los acuerdos. Con Repsol llegamos a un acuerdo para un cronograma de inversiones. Se comprometieron cuando ya existía la crisis, así que esperamos que lo cumplan.

P. Se habla mucho de un eje entre Venezuela, Bolivia y Ecuador. Desde su punto de vista, ¿existe ese eje?

R. ¿Cuál es el problema si existiera un eje? Nosotros tenemos excelentes relaciones con todos los países de la región. Probablemente, he viajado más veces a Brasil que a Venezuela. He viajado muchas más veces a Argentina. Si quieren buscar ejes, búsquenlos y encuéntrelos. El que haya un eje no tendría nada de malo, pero explícitamente no existe ninguno. Se habla mucho y se confunde populismo con popular. Que me relacionen con Chávez, ¿cuál es el problema? ¿Acaso Zapatero no tiene relaciones con Berlusconi? ¡Qué vergüenza!

P. Hablemos sobre su voluntad de crear una arquitectura financiera regional.

R. Eso es algo que he venido proponiendo desde hace tiempo y ya se está concretando. En realidad, lo que ha vivido América Latina es un completo absurdo, fruto entre otras cosas del neoliberalismo, porque en la época de los noventa se hicieron todos los bancos centrales autónomos. No existe ninguna razón técnica, teórica, para ello, pero se empeñaron en que con bancos centrales autónomos todo marchaba mejor. Eso fue una gran falsedad. Eran autónomos de nuestras democracias, pero muy dependientes de burócratas internacionales. Esos bancos centrales manejan nuestras reservas monetarias y las invierten en el exterior, en el primer mundo. Y América Latina tiene más de 200.000 millones de dólares para financiar a EE UU y a Europa. Eso es un absurdo.

P. ¿Qué propone entonces?

R. Traer esas reservas, hacer un fondo de reservas del Sur que sirva para respaldar las monedas nacionales, las crisis de balanzas de pago, las crisis fiscales. Es más, con todos los países uniendo reservas, se requieren menos reservas por país. Con menos reservas, pero uniéndolas, se puede tener más seguridad. Es lo que estamos proponiendo a América Latina y lo que hay decisión de construir. El Banco del Sur, financiado con fondos de la región, va a estar operativo ya mismo.

P. ¿En qué se emplearía esa fondo?

R. En ayudar a esas obras de desarrollo, sobre todo infraestructura integracionista: infraestructura energética, vialidad, etcétera. Para recurrir al Banco de Desarrollo, a nivel mundial, nos ponen una serie de condiciones que obedecen a percepciones muy particulares. Tenemos que independizarnos de todo eso. Así pues, los puntos de la estrategia regional son: el Banco del Sur, el Fondo Regional de Reserva del Sur y la moneda regional, que puede empezar primero con una moneda electrónica, con sistemas de compensación, una especie de unidad de cuenta, como era el ECU. Eso es lo que aquí está satanizado. Y eso es lo que ya hemos empezado. Firmamos hace dos semanas con Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Paraguay y los países del Caribe.

P. La economía ecuatoriana esta dolarizada. ¿Se va a mantener así?

R. Yo siempre he dicho que voy a sostener la dolarización. Pero también he dicho siempre que en buena hora nos llegaría una moneda regional, como existe en la Unión Europea. Eso es lo mejor que le podría ocurrir a América Latina. La gente está asustada pensando que queremos salirnos de la dolarización. Pero, ¿cuál es el objetivo?, ¿la dolarización o el progreso de nuestros países? Qué mejor que lograr una unión monetaria latinoamericana. Y eso también se esta satanizando. Insisto, eso no implica la salida de la dolarización. Pero ratifico que seremos los más grandes impulsores de una moneda regional, y ojalá lo podamos lograr en el menor tiempo posible. Salir de la dolarización sería un caos. En la economía hay que cosas que no son difíciles para entrar, pero sí muy difíciles para salir.

P. Su reciente encuentro con el presidente estadounidense, Barack Obama, fue muy cordial. ¿Cree que mejorarán las relaciones con Estados Unidos?

R. Como siempre, las relaciones fueron en un marco de mutuo respeto. He tenido siempre relaciones muy cordiales, incluso cuando estaba [George W.] Bush en el Gobierno. No compartíamos su política exterior, desde luego. Pero sí creo que la Cumbre de las Américas marcó un hito en las relaciones con Estados Unidos, básicamente por la actitud personal del presidente Obama: muy abierto, muy cordial, muy interesado en el problema de la región, lo que nos hace presumir un cambio importante en la relación de América Latina con EE UU.

P. ¿Como está la situación de los bonos global de la deuda de Ecuador, que se dijo que quedarían impagados?

R. Hemos presentado una oferta de recompra a los tenedores y estamos esperando que se inscriban. El 26 de mayo tendremos ya una información completa. La recompra es del 30%, el 70% de descuento.

P. ¿Afecta eso a las relaciones con Brasil?

R. Ése fue un problema aparte, un malentendido. Un problema con una constructora muy importante en Brasil que hizo una red viaria. Nos dejó endeudados con más de 200 millones de dólares con el Banco de Desarrollo de Brasil. Además de perder esa plata, ese contrato tenía aspectos de capitalización de interés sobre interés, prohibidos por la Constitución ecuatoriana y por la brasileña. Eso es lo que hemos impugnado ante un arbitraje. El presidente [Luiz Inácio] Lula, con todo respeto, estuvo entonces mal asesorado y retiró a su embajador en Ecuador. Pero ahora todo está bien y seguimos con la demanda de arbitraje.

P. Da la impresión de que Brasil, una potencia económica impresionante, está adoptando cierto liderazgo en la región.

R. No hay duda. A pesar de que somos países iguales, soberanos, independientes, nadie puede dudar de la importancia de Brasil. Es una de las 10 economías más grandes del mundo, así que si adopta un liderazgo, en buena hora, con tal de que sea en el marco del más profundo respeto para los demás países de la región, que es lo que siempre ha habido por parte del presidente Lula.

P. En el discurso que dio usted tras lograr la victoria dijo que había la posibilidad de un acuerdo nacional, pero que no hablaría con Lucio Gutiérrez ni con Álvaro Noboa, ¿porque no son interlocutores validos para usted? ¿Quién representa entonces la oposición en Ecuador?

R. ¿Cuál es la ideología de Sociedad Patriótica? Es una amalgama de ambiciones personales. ¿Cuál es la ideología del PRIAN \[formación de Álvaro Noboa\]? Un partido formado por un magnate ecuatoriano, que no paga impuestos. Yo, más que no hablar con estos dos partidos, lo que no voy a hacer es hablar con Lucio Gutiérrez personalmente. O con Álvaro Noboa. Sería como traicionar a mis electores. Yo estoy aquí como una reacción ciudadana ante esa mediocridad de la clase política, con falta de calidad moral, de competencia de esos politiqueros. Traicionaría mi conciencia, en primer lugar, y luego a mis electores. Ellos son los causantes de la tragedia nacional.

P. ¿Y el alcalde de Guayaquil?

R. Jaime Nebot es un alcalde, una autoridad local. No es que haya un proyecto nacional entorno a él, pero al menos pertenece a un partido que tiene una ideología. Es una persona capaz, que, al menos, uno sabe donde está. Vaya a ver la trayectoria de Lucio Gutiérrez. Cuando le conviene es católico, cuando le conviene es evangélico, o comunista y se reúne con las FARC \[Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia\] y luego nos acusan de que somos nosotros los que nos reunimos con ellos. Imposible trabajar asi. Por el contrario, yo puedo estar totalmente en desacuerdo con el alcalde de Guayaquil, pero al menos sé dónde está y sé lo que representa.

Fuente: El País

domingo, 26 de abril de 2009

Defensa del cuoteo

Por: Carlos Peña

La política -esa actividad que, según Max Weber, exige pactar con el diablo- está llena de imperfecciones. Una de las más obvias es la que se produce a la hora de asignar los cargos en la administración estatal: ¿ha de preferirse a los que parecen mejores o a los que parecen leales?

La respuesta se ve sencilla: ¡a los mejores!

Desgraciadamente, las cosas no son tan simples.

Las coaliciones políticas (de derecha y de izquierda, las de gobierno y las de oposición, las que se persignan y las que no) no son un puñado de filántropos o de franciscanos, sino gente que se mueve también por intereses individuales (un empleo, alguna ventaja, alguna notoriedad). Por eso, si un Presidente deja a un lado a los leales para escoger sólo a los mejores, los primeros no tendrán incentivos para apoyarlo y él tendrá dificultades para ejecutar su programa.

Así que no queda otra: el político debe, en ocasiones, escoger a los que aparentan ser leales, aunque no sean los mejores.

Es lo que se llama el cuoteo: escoger para los cargos públicos a quienes forman parte de la coalición gobernante, incluso cuando haya mejores fuera de ella.

Es lo mismo que -con una franqueza inesperada- confesó el ministro Vidal: escogió a Michel (hoy día acusado de malversación), a sabiendas de que no era el mejor, como una forma de eludir un conflicto con la DC. Así es la política; aunque el ministro Pérez Yoma y el senador Escalona se echen tierra a los ojos y quieran convencernos de que gobernar se parece a administrar un concurso de talentos.

Ese rasgo de la política (consistente en premiar a los que están cerca aunque no sean los mejores) aparece desde antiguo en la literatura. En la República de Platón ya hay quien opina que la justicia consiste en hacer el bien al amigo y perjudicar al enemigo. Y Maquiavelo pone en boca de uno de los Medici el dicho "los estados no se gobiernan con Padrenuestros", queriendo decir con ello que en la política no siempre se siguen las reglas de la más estricta ética. Y no es raro. Si bastara con la ética, ¿para que tendríamos la política?

En Chile las cosas nunca han sido muy distintas tampoco.

Jorge Alessandri (el epítome de la probidad) dispuso de facultades extraordinarias para distribuir los cargos de la administración a favor de sus partidarios (entre ellos se contaban los radicales, y por eso Alessandri, en vez de alegar por el cuoteo, se quejó de que La Moneda se le iba a llenar de abrigos amarillos). Más tarde esas facultades se prohibieron. Pero entonces surgieron las plantas paralelas que existen hasta hoy: asesores y personal a contrata.

En todos esos casos el resultado es el mismo: una parte de la administración se distribuye entre los partidarios como una forma de asegurar su lealtad, y poder así llevar adelante el programa. ¿Bueno? ¿Malo? Ni lo uno ni lo otro: inevitable. Está en la naturaleza misma de la política el distribuir el poder entre quienes alcanzan la victoria. ¿O pensará alguien que debe ser distribuido entre quienes son derrotados?

El problema entonces no es el cuoteo -el más mínimo realismo político indica que es inevitable-, sino el cuidado que debe ponerse al aplicarlo y la amplitud con que se lo admite. Es malo escoger pícaros o ladrones; pero no lo es gobernar con los miembros de la propia coalición. Es malo distribuir con criterios políticos los empleos fiscales, pero no lo es ocupar, con esos mismos criterios, la administración del Estado.

En suma: es malo hurtar o malversar; pero no cuotear.

Y es que el cuoteo, a pesar de la mala prensa, es parte indisoluble de la política.

Pero no sólo el cuoteo. También es parte de ella negarlo, mirar al cielo, y hacer ofertas difíciles de cumplir.

No se explica de otra forma la promesa de la oposición de que si obtiene el gobierno, no habrá cuoteo. Porque todos sabemos que eso no es posible. Si la ciudadanía elige a la Alianza, es para que sean ellos los que gobiernen. La ilusión de un gobierno de expertos al margen del partido al que pertenezcan (un sueño semejante aparece también en Platón) es un absurdo que no se realiza en ninguna democracia del mundo.

Y es que así como Cosme de Medici nos recuerda que no se gobierna con el Padrenuestro en la mano, es hora de recordar que tampoco se conducen los Estados -¿verdad, ministro? ¿Cierto, senador?- repitiendo ingenuidades o leyendo manuales de management.

Fuente: El Mercurio

La autocrítica del canciller

Por: José Rodríguez Elizondo

A inicios de semana, el canciller Mariano Fernández definió a América Latina como "nuestra prioridad más importante en materia de política exterior". No es cosa nueva y él lo sabe. Desde 1990 el soporte teórico de dicha política es el "regionalismo abierto", definible como la priorización del espacio al cual pertenecemos. Fue el exorcismo democrático contra ese fatídico "adiós a América Latina", que pregonaron los "jaguares" del general Augusto Pinochet.

Supongo que la razón de ser de la reiteración está en la ejecución de la teoría... y ahí hay mucho pan que rebanar. Para comenzar, en el gobierno de Patricio Aylwin la prioridad se ejerció reinsertándonos políticamente en América Latina, para borrar nuestra imagen de felino fenicio. De paso, intentamos un protagonismo humilde, en materia de consolidación regional de la democracia, mientras Alejandro Foxley, desde Hacienda, iniciaba un tejido de telecés a nivel planetario. El balance fue exitoso y algunos analistas hablaron de una transición chilena casi tan modélica como la española.

El gobierno de Eduardo Frei potenció ese legado, en lo que hoy luce como un eficiente equilibrio transitorio entre la reinserción política regional y la apertura comercial al mundo. Chile solucionó problemas pendientes con Argentina y Perú, mejoró contactos con Bolivia y comenzó a jugar en las grandes ligas del comercio mundial. Según José Miguel Insulza, canciller emblemático del período, entonces llegamos al "nivel más alto de la historia" en materia de relaciones vecinales.

Desgraciadamente, en el período de Ricardo Lagos se desestibó la carga y el equilibrio se fue al diantre. En 2004, mientras celebrábamos en Santiago el foro de las economías del Apec, con los principales líderes del mundo en la Estación Mapocho, comenzamos a chocar políticamente con Argentina, Bolivia y Perú. Simultáneamente, Hugo Chávez nos exigía una playa boliviana, tras entender que Chile había apoyado el golpe de Estado que casi lo tumbó.

Como en Chile la política exterior es confidencial y "no estamos acostumbrados a decir las cosas como son" (Francisco Vidal dixit), pocos captaron, en 2006, que esa fue la mochila más pesada que recibió Michelle Bachelet. Habíamos vuelto a ser los cargantes del barrio. Nuestra autoproclamada "historia de éxitos" nos autoexcluía de todas las alianzas políticas. Bolivia nos presionaba con apoyo de Venezuela, Argentina seguía cortándonos el gas y Perú se preparaba para demandarnos en La Haya. La poderosa simpatía de Bachelet chocó, así, contra una muralla espesa. Como prueba, ningún tercer país -ni siquiera Ecuador- osó decir, en voz alta, que en el conflicto con Perú la razón jurídica estaba de nuestra parte.

Sobre tales bases, no sólo se trata de que Fernández viaje más hacia los países de la región, interesándose en problemas que para sus colegas son comunes, como el narcotráfico, la guerra asimétrica, la relación con los EEUU de Obama o la transición a la democracia en Cuba. Se trata, además, de iniciar una profesionalización a fondo de la Cancillería, para poder asumir iniciativas integracionistas e intentar ese "liderazgo conceptual" que algunas almas bondadosas nos piden o asignan.

Decodificando, creo que si el canciller volvió a decir lo que se viene diciendo desde el gobierno de don Patricio, es porque reconoce que dejamos de ser (si alguna vez lo fuimos) el mejor alumno del curso. En ese sentido su reiteración sería una manera diplomática de decir que lo estamos haciendo apenas regularcito. En suma, lo suyo habría sido una prudente autocrítica a la chilena.

Fuente: La Tercera

El código Bowen

Por: Rodrigo Barría

Parrillas y TV

Sebastián Bowen es producto de un hogar formado por un arquitecto con afición y amor por la poesía y una profesora nortina. Criado en medio de esa mezcla de rigor e intelectualidad en un barrio de Providencia, el muchacho, pese a esa apariencia de "Cristo universitario" con su melena larga y barba crecida, no escapa mucho del molde tradicional que se puede encontrar en cualquier tipo veinteañero.

Amigo de las fogatas en el colegio, en los veinte su afición predilecta ha pasado a ser una buena y bien provista parrilla acompañado en la tertulia por una piscola helada. Casero, sus aficiones están al lado de las cartas y los juegos como "Monopoly" o "War". Seguidor de series televisivas de suspenso como "24", Bowen disfruta comiéndose las uñas, bebiendo un buen café cargado, pasando horas en un juego de computador y encendiendo de vez en cuando una pipa.

Los 16 años fueron una edad clave para Bowen. Estaba en el Colegio San Ignacio y tuvo que realizar la experiencia llamada "trabajo de fábrica". En otras palabras, una suerte de "viaje de estudio social" donde los jóvenes, durante una semana, se internan de manera directa en el mundo de la pobreza. Su cómoda casa de Providencia fue reemplazada por una humilde morada en el sector de San Pablo con Matucana. Desde ahí, cada día partía rumbo a una fábrica. Durante siete días fue un obrero más.

Obrero a los 16

Bowen lo pasó mal. Muy mal. Era un trabajo tedioso, monótono y que se hacía eterno. Apenas llevaba un rato "laburando" y él creía que habían pasado cinco o seis horas. Casi profético, la fábrica en que le tocó trabajar hacía planchas de madera que luego vendían a "Un Techo para Chile" para ser usadas en unas mediaguas que se armaban cerca de Curanilahue.

Presidente Bowen

Cuando ingresó a estudiar Sociología en la Universidad Católica, Bowen de inmediato mostró interés por los temas de educación. Por ejemplo, entre los ramos que tomó estuvieron Educación y Desarrollo y uno llamado Política y Sistemas Educativos. Cuando debió elegir cursos optativos, el muchacho se registró en Proyectos Sociales, una asignatura definida como "dura" y de "terreno", por lo que sólo suelen inscribirse en ella estudiantes con pasado de voluntariado social.

Como en una eterna cofradía, formaba grupo junto a otros ex ignacianos que estudiaban Sociología. Con ellos solía encabezar variadas acciones sociales como voluntario. Pero no sólo se preocupó de los estudios, sino que fue un activo dirigente en su carrera. De hecho, alguna vez fue hasta presidente del Centro de Alumnos.

Opción independiente

La actividad política de Bowen en la UC demuestra el rechazo y distancia que desde siempre ha sentido por la forma en que los partidos políticos tradicionales desarrollan su actividad. Lejano de esa manera de hacer política, Sebastián creyó siempre en opciones nuevas y renovadoras. Por eso es que fue el impulsor, junto a otros compañeros universitarios, de la creación de un nuevo referente político al interior de la casa de estudios. Se llamó Opción Independiente (OI) y emergió como crítica al movimiento político al interior de la UC. Al revisar los primeros documentos del movimiento se ve con claridad los cimientos en los cuales se construyó: organizaciones sociales como base de la sociedad, Estado subsidiario y distanciamiento de las posturas liberales.

En sus inicios, OI tuvo dos alas: los llamados "liberales" y los "jesuitas". La agrupación sorprendió a todos cuando en 2005 logró la presidencia de la FEUC con Claudio Castro. Fue histórico, ya que se trató de la primera agrupación que pudo vencer a los sectores gremialistas y concertacionistas.

No al vuelto

Una de las claves en la vida de Sebastián Bowen es el tema de la solidaridad. Pero no cualquiera, sino una que él entiende como "solidaridad política". ¿Qué significa eso? Básicamente que el ayudar a otros no es sinónimo de beneficencia, caridad o limosna.

No. Bowen ve la solidaridad como una forma efectiva de integración y justicia. Por eso es que las leyes tienen suma importancia para él como efectivo método para terminar con los dos países que, asegura, conviven en el Chile de hoy.

Quizás por eso también es que el tipo se muestra distante de la ayuda basada "en lo que sobra", como las muy extendidas campañas del vuelto en el comercio.

Cerca de la calle, lejos de la Iglesia

Sebastián Bowen nunca ha visto con demasiada simpatía el mundo político. Tampoco siente mucho aprecio por las figuras que suelen consolidarse en la televisión.

En realidad, para él, los verdaderos engranajes del cambio social al que aspira están presentes en las poblaciones, en los campamentos y en las organizaciones de base.

Es ahí donde el ignaciano se siente a sus anchas. De ellos es que aprende y se admira.

Pero contrariamente a lo que podría pensarse, Bowen no es especialmente cercano a la Iglesia Católica. De hecho, la considera un estamento más bien lejano, distante...

De alguna manera, Sebastián estima que la curia está lejos de la potencia y vitalidad que requiere la urgencia de la superación de la pobreza en el país.

Es que él tiene y asume en su vida diaria una idea que para muchos resulta radical: vivir por completo al servicio de una meta: la superación de la pobreza en Chile. Para él, la tranquilidad espiritual está en que los pobres y quienes los acompañan tienen siempre la compañía de Cristo.

Relajado pero firme

La forma de trabajo de Bowen es más bien distendida y horizontal. Poco amigo de las jerarquías y los mandatos severos, el hombre prefiere la cercanía y generar espacios agradables desde donde ejercer su mando.

De hecho, cuando estuvo al frente de "Un Techo para Chile" su estilo se acercaba más al de un grupo de amigos que se reunía para llevar adelante una misión. Bowen, más que mandar, encarga, sugiere y orienta.

Pero tampoco hay que equivocarse con él. Podrá ser bonachón, pero su inmensa figura también va de la mano de una postura que no suele escabullirse a la hora de enfrentar y responder.

Así lo vivió durante esta semana Camilo Escalona, que llegó a reunirse con Bowen con cierto aire de menosprecio por estos "aparecidos" que comandarán la opción presidencial de Frei.

Fue ahí cuando el presidente del PS se topó con las respuestas distendidas, pero frontales y directas de un Bowen que no permitirá que los "viejos estandartes" concertacionistas intenten domar los vientos de renovación que soplan hoy con fuerza en el comando freísta.

Fuente: El Mercurio

Ahmadineyad el irritante

Por: Ángeler Espinosa

La perorata antiisraelí y antisionista de Mahmud Ahmadineyad en Ginebra, el lunes pasado, no fue una sorpresa para nadie, mucho menos para los judíos de Irán. Esta minoría ha visto cómo, desde que llegara al poder en 2005, el presidente de su país cuestionaba una y otra vez el Holocausto, sin la menor consideración hacia sus sentimientos. De poco ha servido que sus representantes le afearan su conducta. Ahmadineyad, que parece disfrutar cada vez que irrita a Occidente, ha encontrado en ese asunto una vía automática de lograrlo.

Y, sin embargo, los 20.000 judíos de Irán constituyen la mayor comunidad de esa confesión en Oriente Próximo fuera de Israel. La República Islámica se jacta de que los judíos, como el resto de las minorías religiosas -a excepción de los bahaís-, tienen libertad de culto e incluso disponen de un escaño reservado en el Parlamento. En Teherán, donde se concentra el grueso de la comunidad, cuentan con tres sinagogas, tres escuelas, una organización para la enseñanza religiosa y un hospital, la mayoría de cuyos empleados y pacientes son musulmanes.

¿Por qué, entonces, la fijación de Ahmadineyad? "Su objetivo es estar en la primera página de todos los periódicos", declara el analista Saeed Leylaz, muy crítico con el actual Gobierno iraní. "Busca la popularidad ante las elecciones del próximo mes de junio". Aunque, como afirmaba un editorial de este periódico, "Ahmadineyad no ha ido a Suiza a defender la suerte de los palestinos", los comicios presidenciales tampoco lo explican todo. Muchos iraníes le critican que dedique más tiempo a la cuestión palestina que a resolver la crisis económica que atraviesa su país.

"Ha sido una provocación en toda regla", interpreta un embajador europeo en Teherán. En medios diplomáticos occidentales, el tono de la intervención de Ahmadineyad se lee en el contexto más amplio de la reciente oferta de diálogo de EE UU. "Mientras (Barack) Obama les ha tendido la mano, los dirigentes iraníes responden con lo de Ginebra, con una conferencia de fiscales que acusa de crímenes contra la humanidad a varios responsables israelíes y con el encarcelamiento de una periodista estadounidense", afirma la fuente.

La demonización de Israel constituye uno de los pilares de la Revolución Islámica de 1979. No obstante, con el paso del tiempo y la realpolitik que siempre ha caracterizado a los dirigentes iraníes, ese elemento, como el antiamericanismo, se había convertido en un mero eslogan. Durante los Gobiernos del reformista Mohamed Jatamí incluso empezó a utilizarse el nombre de Israel en lugar de la nomenclatura revolucionaria de "entidad sionista". Ahmadineyad ha significado una vuelta a los principios.

De ahí que algunos observadores estimen imposible la normalización con Estados Unidos. Significaría, más pronto o más tarde, la disolución de la República Islámica. Con todo, el lenguaje de Ahmadineyad en Ginebra fue más moderado que en ocasiones anteriores. En un cambio de última hora, que pilló por sorpresa a los intérpretes, sustituyó una frase en la que calificaba el Holocausto de "ambiguo y dudoso" por otra en la que denunció "el abuso del asunto del Holocausto". Tampoco repitió la ominosa referencia a que Israel terminará borrado del mapa. Han sido más bien el momento y el lugar elegidos lo que puede complicar sus posibilidades de acercamiento a la superpotencia.

En cualquier caso, lo ocurrido en Ginebra muestra la brecha que existe entre Occidente y el resto del mundo sobre si el tratamiento de los palestinos por parte de Israel debe abordarse en un foro sobre racismo y xenofobia.

"No se estaba dirigiendo tanto a la comunidad internacional como a nosotros, los árabes", ha escrito por su parte Tariq al Homayed en Al Sharq al Awsat. En gran medida, logró su efecto. La mayoría de los medios árabes ha atribuido a un sesgo pro israelí el boicoteo de una treintena de países al discurso de Ahmadineyad. "Da la impresión de que algunos intentan colocar a Israel fuera del alcance de la crítica, no sólo en Israel, sino en las poderosas capitales occidentales", aseguraba un editorial del diario palestino Al Quds. Incluso el saudí Al Watan afirmaba que la actitud occidental es "imposible de entender, a menos que sea en apoyo de Israel en sus prácticas racistas contra los palestinos".

Aunque muchos iraníes no comulgan con el estilo provocador de su presidente, ni siquiera los sectores más críticos del régimen han levantado la voz a su regreso de Ginebra. "Una cosa es el Holocausto, que no nos compete juzgar a nosotros, y otra la ocupación de Palestina, que es una política que no logramos entender", señala el antes citado Leylaz. Incluso en la comunidad judía se subraya ese matiz. "El boicoteo de algunos delegados nos ha parecido una ofensa hacia el pueblo iraní", manifiesta Cimmak Morsadegh, el representante judío en el Parlamento de Teherán. "Oír las opiniones de la otra parte no significa compartirlas, pero ese acto evidenció la política de doble rasero de ciertos países", insiste antes de recordar que eso no ha sucedido cuando han intervenido ante foros similares personas como Idi Amín o Gaddafi.

Sin duda, la enemistad política y verbal entre Israel e Irán hace difícil casar la condición de judío con la de habitante de la República Islámica. Aun así, la comunidad judía iraní se aferra a sus raíces y siempre se ha negado a convertirse en arma arrojadiza contra las autoridades de su país. El malestar con el sistema que dejan entrever no parece muy distinto del de otros iraníes no musulmanes. Se sienten tolerados, más que parte integrante del sistema.

FUente: El País

Europa no es de izquierdas

Por: José Ignaco Torreblanca

Un transbordador de la compañía Viking sale de Helsinki a las diez menos cuarto en dirección a Tallin. A la misma hora, un transbordador de una compañía estonia sale de Tallin en dirección inversa. Pero la pregunta no es, como en los cuadernos del colegio, a qué hora se cruzan, sino por qué, si los dos hacen el mismo trayecto y dan el mismo servicio a los pasajeros, uno va lleno y otro vacío. Respuesta correcta: el ferry finlandés no puede competir porque opera con trabajadores que cobran salarios finlandeses mientras que en el otro los trabajadores cobran salarios estonios.

¿Qué es lo que hace la compañía Viking? Crea una filial en Estonia, rematricula su transbordador Rosella bajo pabellón estonio, despide a sus empleados finlandeses y contrata a otros estonios por salarios más bajos. ¿Qué es lo que hacen los trabajadores finlandeses? Denunciar el caso ante la Federación Internacional de Sindicatos del Transporte e ir a la huelga para forzar a Viking a firmar un convenio colectivo que le obligue a mantener los salarios aunque contrate trabajadores estonios. La empresa acude al Tribunal de Justicia Europeo, con sede en Luxemburgo, y argumenta que las medidas de presión de la federación de sindicatos y la huelga suponen una coacción a la libertad de establecimiento. El tribunal, en su sentencia de diciembre de 2007, da la razón a la empresa argumentando que la presión sindical impide a Viking ejercer su legítimo derecho a establecerse en otro Estado miembro.

Golpe a los sindicatos
Esa sentencia se produce en paralelo a otras similares (Laval o Rüffert), que se refieren a hechos parecidos acaecidos en Suecia o Luxemburgo, y en las que la justicia europea ha venido dando la razón a las empresas. Al decir de la Confederación Europea de Sindicatos, estos pronunciamientos del tribunal reducen las posibilidades de los sindicatos de garantizar condiciones de empleo iguales para los trabajadores independientemente de su nacionalidad. Sumadas a directivas como la Bol-kenstein o las 65 horas son interpretadas por los sindicatos (y por gran parte de la sociedad) en términos de desarme forzoso de herramientas clave (como la negociación colectiva o el derecho de huelga) para asegurar los derechos de los trabajadores en una economía abierta y globalizada.

Todo ello apunta a un problema que merece la pena discutir en profundidad con motivo de las próximas elecciones europeas del 7 de junio: que Europa no es de izquierdas. Ni lo es estructuralmente, ya que la construcción europea tiene un evidente sesgo liberal, ni lo es coyunturalmente, porque la izquierda política está en minoría, y casi seguramente lo seguirá estando tras los comicios europeos, ya que la crisis no parece afectar a las perspectivas electorales de los partidos conservadores.

Desde los años ochenta, las políticas liberalizadoras y de mercado han avanzado imparablemente por la senda de la mayoría cualificada mientras que las políticas correctoras de mercado o de carácter redistributivo o bien han estado explícitamente excluidas de la construcción europea o bien han avanzado al paso de tortuga marcado por la unanimidad, el mínimo común denominador y las idiosincrasias nacionales. Además, la última ampliación ha reforzado esta tendencia de tal manera que la Europa social es hoy poco más que un eslogan.

La solución no está, sin embargo, en transferir el Estado de bien-estar al ámbito europeo (las encuestas dicen que los europeos quieren que las prestaciones sociales se mantengan en el ámbito nacional), sino en pensar conjuntamente de qué forma pueden las políticas europeas compensar a aquellos mismos que perjudican. Obviamente, esto no va a ocurrir vía el presupuesto europeo: con el 1% del PIB europeo a su disposición (y bajando), Europa apenas alcanza a compensar a los agricultores y a las regiones más pobres. Pero el poder de Europa no está en sus presupuestos, sino en su capacidad de elaborar leyes, leyes que priman sobre el derecho nacional y que tienen efecto directo sin necesidad de ser traspuestas al ámbito nacional, leyes que pueden proteger a los trabajadores, a los consumidores, a los ciudadanos o al medio ambiente.

Es por esa razón que el Parlamento Europeo es tan importante y, también, la razón por la que las elecciones europeas importan tanto. En la actualidad, y, más aún, si finalmente se aprueba el Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo tendrá la última palabra a la hora de aprobar legislación, pudiendo rechazar o enmendar la legislación que proponga la Comisión o los Estados miembros, legislación que afecta muy profundamente las vidas de los ciudadanos. Hay veces que Europa parece estar muy lejos, otras veces está aquí mismo, aunque más a la derecha de lo que nos gustaría.

Fuente: El País

sábado, 25 de abril de 2009

Cien días bien aprovechados

Por: Francisco G. Basterra

El historiador británico Arnold Toynbee escribió que "no hay armadura que proteja del destino". A Barack Obama le ha alcanzado el destino pocos días antes de cumplir los primeros 100 días en la Casa Blanca, el próximo miércoles 29 de abril. Le ha golpeado la memoria histórica: el legado de Bush mal enterrado, con las torturas autorizadas por el presidente número 43 y diseñadas por su equipo de fundamentalistas, al margen de la ley y en nombre de la seguridad nacional, para obtener "resultados" en la lucha contra el terrorismo. La tormenta perfecta ha descargado sobre Obama, que no desea abrir un juicio sobre el pasado reciente de Estados Unidos. No puede aparecer como blando en la defensa frente a Al Qaeda ni desea abrir una causa general contrabrir una causa general contra su antecesor, que podría provocar un desgarro civil cuando Estados Unidos vive la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. No olvidemos, con perspectiva histórica, un antecedente significativo: el perdón concedido en 1974 por Gerald Ford al presidente Nixon tras el escándalo Watergate. Sirvió para cauterizar heridas y unir a la nación en los difíciles momentos de la primera dimisión en la historia de un presidente.

Como le ocurrió a John F. Kennedy en sus primeros 100 días, en plena guerra fría, también a Obama, casi medio siglo después, se le ha aparecido el fantasma de la CIA. Para JFK fue el regalo envenenado de Eisenhower y la CIA de Allen Dulles, con la invasión de Cuba por mercenarios con apoyo militar norteamericano que concluyó, en abril de 1961, con el fracaso de Bahía Cochinos y la consolidación del castrismo. Kennedy no se atrevió a suspender la invasión servida en bandeja por su antecesor republicano. Obama se vio obligado la semana pasada a acudir a la sede de la CIA, en Langley, a las afueras de Washington, para garantizar a sus agentes que no serán perseguidos legalmente por las torturas perpetradas contra supuestos terroristas islámicos. El presidente de EE UU ya ha topado con la razón de Estado y la zona gris de la política, que acaban encogiendo las promesas y los ideales morales del político en campaña.

Lincoln tenía razón cuando confesó: "No he controlado los acontecimientos, éstos me han controlado a mí". Pero la tozudez de las historias mal sepultadas, en España todavía lo debatimos, sólo empaña parcialmente el arranque fulgurante y, en gran medida, acertado de la presidencia de Obama. Lógicamente no puede reclamar aún logros importantes. Pero Obama sí ha demostrado que es capaz de hacer más de dos cosas a la vez. Aun siendo consciente de que la lucha contra la crisis hará o deshará su presidencia, ha atendido a otros frentes. Obama ha conseguido en este primer compás de su presidencia dos objetivos fundamentales. En primer lugar, ha obtenido la luz verde del resto del mundo para que sea EE UU, el país que ha infectado todo el planeta, quien refunde el capitalismo. Para ello utilizará las mismas instituciones que le han servido para mantener su hegemonía económica desde 1945. El fin del capitalismo tendrá que esperar.

En segundo lugar, Obama ha pasado la esponja para lavar la negativa imagen de EE UU consolidada globalmente tras ocho años de presidencia de Bush. Con sus promesas de diálogo entre iguales, de no imposición -"He venido a escuchar, no a dar lecciones", dijo en Europa- y reconocimiento de errores en Latinoamérica arrebata las banderas de las que se ha alimentado el antiamericanismo. Se trata de dar los primeros pasos para restaurar una cierta indispensabilidad de EE UU, ayudada por una China embebida en sí misma, y una Europa incapaz de traducir su peso demográfico y económico en influencia polío a Turquía y ha ofrecido un diálogo respetuoso con el mundo musulmán. Ha reconocido la importancia de Irán; ha reprogramado la relación con Rusia y anuncia un diálogo estratégico y económico con la poderosa China. Sin embargo, se le ha atragantado Oriente Próximo y plantea una nueva guerra en Afganistán mientras el radicalismo islámico amenaza con colapsar Pakistán.

Obama todo lo hace con sentido práctico. Salta por encima del proceso político y continúa en campaña dirigiéndose directamente a los ciudadanos. Utiliza como nadie el púlpito que le ofrece la Casa Blanca. Su ideología es el estilo, la visión de futuro, la promesa de un nuevo EE UU. Ha visto el otro lado del túnel o así nos lo hace querer creer. No nos engañemos, Obama rechaza el declive de EE UU. Probablemente crea que podrá ejercer durante años una hegemonía benigna. Como ha escrito Parag Khanna en su provocador libro, recién publicado en España, El segundo mundo (Paidós), "EE UU podría realmente incrementar su influencia si atempera su poder". Quizás Obama esté tratando de hacerlo.

Fuente: El País

La raconciliación de Hamas y Al Fatah

Por: Michael Bröning

Al reunirse los representantes de Hamas y Al Fatah en El Cairo para celebrar una cuarta ronda de conversaciones en pro de la unidad nacional, no sólo los palestinos, sino también los americanos y los europeos las seguirán atentamente. Esas conversaciones de alto nivel, organizadas por el director de los servicios de inteligencia egipcios, Omar Suleiman, serán decisivas para poner fin a casi dos años de enfrentamientos sangrientos entre la Gaza gobernada por Hamas y la Ribera Occidental, gobernada por Mahmoud Abbas, de Al Fatah, que cuenta con el respaldo occidental. En vista de los fracasos anteriores, esta ronda de conversaciones podría ser la oportunidad final para restablecer la unidad palestina.

El continuo cisma interno entre el más moderado y laico Al Fatah y el islamista Hamas no sólo ha dejado hundida en la confusión a la dirección política palestina, sino que, además, ha hecho que unas negociaciones de paz con Israel mínimamente sólidas resulten prácticamente imposibles. Además, la continua desunión interna sigue obstaculizando los intentos de reconstrucción de Gaza, urgentemente necesarios después de la ofensiva militar de comienzos de este año. Así, el resultado de las negociaciones de El Cairo tendrá repercusiones para los palestinos y los israelíes... y, de hecho, para todos los interesados en el proceso de paz de Oriente Medio.

En las rondas anteriores, las diferentes facciones acordaron en principio constituir un gobierno unido para la Ribera Occidental y Gaza y celebrar elecciones legislativas y presidenciales en los Territorios Palestinos en enero de 2010, pero Al Fatah y Hamas siguen manteniendo diferencias fundamentales sobre cómo formar un gobierno encargado de preparar las elecciones.

Los debates se centran también en el control de los servicios de seguridad, esfera en la que ni Al Fatah ni Hamas tienen demasiado margen de maniobra. Además, sigue habiendo discrepancias sobre el tipo de sistema electoral que se debe utilizar.

Mientras que Al Fatah es partidario de un sistema de votación claramente mayoritario, Hamas propugna un planteamiento más personalizado. Además, la cuestión de la inclusión de Hamas en la Organización de Liberación de Palestina es decisiva. Al contrario de lo que se suele creer, el único interlocutor oficial en las negociaciones con Israel ha sido siempre la OLP y Hamas no forma parte de ella. En un debate lingüístico bastante obscuro, Hamas se ha negado en las rondas anteriores de negociaciones a “comprometerse” con los acuerdos subscritos por la OLP con Israel en el pasado, sino que simplemente se ha ofrecido a “respetarlos”. Así, pues, los negociadores en El Cairo tendrán que debatir si ese reconocimiento indirecto del derecho de Israel a existir será aceptable.

Por debajo de ese claro quid pro quo de la negociación política, los representantes de Al Fatah y Hamas deben encontrar un medio para conciliar la ideologia política, inmensamente popular, de Hamas con las tradicionales aspiraciones laicas de Al Fatah. No se trata de un mero asunto interno palestino, pues refleja un conflicto enconado en todo el Oriente Medio.

Hasta ahora, ninguna sociedad árabe ha logrado armonizar esas tendencias opuestas. Al contrario, la mayoría de los gobiernos ha optado por un planteamiento más o menos polémico de represión y exclusión, al prohibir a los islamistas participar en las elecciones o intimidarlos para mantenerlos en una semilegalidad. Sin embargo, el caso de los Territorios Palestinos es diferente.

A falta de una autoridad central fuerte, la predominante divisoria entre nacionalismo laico y religión politizada ha conducido a la desintegración geográfica real de los Territorios Palestinos en dos partes distintas. En vista de las dificultades que incluso los protagonistas de la región afrontan al abordar el desafío del islam político, resulta claro que para la Autoridad Palestina encabezada por Abbas sólo la avenencia y el diálogo son una forma viable de poner fin a la escisión.

No es de extrañar que no haya la menor certidumbre sobre la suerte de las conversaciones de El Cairo. El fracaso a la hora de conseguir una posición palestina unificada haría el juego indudablemente al recién elegido gobierno israelí de Benjamin Netanyahu. Al fin y al cabo, el Primer Ministro israelí ha dejado claro que es partidario de gestionar un conflicto continuo desde el punto de vista de una “paz económica” más que de procesos políticos de gran alcance, basados en el respeto mutuo y la cooperación.

En vista de su continua división interna, a los palestinos les resulta muy difícil presionar en pro de un proceso de paz sólido. A consecuencia de ello, la ampliación, quieras que no, por parte de Israel de los asentamientos de la Ribera Occidental podría acabar enterrando para siempre las gestiones en pro de una paz general.

Pero un éxito en El Cairo podría plantear un problema aún más arduo. Si las negociaciones propician la creación de un gobierno palestino apoyado por Al Fatah y Hamas, se planteará una disyuntiva difícil, no principalmente a los palestinos, sino sobre todo a los dirigentes occidentales. ¿Continuará Occidente con su política de boicotear a Hamas política y financieramente o adoptará otra actitud?

En vista de la beligerante ideología de Hamas, cualquier cambio de actitud por parte de Occidente para con Hamas después de un éxito del diálogo palestino en El Cairo sería difícil, pero un posición modificada y más pragmática que se centrara en el comportamiento de Hamas en el terreno y no en las condiciones abstractas no sólo resultaría más problemática para los dirigentes occidentales, sino que, además, supondría un gran problema político también para Hamas.

Fuente: www.project-syndicate.org

La audacia de la esperanza para Palestina

Por: Kishore Mahbubani

El mundo se verá envuelto en una pesada nube de desánimo y perdición este año. Las economías crepitarán, los gobiernos caerán y las empresas quebrarán. Pero el mayor peligro de todos es la sensación de desesperanza. Impedir que esto ocurra requiere resolver algunos problemas importantes y aparentemente indómitos. Cerrar la Ronda de Doha de conversaciones sobre comercio mundial ofrece una oportunidad de este tipo. Pero el conflicto palestino-israelí ofrece una oportunidad aún mejor.

Mucha gente en todo el mundo, especialmente en Occidente, ha llegado a la conclusión de que este conflicto está más allá de cualquier resolución. Se han hecho varios esfuerzos desde los famosos acuerdos de Oslo de 1993. Todos fracasaron. Pero pocos han percibido que surgió una constelación inusual de fuerzas, que abre una nueva ventana asombrosa de oportunidades para alcanzar una solución. Estas oportunidades geopolíticas son raras, y sería una gran tragedia no aprovechar ésta en particular.

Para empezar, parece existir un consenso casi universal de que cualquier solución se basará en los acuerdos de Taba elaborados por el presidente Bill Clinton en enero de 2001. Diplomáticos palestinos me dijeron que pueden aceptar este paquete.

Igualmente importante es que hoy existe un consenso casi universal, prácticamente entre todos los estados árabes, de que un acuerdo de paz es de su interés. Muchos, incluyendo Egipto y Arabia Saudita, están más preocupados por el ascenso de Irán. Un acuerdo con Israel podría fortalecer su posición a la hora de tratar con Irán y privar al gobierno iraní de la oportunidad de agitar el sentimiento popular árabe contra la postura de los gobiernos árabes sobre Palestina.

El gran interrogante es si Israel está dispuesto a hacerlo. Sin embargo, a pesar de la difícil situación política en Israel, parece haber un creciente consenso entre la elite israelí de que el tiempo ya no está del lado de Israel.

También puede ayudar que la política exterior de Israel de ahora en más estará en manos de dos personas que se perciben como de línea dura, Benjamin Netanyahu y Avigdor Lieberman. De la misma manera que hizo falta un Richard Nixon para ir a China, se necesitará un Netanyahu para implementar un acuerdo de paz que exigirá un retiro de gran parte de los asentamientos de Cisjordania.

Cuando visité Israel en 1997, visité al entonces primer ministro Netanyahu, ya que él y yo habíamos sido colegas cuando ambos nos desempeñábamos como embajadores ante las Naciones Unidas. Nunca olvidaré lo que me dijo: "Kishore, ignora las historias de los medios. Yo estoy a favor de la paz". La amplia coalición, que incluye a Lieberman y Ehud Barak, también hace la paz más probable.

Cualquier buen acuerdo de paz exige un mediador poderoso. Afortunadamente, se ha presentado un candidato en la figura de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. Sus dos antecesores, Colin Powell y Condoleezza Rice, no tenían la credencial más importante: la confianza de ambas partes. Ella sí.

Yo sólo estreché la mano de Clinton una vez, temprano en una mañana de domingo en una sinagoga de la ciudad de Nueva York, hace varios años. Verdaderamente me impresionó que esta pequeña sinagoga pudiera albergar la presencia de dos senadores de Nueva York, Clinton y Charles Schumer, y otros varios congresistas para un desayuno temprano. Pude ver a primera mano que Clinton gozaba de la confianza de la comunidad judía -un requisito importante para cualquier mediador en Oriente Medio.

Clinton también demostró su capacidad diplomática cuando visitó la región en marzo de 2009. Reafirmó su compromiso con la seguridad israelí. Manifestó preocupación por la condición humanitaria de los residentes de Gaza. Su destreza no sorprende. Su marido, Bill Clinton, estudió el problema de Oriente Medio intensamente, lo que quedó demostrado en la calidad de la propuesta de paz que concibió.

Sin duda, la percepción de que Clinton completará el trabajo que comenzó su marido en la región será un factor de motivación importante. Este tipo de consideraciones personales sí importan. Tampoco cabe duda de que si ella logra negociar una solución de dos estados, sería una candidata de primer nivel para el Premio Nobel de la Paz.

Ese desenlace sería aplaudido en todo el mundo. Pocos norteamericanos son conscientes de que la rápida globalización del mundo islámico ha producido una grilla política que vincula a todos los 1.300 millones de musulmanes sobre algunas cuestiones clave. El conflicto palestino-israelí ha generado repercusiones políticas negativas que llegan instantáneamente a todos los rincones del mundo islámico.

La elección de Barack Obama como presidente norteamericano y su natural popularidad en el mundo islámico han ayudado a frenar algunas de estas repercusiones. Si esto se pudiera combinar con un acuerdo de paz, el mundo repentinamente experimentaría una oleada de esperanza que rompería la nube global de desánimo actual. Y la audacia de la esperanza es lo que el mundo más necesita hoy.

Fuente: /www.project-syndicate.org

miércoles, 22 de abril de 2009

El ocaso de la doctrina Monroe

Por: Juan Gabriel Tokatlian

La V Cumbre de las Américas recién celebrada en Trinidad y Tobago tuvo un desarrollo convencional y una conclusión disonante, pero un alcance eventualmente alentador. La clausura del encuentro fue el cierre simbólico de tres procesos históricos diferentes.

En primer lugar, parece que se acentúa el ocaso de la doctrina Monroe. En efecto, el retraimiento de Washington respecto a Latinoamérica en el comienzo del siglo XXI fue notorio, mientras el avance de China en América Latina es elocuente. Rusia parece dispuesta a retornar al área, al tiempo que Irán, India y Suráfrica se proyectan activamente hacia la región. Los cinco -Pekín, Moscú, Teherán, Pretoria y Nueva Delhi- procuran, como proveedores en unos casos y consumidores en otros, reforzar los lazos en materia energética y alimenticia en el marco de la revalorización de las pugnas estratégicas en torno a los recursos vitales.

Cabe añadir que, en medio de la languidez de las cumbres iberoamericanas y de aquellas entre Latinoamérica y el Caribe y la Unión Europea, desde 2005 se han llevado a cabo dos cumbres Suramérica-Países Árabes y una cumbre Suramérica-África. Al interés en la región de estos actores estatales hay que sumar la variedad e intensidad de lazos de actores no gubernamentales (partidos políticos, organizaciones civiles de diversa índole, movimientos antiglobalización, comunidades religiosas, grupos transnacionales criminales, entre otros) con Latinoamérica. Adicionalmente, han crecido los cuestionamientos frontales a Estados Unidos y han surgido Gobiernos manifiestamente críticos con Washington.

Frente a lo anterior, la Casa Blanca durante el Gobierno de George W. Bush no pudo hacer mucho por imposibilitar, neutralizar o revertir ese despliegue de actores extrahemisféricos, así como los gestos de distanciamiento o desafío provenientes de la región. En ese contexto, la Administración de Barack Obama no parece inclinada a reconstruir a la fuerza la maltrecha doctrina Monroe.

En segundo lugar, la cumbre explicitó la decidida urgencia (de la región) y la relativa voluntad (de Washington) de terminar la vieja guerra fría y no iniciar una nueva. En efecto, la guerra fría concluyó en gran parte del mundo y difícilmente va a reanudarse: Rusia es un actor insatisfecho, pero no revisionista, mientras China, como lo demuestra su comportamiento ante la actual crisis económica, continúa su ascenso como un poder moderado y pragmático. El único lugar donde sobrevive la guerra fría, y puede aún recalentarse, es América Latina. El embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba y la persistencia de una obsesión geopolítica con la isla no pueden preservarse más por razones éticas yprácticas. Evitar una nueva guerra fría entre Washington y Caracas resulta imperativo: la inestabilidad que se produciría en la región en el evento de una exacerbación incontrolada de las tensiones entre EE UU y Venezuela sería de enorme peligro para Latinoamérica y de consecuencias imprevistas para Washington.

El resultado de la V Cumbre es el comienzo de un tibio adiós a la guerra fría respecto a Cuba y una hostilidad en suspenso entre Estados Unidos y los países que hoy impugnan su liderazgo continental y global.

En tercer lugar, el encuentro de Puerto España demostró el fin de un tipo determinado de cumbre. La principal razón de ser de los sucesivos cónclaves -Estados Unidos (1994), Chile (1998), Canadá (2001) y Argentina (2005)- fue cimentar las bases políticas para la concreción de un Área de Libre Comercio de América (ALCA). Cuando el 1 de enero de 2005 -meses antes de la IV Cumbre de Mar del Plata- no se materializó el ALCA, esa meta perdió sentido. Desde antes de esa fecha Estados Unidos emprendió acuerdos de comercio binacionales (Chile, Perú, Colombia, Panamá) y con subregiones (Centroamérica más República Dominicana).

Después del estallido de la crisis financiera de 2008 difícilmente se puedan presentar condiciones domésticas para que EE UU auspicie un gran acuerdo comercial hemisférico. Mientras tanto, la opción opuesta -la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA)- no concitó la adhesión de los países más grandes del área; lo cual deja a las cumbres de las Américas en una suerte de laberinto existencial.

De hecho, la declaración de Trinidad y Tobago exhibió los límites de una agenda positiva y convergente en el continente. El texto no recibió un apoyo unánime. Más aún, el documento final hace afirmaciones sobre una amplia gama de asuntos y problemas: cuando todo es importante nada es prioritario. Tal como ha ocurrido con otras cumbres hemisféricas y extracontinentales, hay una inflación de referencias temáticas y una devaluación de compromisos específicos. Finalmente, una vez colapsada la idea del ALCA y ante la obnubilada preferencia de EE UU por tratar cuestiones cruciales (drogas, migración, etcétera) de modo bilateral, las cumbres americanas tienen graves dificultades de aglutinar los esfuerzos humanos, financieros y administrativos necesarios para seguir adelante. En buena medida, el reto será precisar un temario acotado y relevante. En su estado actual las cumbres han perdido foco, alcance y consenso.

Ahora bien, una vía alternativa para recuperar iniciativa con el propósito de definir temas de interés compartido, con el fin de tramitarlos institucionalmente y, a su vez, con el objeto de hacer efectiva la menor condescendencia de EE UU con Latinoamérica, es acordar un relanzamiento de las instituciones interamericanas y vigorizar aquellas expresamente regionales. Esto significa que los ámbitos y asuntos continentales deben ser vistos como un sistema múltiple y complejo. Las instancias colectivas -la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo- deberían seriamente robustecerse. Al tiempo que mecanismos del área -el Grupo de Río como principal foro de concertación diplomática y un potencial organismo regional para manejar la cuestión de las drogas- y dispositivos zonales -el Consejo Suramericano de Defensa como nuevo ámbito político-militar y el Banco del Sur como eventual banco de desarrollo suramericano- deberían naturalmente activarse.

En esta arquitectura de instituciones de diferente orden que coexisten y no se entorpecen, manteniendo simultáneos niveles de comunidad y autonomía, las cumbres de las Américas podrían contemplarse como un marco de encuentro para tratar algún asunto muy puntual (por ejemplo, el medio ambiente) o en el evento de coyunturas especiales (por ejemplo, una crisis de envergadura) que así lo demanden.

Asistimos a un momento infrecuente en las relaciones interamericanas: pocas veces se han presentado tantas condiciones concurrentes para que Latinoamérica reduzca la subordinación respecto de Estados Unidos. La oportunidad está presente; su buen o mal uso depende, en mayor grado, de América Latina. Esto se produce en un contexto en el que sobresalen múltiples mandatarios con vocación transformadora y visión estratégica. Casi todos los hombres y mujeres al frente de los Ejecutivos en la región poseen un perfil orientado por el cambio, independiente de la mirada ideológica de cada uno.

Por último, EE UU paradójicamente necesita hoy más de Latinoamérica que ésta de Washington: la importancia del electorado "hispano" crece; temas como el narcotráfico que entrelazan el continente no se pueden resolver seriamente con más prohibición; la energía procedente del área sigue siendo segura; desde la región no hay amenazas del terrorismo transnacional ni actores con armas de destrucción masiva. Aunque parezca exagerado, en el futuro será Washington el que deba ajustar mejor sus políticas hacia Latinoamérica: no hacerlo incrementará la propensión en la región a desoír sus prescripciones y deslegitimar sus acciones. En ese sentido, la V Cumbre significa posiblemente el fin de una época y el inicio, ojalá promisorio, de una nueva era en las relaciones interamericanas.

Fuente: El País

lunes, 20 de abril de 2009

Aviso para dictadores

Por: Mario Vargas Llosa

La condena del ex dictador Alberto Fujimori a 25 años de cárcel por delitos contra los derechos humanos que ha dictado un Tribunal de la Corte Suprema del Perú trasciende largamente la demarcación geográfica peruana y gravita a partir de ahora sobre toda América Latina como una advertencia a quienes, de un confín a otro del continente, aspiren a tomar por asalto el poder y gobernar amparados por la fuerza. Ya saben los gobernantes que pisotean la Constitución y las leyes y mandan torturar y asesinar que sus crímenes no quedarán impunes, como casi siempre ha ocurrido hasta ahora, sino que tarde o temprano pueden ser juzgados y sancionados por sus propios pueblos. Se trata de un precedente histórico señero para quienes soñamos con una América Latina emancipada para siempre de la peste autoritaria.

El ex dictador ha sido condenado por dos secuestros y dos matanzas particularmente crueles de las muchas que se perpetraron durante su régimen, pero no por el delito más grave que cometió: haber destruido mediante un acto de fuerza militar el 5 de abril de 1992 la democracia, gracias a la cual dos años antes había sido elegido en comicios legítimos para ocupar la Presidencia del Perú. Los dos secuestros —del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer— coincidieron con el golpe de Estado. La primera de las matanzas se había realizado unos meses antes, en noviembre de 1991, en un barrio del centro de Lima —Barrios Altos—, donde un escuadrón de la muerte conocido como el Grupo Colina, integrado por militares y formado con anuencia de Fujimori, asesinó a 15 personas, entre ellas un niño de ocho años, que celebraban una fiesta en un vecindario con el pretexto —falso— de que eran senderistas y se proponían recolectar fondos para el movimiento terrorista de Sendero Luminoso. Uno de los factores que desencadenaron el putsch fue, por lo tanto, garantizar la impunidad para los delitos que ya venía cometiendo el nuevo Gobierno, no sólo contra los derechos humanos, también económicos, pues ya había comenzado el saqueo de los haberes públicos, algo que, en los años siguientes, alcanzaría un ritmo paroxístico bajo la batuta del brazo derecho del presidente y experto en latrocinios Vladimiro Montesinos.

La otra matanza tuvo lugar en julio de 1992. Los pistoleros del Grupo Colina invadieron de noche la Universidad de La Cantuta, que estaba intervenida y cercada por una fuerza militar, y secuestraron a nueve estudiantes y un profesor a quienes asesinaron en un descampado vecino de un tiro en la nuca. Allí los enterraron y, tiempo después, cuando el periodismo independiente, pese a las maniobras de encubrimiento del régimen, descubrió las huellas del crimen, los desenterraron, quemaron y volvieron a enterrar los huesos en otro lugar. El escándalo internacional que estalló cuando esta macabra historia se hizo pública y se conocieron las sangrientas entrañas del sistema, fue uno de los episodios que más melló la imagen de la dictadura ante el pueblo peruano, parte del cual hasta entonces la apoyaba en la errónea creencia de que un gobierno autoritario podía ser más eficaz que la democracia para combatir a los terroristas de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. En verdad, no fueron los escuadrones de la muerte de la dictadura los que derrotaron a Abimael Guzmán y los senderistas, sino un hecho que marcó un cambio cualitativo en la lucha antisubversiva: la captura de su líder y casi todo el Comité Central de Sendero Luminoso, gracias al rastreo científico que hizo de ellos un pequeño grupo de policías que estaba enfrentado con Vladimiro Montesinos y el servicio de inteligencia del régimen.

El juicio a Fujimori duró cerca de 17 meses, fue televisado, asistieron a él periodistas y observadores internacionales y el acusado gozó de todas las garantías del derecho de defensa. El Tribunal de tres miembros, presidido por un prestigioso penalista, magistrado y profesor universitario, el doctor César San Martín, cuya conducta a todo lo largo del proceso fue de una serenidad y corrección que le reconocen tirios y troyanos, ha emitido una sentencia que debería publicarse y enseñarse en las escuelas de toda América Latina (resumida, porque tiene cerca de 700páginas) para que las nuevas generaciones conozcan, a través de hechos concretos y personas identificadas, la tragedia que significa para un país, en sufrimiento humano, inseguridad pública, delincuencia, distorsión de valores, mentiras, desprecio de los más elementales derechos de que un ciudadano debería gozar en una sociedad moderna y en corrupción y degradación de las instituciones, una dictadura como la que padeció el Perú entre 1992 y el año 2000, cuando Fujimori, fracasado su intento de hacerse reelegir en unos comicios fraudulentos, huyó al Japón y renunció a la Presidencia mediante un fax.

Mientras existan las fronteras, las Fuerzas Armadas son una necesidad perentoria para los países, y, por lo mismo que la sociedad les confía, al mismo tiempo que la responsabilidad de velar por su seguridad, las armas que le permitan cumplir con su misión, es indispensable que aquella institución funcione dentro de la más estricta legalidad y sea un baluarte de la sociedad civil, no su enemiga. Fujimori hizo un daño incalculable a las Fuerzas Armadas imponiéndoles como verdadero mentor a Vladimiro Montesinos, un capitán al que el Ejército peruano había expulsado y condenado como traidor a su patria y a su uniforme, y que, desde entonces, mediante manipulaciones y chantajes, abusaría de manera ignominiosa del poder que se le confirió. Montesinos fue postergando a los oficiales probos y capaces, obligándolos a veces a pedir su baja, en tanto que ascendía y colocaba en los puestos claves a sus cómplices y a colaboradores serviles, que ampararon sus desafueros —un vasto abanico de horrores que iban desde tráfico de armas hasta operaciones de narcotráfico— y se beneficiaron con ellos.

Uno de los aspectos más aleccionadores de la sentencia es la demostración inapelable de que, contrariamente a la pretensión de los fujimoristas de exonerar al ex dictador con el argumento de que Montesinos era quien delinquía y, aquél, un cándido que no se enteraba de nada de lo que pasaba bajo sus narices, había una absoluta simbiosis del dictador y su asesor, la que existe entre una persona y su sombra o entre el muñeco y el ventrílocuo que lo hace hablar. Ambos se repartían un trabajo en el que, por una parte, los hombres del poder se enriquecían a manos llenas, eliminaban adversarios, compraban y amedrentaban jueces, copaban cargos públicos, y de otra, mediante el soborno o el chantaje, controlaban los medios para manipular a la opinión pública con campañas televisivas ad—hoc y hundir en el desprestigio a sus críticos valiéndose de los plumarios de una prensa amarilla que financiaban o de conductoras de reality shows.

Sólo en un medio ambiente semejante, de desplome total de la legalidad y la decencia política, de imperio del úcase y la prepotencia, se entiende que prosperara el Grupo Colina y que en un par de años asesinara, en nueve operaciones perfectamente planeadas y ejecutadas, a unas 50 personas. Quienes integraron sus filas sabían que lo que hacían estaba ordenado y amparado por la más alta autoridad y, por eso, recibieron el amparo logístico necesario de la institución militar y el encubrimiento político y judicial debido —incluida una ley de amnistía— cuando sus negras hazañas fueron descubiertas y denunciadas. Lo que no sabían es que la dictadura caería —siempre caen—, la democracia rebrotaría de sus cenizas y —por primera vez en la historia del Perú— un ex dictador y sus principales cómplices serían llevados al banquillo de los acusados.

Los peruanos que vivimos en el extranjero solemos ver aparecer a nuestro país en los diarios, radios y cadenas de televisión de los lugares donde estamos, porque en el Perú ha habido un golpe de Estado, un atentado terrorista, un terremoto o quintillizos, es decir, siempre alguna catástrofe o anomalía, política o social. Qué extraño y qué hermoso lo que nos ha ocurrido en estos últimos días, advertir que el Perú del que habla la prensa y las personas en la calle con respeto y admiración es una civilizada nación que enfrenta su pasado con dignidad y coraje y donde un tribunal civil juzga y sanciona los crímenes de un dictador. Un ejemplo para América Latina, sí. Y para el mundo entero.

Fuente: El País

¿Un FMI que podamos querer?

Por: Dani Rodrik

Qué diferencia ha significado la crisis para el Fondo Monetario Internacional. Apenas unos meses atrás esta importante pero poco querida institución, símbolo de los acuerdos económicos globales de post-guerra, parecía destinada a la irrelevancia.

Por largo tiempo el FMI ha sido una cabeza de turco tanto para la izquierda como la derecha, la primera por el énfasis del Fondo en la rectitud fiscal y la ortodoxia económica, y la otra por su papel en el rescate financiero de las naciones endeudadas. Las naciones en desarrollo siguieron sus consejos a regañadientes, mientras que las naciones avanzadas, que no necesitaban el dinero, no les prestaban la menor atención. En un mundo en que los flujos de capitales privados empequeñecían los recursos a su disposición, el FMI había llegado a parecer un anacronismo.

Y, cuando algunos de los mayores deudores del FMI (Brasil y Argentina) comenzaron a prepagar sus deudas hace unos años sin que hubiese nuevos deudores a la vista, era como si le hubieran puesto el último clavo al ataúd. El FMI parecía condenado a que sus ingresos se acabaran, además de perder su razón de ser. Redujo sus presupuestos y comenzó a aminorar su tamaño, y si bien se le atribuyeron nuevas responsabilidades en el intertanto -vigilancia de la "manipulación del tipo de cambio", en particular-, sus deliberaciones demostraron ser en gran medida irrelevantes.

Sin embargo, la crisis ha fortalecido al FMI. Bajo su capaz director ejecutivo, Dominique Strauss-Kahn, el Fondo ha sido una de las pocas entidades oficiales que se ha mantenido por delante de la curva. Hizo raudamente lo necesario para crear una línea de crédito de emergencia con desembolso rápido para aquellos países que tuviesen políticas “razonables”. Lideró la promoción de un estímulo fiscal global del orden de un 2% del PGB mundial, lo que es todavía más destacable si se considera su tradicional conservadurismo en cuanto a asuntos fiscales. Y, con anterioridad a la cumbre del G-20 en Londres, replanteó profundamente sus políticas para la otorgación de préstamos, restando énfasis a su condicionalidad tradicional y facilitando el proceso para que los países opten a préstamos.

Lo que es incluso más significativo, el FMI ha salido del encuentro de Londres con recursos sustancialmente mayores, así como con nuevas responsabilidades. El G-20 prometió triplicar la capacidad de préstamo del Fondo (de 250 a 750 mil millones de dólares), emitir 250 mil millones de dólares de nuevos Derechos Especiales de Giro (un recurso de reserva compuesto por una canasta de monedas principales), y permitir que el Fondo solicite préstamos en los mercados de capitales (algo que nunca ha hecho), si es necesario. El FMI también fue designado como una de las dos principales agencias -junto con un Foro de Estabilidad Financiera ampliado (llamado ahora Junta para la Estabilidad Financiera)- a cargo de dar alertas tempranas sobre riesgos macroeconómicos y financieros y emitir las recomendaciones que sean necesarias sobre políticas a adoptar.

Otra buena noticia es que ahora los europeos han renunciado a su pretensión de nombrar al director ejecutivo del FMI (como lo hacen los estadounidenses con la presidencia del Banco Mundial). En lo sucesivo, estas altas autoridades se han de seleccionar a través de "un proceso de selección abierto, transparente y basado en méritos”. Esto permitirá un mejor gobierno (aunque la presidencia de Strauss-Kahn ha sido ejemplar) y mejorará la legitimidad de ambas instituciones a los ojos de las naciones en desarrollo.

De manera que, una vez más, el FMI se encuentra en el centro del universo económico. ¿Cómo escogerá implementar su poder recobrado?

El mayor riesgo es que vuelva a exagerar su alcance e influencia, que es lo que ocurrió en la segunda mitad de los años 90, cuando comenzó a pregonar la liberalización de las cuentas de capitales, aplicó remedios fiscales exageradamente estrictos durante la crisis asiática y trató de rediseñar por cuenta propia las economías de ese continente. Desde entonces, la institución ha reconocido sus errores en todas esas áreas, pero está por verse si se han internalizado completamente, y si tendremos un FMI más amable en lugar de uno rígido y doctrinario.

Un factor que nos ayuda a ser optimistas es el hecho de que, casi con seguridad, los países en desarrollo tendrán más influencia sobre cómo se maneja el Fondo, lo que asegurará que en el futuro las naciones más pobres sean escuchadas con más empatía.

No obstante, dar a las naciones en desarrollo un mayor poder de voto no significará una gran diferencia si la cultura organizacional del FMI no cambia también. En el Fondo trabaja una gran cantidad de economistas de talento que no están muy vinculados con las realidades institucionales de los países sobre los que trabajan ni las aprecian demasiado. Sus conocimientos profesionales están avalados por sus grados académicos avanzados, en lugar de sus logros en el diseño de políticas en el mundo real. Esto tiende a alimentar una actitud arrogante y una sensación de vacía superioridad con respecto a sus contrapartes, autoridades a cargo de diseño de políticas que deben equilibrar múltiples y complejos intereses.

Para contrarrestar esto, será necesario que los altos funcionarios del FMI hagan esfuerzos claros de captación, dotación de personal y ascensos. Una opción sería aumentar sustancialmente la cantidad de nuevos funcionarios que se encuentren en la mitad de su desarrollo profesional y que tengan experiencia práctica real en países en desarrollo. Esto haría que el personal del FMI conozca mejor el valor del conocimiento local con respecto a la experiencia teórica.

Otra estrategia sería reubicar a parte del personal, incluido el que trabaja en departamentos funcionales, en "oficinas regionales", medida que probablemente genere gran resistencia en quienes se han acostumbrado a las comodidades de Washington D.C. Sin embargo, no hay mejor manera de apreciar el papel del contexto que experimentarlo personalmente. El Banco Mundial, que llevó a cabo una descentralización similar hace un tiempo, ha mejorado desde entonces la manera como sirve a sus clientes (aunque ha tenido dificultades en reclutar profesionales de primera calidad.)

Este es un momento importante para el FMI. La comunidad internacional está esperando mucho del juicio y el desempeño del Fondo; para llenar cabalmente esas expectativas, será necesario que implemente reformas internas.

Fuente: www.project-syndicate.org